Me gustaría tener un hermanito

1089 Words
AMANDA —¿Perdona? —quise saber, tratando de asimilar lo que este idiota estaba diciéndome. ¿En qué carajos estaba pensando cuando decidí acostarme con este imbécil? —Lo que has escuchado. Puedes pedirme la cantidad que quieras, puedes empezar de nuevo en otra ciudad o en otro país si quieres. Es tu decisión, sé inteligente. —¡Estás loco si crees que puedes comprarme! Yo no soy una mala persona como tú, que no le importa una mierda lo que pueda pasar con su hijo. Eres un malnacido, ojalá te pudras, Liam Zimmerman. —¿Quién te crees para hablarme así? —La madre del hijo que no quieres. ¿Tan poco vale la vida de tu hijo? Y no hablo de dinero. Fue un error haber venido aquí; ya sabía yo que eres un energúmeno, pero no me imaginé que también fueras un cabrón. La culpa fue mía por creer que tienes escrúpulos. Si le pusiste el cuerno a tu mujer conmigo y quién sabe con cuántas mujeres más —me puse de pie—. Si yo fuera otra clase de mujer y más lista, le habría dado una cifra y todo se habría acabado. Podré ser pobre, pero tengo dignidad. —Piénsalo, Amanda, es una oferta que no puedes rechazar. Podrás tener todo lo que alguna vez soñaste tener. —Mejor no sigas desgastándote hablando, Liam. Olvida que vine y olvida que tienes un hijo por ahí. —Me di la vuelta y salí de su oficina. Corrí por el pasillo hasta llegar a las escaleras. No tenía paciencia para irme por el ascensor. Estaba enojada y me sentía humillada. Liam es un mal hombre. ¿Cómo pudo hacer eso? En definitiva, no le importa para nada su hijo. Pero no lo necesito; haré todo lo que esté en mis manos para poder sacar adelante a este hijo. Salí de la empresa y fui rápidamente a meterme al auto de Clara. —¿Qué pasó? —Arranca —le dije. Ella arrancó, y pude respirar tranquila cuando nos íbamos alejando de ese lugar. —Cuéntame ya lo que pasó, me estás asustando. ¿Te va a demandar? —Claro que no. Peor. Es un idiota, jamás debí aceptar venir a verlo. —¿Pero qué pasó? —No le importa para nada su hijo. Lo único que le importa son sus millones, su empresa y su imagen. Es un... lo odio. —¿Entonces te mandó al demonio? —Me ofreció dinero, que le dijera la cantidad que quisiera, pero que desapareciera de su vida para siempre. —¿Qué? Qué cabrón. Pero dime que aceptaste. —Claro que no. Me sentí humillada. Como si mi vida o la de mi hijo no valieran nada. —¿Cómo dices? ¿Me estás diciendo que pudimos ser millonarias y no aceptaste? Definitivamente tuve que haberte acompañado a esa entrevista. No lo puedo creer, Amanda; vas a necesitar ese dinero en algún momento. El tipo podrá ser un maldito y lo que quieras, pero jamás lo vas a volver a ver. Hubieras aceptado el dinero y alejarte. De todas formas, no quiere al niño; hayas aceptado o no, no lo verás nunca. —Ya deja de decirme tantas cosas, Clara, de por sí ya me siento mal por lo mal que me trató ese estúpido. Habíamos llegado al pequeño edificio donde vivía. Bajamos del coche. —Solo te digo que, si hubiera sido yo, le hubiera sacado unos cuantos millones que no le hacen falta, y ahora estaríamos buscando una bonita mansión para ti y no tendrías que venir a este edificio que hasta está cayéndose. —Ya te dije que estaremos bien. Voy a buscar otro trabajo; si es posible me cambio de estado, pero de que salgo adelante, salgo adelante. Ella negó con la cabeza. Entramos a casa, y me dirigí a buscar un tarro de helado que tenía desde hace días. —¿Cómo te vas a cambiar de estado? ¿Vas a dejarme sola? —Si no encuentro nada por aquí, sí. No puedo seguir en esta situación. —¿Lo ves? Ya estás pensando en el dinero y en el estrés de buscar trabajo. Si no lo has encontrado en estos meses, ¿qué te hace pensar que lo vas a encontrar ahora? Tuviste la oportunidad en tus manos y no la aprovechaste. Te deseo suerte, amiga, porque la situación está muy dura. —Estaremos bien, Clara. Mi hijo estará bien. Yo me voy a encargar de que no le falte nada. * LIAM Cuando llegué a casa fui a buscar a Daniela. No podía dejar de pensar en Amanda y en ese niño que lleva. Aún no creo que sea mío. Solo espero que no se le ocurra ir a la prensa o alguna revista para dejarme mal. Amanda puede ser una chica muy problemática en mi vida. Ni siquiera me dio tiempo de decirle nada más. —Llegaste, cariño —me dice—. Estrella ha estado esperándote todo el rato; se siente triste porque no viniste a su competencia de natación. —Claro... se me hizo imposible. —Le di un beso—. Iré a verla. Avancé hasta la habitación color rosa. Estrella estaba en su cama acostada mientras veía su tablet. —¿Cómo está mi pedacito de cielo? —Te quedé esperando, papi, no llegaste. —Lo siento, tuve mucho trabajo. ¿Me perdonas? —Me siento muy sola y aburrida aquí. Me gustaría tener un hermanito. Me toma por sorpresa su petición. —No tengo con quién jugar —me hizo puchero—. Y vives siempre trabajando. Por favor, papi. Ver a mi hija así me partía el corazón. Yo tenía la necesidad de darle todo lo que ella me pidiera, para eso soy su padre. Pero un hermanito... pensé en que Daniela no querrá... el hijo de Amanda... ni pensarlo. —¿Estás segura? —Sí, solo así podré perdonarte que siempre te pierdes mis actividades en el colegio. —Se puso enojada y volvió a jugar el juego en su tablet. Quizás tenía razón. Ella siempre estaba sola y aburrida en esta enorme casa. Y Daniela siempre estaba en otras cosas. La única solución es darle lo que ella quiere: un hermanito. Siempre tengo la necesidad de complacerla en todo. —Vamos a cenar en un momento —le dije, pero no me respondió. Estaba enojada y mi hija tenía mi carácter. Mañana mismo buscaré a Amanda para rehacer mi oferta.
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