––¡Envidiar a María! ––fue todo cuanto Fanny se aventuró a decir. ––Vamos, vamos, sería muy poco bonito en nosotras el mostrarnos severas con ella, pues espero que le deberemos muchas horas alegres, esplendorosas, felices. Confio en que iremos todos con gran frecuencia a Sotherton otro año. Un casamiento como el que ha hecho María Bertram es una lección pública; pues el primer gusto de la esposa de Mr. Rushworth ha de ser el de llenar la casa y dar los mejores bailes del país. Fanny permaneció silenciosa y miss Crawford volvió a sumirse en sus pensamientos hasta que, al cabo de unos minutos, levantó de pronto la mirada y dijo: ––¡Ah¡ Ahí le tenemos. No era, sin embargo, Mr. Rushworth, sino Edmund quien apareció dirigiéndose hacia ellas en compañía de la señora Grant. ––Mi hermana con