AMANDA
—¿Qué estás diciendo? —preguntó Liam, totalmente perplejo. Su ceño se frunció; estaba empezando a enojarse.
—Lo que me oíste: estoy embarazada de ti. Tengo dos meses.
Liam se rió.
—No puede ser, esto debe de ser algún tipo de broma. Yo no te conozco.
—¿Qué? —lo miré sin entender— Pero si...
—Mira, niña, yo no sé qué es lo que quieres o qué pretendes, pero no tengo tiempo para tus juegos.
—¿Acaso ya te olvidaste de esto? —le mostré la foto de la revista. Tenía que traer pruebas. Liam tomó el papel y lo observó, dándome miradas a mí también. Estaba cayendo en cuenta de que yo estaba diciendo la verdad.
—Sí eres la de la foto, pero dudo mucho que estés embarazada de mí. Puedes ser una de esas mujeres que van acostándose con tipos ricos y luego les salen con algo como esto solo para quitarles dinero.
Estoy empezando a enojarme. ¿Quién se cree que es para decirme algo así?
—Yo no soy ninguna mujer de la calle, Liam; solo estoy aquí porque creí que era necesario que supieras la verdad. Si fuera verdad lo que dices, te habría buscado de inmediato y no hasta ahora. ¿Por qué esperaría tanto si fuera alguien en busca de dinero? Me acabo de enterar de que estoy embarazada hace poco, y por eso estoy aquí. Tú pusiste al niño, es tu responsabilidad.
Se rió.
—Hasta parece que estuvieras diciendo la verdad. Mira... ¿cómo te llamas?
—Amanda.
—Amanda... he tenido mucha experiencia con mujeres como tú, así que déjame decirte que pierdes el tiempo conmigo. No conseguirás nada mío.
Suspiré y traté de tranquilizarme; no podía creer que Liam me estuviera humillando de esta manera. Sabía que el tipo era cruel, pero no pensé que tanto. Me sentía tan humillada que solo quería echarme a llorar. Pero no le daría el gusto.
—Solo quería que lo supieras, es todo. ¿Ya no te acuerdas de lo que pasó esa noche? Ni siquiera usaste protección porque ibas muy excitado. Ustedes los hombres lo único que hacen es buscar mujeres, acostarse con ellas y luego desecharlas como si no valieran nada. Así son ustedes, los ricos; se creen con derecho a pisotear a cualquier persona solo porque tienen dinero y nosotros no. Yo no tengo necesidad de tu dinero. Mi hijo sí. Me despidieron por culpa de esa maldita revista y ahora no he podido encontrar un empleo. Créeme que, si tuviera la estabilidad económica de antes, ni siquiera me habría molestado en venir a buscarte; hubiera criado sola a mi hijo. Eres un poco hombre —espeté. Al menos este tal Liam había escuchado todo lo que se merecía.
—Vaya, pero tienes muchas agallas para decirme todo eso. ¿No crees que puedo demandarte?
—Lo pensé, pero quiero correr el riesgo. A menos que quieras que tu hijo nazca en una cárcel. Dime, Liam. ¿Eres tan cruel? ¿Le harías eso a tu sangre?
Liam se me quedó viendo, estaba pensativo.
*
LIAM
Joder. Ahora se aparece esta chica solo para decirme que está embarazada de mí. ¡¿Embarazo?! ¿En qué cabeza cabe? Todo por una noche de sexo que casi no recuerdo. ¿En qué estaba pensando al no usar protección? No podía tener un hijo ahora, cuando estoy muy bien con Daniela. Además, ya tengo un hijo. Esto solo hará que se forme un escándalo peor que el día de la revista. No quiero ni pensar en lo que pasará con Daniela o su padre. No puedo permitir otro escándalo.
—Siéntate —le digo a Amanda, señalándole el sillón—. Vamos a hablar esto con más calma. ¿Quieres algo de tomar?
—Agua.
—Bien... —me dirigí a mi minibar y le serví su agua. Yo me serví un poco de vino; necesitaba pasar este trago amargo—. Aquí tienes.
—Gracias.
—No sé qué decirte, Amanda. No espero tener hijos ni hoy ni mañana.
—Yo tampoco, pero lo hecho, hecho está —me contesta la chica. Rebelde. Quizás por eso me acosté con ella esa noche. Ahora, verla entrar a mi oficina sin ser anunciada me dio a entender que la chica no tiene modales. De barrio, supongo.
Nadie puede enterarse de esto. Ni de la existencia del niño. No me puedo arriesgar a perder contactos, inversionistas. La mayoría son anticuados y se dejan llevar por el matrimonio fiel y los hijos dentro de él. Si se sabe que tuve una noche de sexo mientras estuve comprometido y, aparte, tendré un hijo con esa mujer, todo se puede venir abajo.
¿Qué demonios haré con esta chica? En definitiva, no me interesa ni el niño ni ella. Se ve que está necesitada por encontrar un trabajo y dinero.
—¿Por qué te quedas callado? Di algo, no me gusta la incertidumbre.
—Estoy pensando. —respondí, mientras tomaba mi vino. Ella recibió una llamada, se miró dudosa para contestar—. Contesta sin problema.
—Perdona... hola, Clara. No, estoy en esas —suspiró—. Sí, es un energúmeno. Ya veremos qué pasa. Está bien, está bien. Claro que no... ¿por qué dices eso? Está pensando. —casi río—. Sí, cualquier cosa llamas a la policía. Vale, te dejo.
Cortó la llamada y me miró.
—¿Y bien? ¿Terminaste de pensar o me tengo que acomodar mejor?
—¿Con quién hablabas?
—Mi mejor amiga: está abajo esperándome.
—Ah, vienes acompañada. ¿Es una especie de plan ya arreglado?
—Sí, ella me tuvo que convencer para que viniera a verte. A ella le interesa mucho que el padre sepa que será padre. Si fuera por mí, no estaría aquí.
—Veo que tampoco estás contenta de estar embarazada.
—¿Acaso no escuchas lo que te he dicho los últimos minutos?
—Entonces solo hay una forma de arreglar esto. Tengo familia, una reputación que cuidar. No puedo sacar a la luz que voy a ser padre porque no me conviene. No quiero que arruines todo lo que me ha costado conseguir, Amanda.
Ella frunció el ceño.
—Yo cumplí con venir a decirte. ¿En serio no te importa para nada este bebé? —se nota que estaba dolida.
—Tú necesitas trabajo y dinero, ¿no? Bueno, entonces dime cuánto quieres para desaparecer de mi vida para siempre. Tú y ese bebé.