VIII

827 Words
Diez años después... —¿Dónde está?— Chan aceleró el paso. —Rey... —¡Responde!— estaba alterado. —No lo sabemos.— el alto se paró de golpe y encaró a su sirviente quién agachó la mirada. —¿Qué?— él abofeteó al hombre.— ¡Son unos ineptos! ¡Quiero a toda la Guardia Real formada, ahora!— gritó cabreado, echando humo porque, si algo le pasaba a su hermano, él estaba dispuesto a mandarlos a decapitar a todos. El hombre corrió para hacer lo que su rey le ordenaba y en cuestión de minutos todos ya estaban formados. —¡Tienen una hora para encontrar al Príncipe Min Seok o sino cada uno recibirá diez azotes!— y así, rápidamente todos los escuadrones se dispersaron. —Rey Chan...—Jong Dae lo miró desaprovatoriamente. — No quiero escuchar nada Jong Dae, no es la primera vez que sucede, ellos tienen órdenes específicas, sin embargo, no toman cuidado de Min Seok.—estaba preocupado, la última vez, el príncipe intentó matarse, él estaba dispuesto a clavarse los palillos de metal en el abdomen. —No puedes tenerlo todo el tiempo encerrado... —Lo estoy cuidando, tal y cómo él lo hizo conmigo cuando era un niño, es mi deber. —Sólo que él no es un niño, es un adulto que no supera la pérdida de su esposo, todos sabemos que está mal, que ha perdido la cabeza, debes mandarlo al templo del Norte, allí las mujeres podrán hacer que sane. — No...— su expresión seguía siendo seria.— Él permanecerá aquí, no lo abandonaré, se lo prometí a Lujan cuando lo dejó en mis manos aquella vez. 《— ¡Lu, no te vayas, no vayas, mi amor! ¡Te lo ruego!— Min Seok lloraba a mares pidiéndole casi de rodillas a su esposo que no se fuera pero el más alto lo único que hizo fué sujetar sus mejillas y mirarlo fijamente a los ojos... —Juro que volveré pero si no, recuerda que siempre te amaré, incluso más allá de la eternidad.— y así, tras dejarlo en brazos de un  Chan adolescente, Lujan se fué dejando su vida entera junto a su esposo.》 —No digo que lo abandone, sólo sugiero que lo deje allí para que encuentre un poco de paz, han pasado cinco años tormentosos, el príncipe necesita alejarse unos días o meses.— mencionó pero Chan era terco por lo que no se tomó la molestia de darle una respuesta. —¿Cómo van los tratados con Goguryeo? ¿Llegaron a algún acuerdo con respecto a los límites o tengo que ir personalmente?— cambió de tema porque en definitiva no mandaría a Min Seok a ningún lado. —El rey sigue estando disconforme con los límites y temo que quiera iniciar alguna guerra.— El rey suspiró pesadamente, ser rey era un arduo trabajo, tenía que resolver los problemas de todos, escuchar quejas y llegar a acuerdos inteligentes, realmente era muy cansado. —Iré a Goguryeo, no permitiré una guerra por asuntos que se pueden arreglar entre gobernantes.— cerró los ojos mientras masajeaba su sien, esperaba que su hermano esté bien y que no haya intentado hacer alguna locura. :::¥::: —jajajajajajaja.— se rió desquiciadamente mientras arrullaba un pequeño bulto.— mi bebé, mi bebé, mi bebé jajajajajajaja.— continuaba riéndose.— Tienes los ojos de tu padre, te pareces mucho a él.— desordenó su cabello con fuerza.— Él vendrá pronto, sé que volverá.— deliraba con la mirada perdida antes de ponerse a llorar fuertemente y arrojar el coco que tenía en sus brazos, el cual mecía cómo si fuera un bebé. —¡Lo encontré!— aquel soldado llegó muy cansado y es entendible por haber subido aquella cuesta corriendo.— Príncipe...— Min Seok lo miró extrañado. —¿Príncipe?— le sonrió.— Tú... ¿Eres un príncipe?— el contrario asintió, tenía órdenes de no contradecir al príncipe ya que corrían el riesgo de que le dé algún ataque porque Min Seok no estaba bien, enterarse de la muerte de su esposo lo dejó terriblemente devastado, él perdió la cabeza junto al bebé que esperaba en aquel entonces.— Su alteza.— Min Seok agachó la cabeza demostrando respeto. —¿Le gustaría acompañarme?— aquel soldado era amable y comprendía la situación, por ello, extendió su mano que fué sujetada por Min Seok quién reflejaba en su rostro gratitud hacia el supuesto "Príncipe". :::¥::: Chan acarició el cabello de su hermano mientras éste dormía pacíficamente.— Prometo devolverte la vida, hyung.— continuó acariciando su cabello, era duro para él ver a su hermano así, Min Seok no tenía vida, él necesitaba a Lujan para vivir, tenían un fuerte lazo, pero ahora, aquella conexión se ha perdido y Min Seok está desorientado, confundido pero sobre todo, está roto por el dolor.    
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