Capitulo Cuatro

1447 Words
Mi esposo, el verdugo de mi vida, la pesadilla de mis días, el rey de mi infierno. El culpable de que mi corazón se torne oscuro y mis sentimientos se congelen para siempre. Atenea Respiro libre por última vez, pasará mucho tiempo antes de que pueda volver a hacerlo. Con paso digno y distinguido, como el de una reina ingreso a la oficina preparada para la lectura, en la que saldré convertida en la señora Black, odio el título, pero prefiero sacrificar mi libertad antes de ver en la basura todo lo que mi padre consiguió durante toda una vida de esfuerzo y lucha. Mi futuro esposo me retira la silla ara que tome asiento delante del notario y posteriormente toma su lugar a mi lado, detrás de los dos nuestros abogados. —Tengo entendido que antes de iniciar con el proceso de matrimonio, se dará lectura al contrato prematrimonial con el fin de que las partes estén de acuerdo —pronuncia el juez dando inicio. Asiento en silencio y le hago una seña con la mano a mi abogado para que empiece. —Espero que estés abierta a cualquier sugerencia, querida —dice Dominic y coloca su mano sobre la mía. Sacudo mi mano para evitar el contacto, me produce una sensación extraña, como si el presagio de todas mis desgracias tuviesen su nombre escrito en letras de sangre. —Recuerdo que dijo que su única condición era compartir su casa, pero supongo que su honor y palabra no valen de mucho —menciono dejándole claro la guerra que desde hoy habrá entre los dos. Lo mejor será que evite cualquier contacto con él todo el tiempo que dure nuestro contrato, no tengo ganas de enfrentarlo una y otra vez, todavía no acabo de llorar a mis padres como para encima tener que vivir cuidándome las espaldas de un narcisista poco hombre. Sus labios se unen en una fina línea y sus ojos se tornan amenazantes, me importa muy poco que no le hayan gustado mis palabras, nadie, ni siquiera, él podrá doblegarme jamás. —Será mejor que escuchemos los términos del contrato para poder continuar con el trámite —interviene el juez. Supongo que está al tanto de todo, y sabe perfectamente que este matrimonio es prácticamente obligado, es un simple contrato que me condena a tener que vivir con un hombre que, según las malas lenguas, es despreciable. Y a juzgar por sus actos, no se equivocan al decir que es una bestia. De nuevo asiento y permito que mi abogado continúe sin darle tiempo a mi querido prometido ni a su abogado en reaccionar. —Las partes interesadas, hoy presentes, manifiestan; conforme al artículo ochenta y uno del Código Civil y a la Disposición Adicional Sexta de la ley treinta barra ochenta, de siete de julio, mediante el presente documento, formulan PROPUESTA DE CONVENIO REGULADOR PRE MATRIMONIAL —mi corazón late muy a prisa mientras escucho la introducción, quisiera salir corriendo y encontrar una mejor salida, una en la que yo no tenga que casarme con un completo desconocido al que desprecio instintivamente. Parece muy sereno el muy desgraciado, conforme con lo que sucede, pero ya tengo su firma y no hay nada que pueda hacerme cambiar de parecer en cuanto al documento, no me importa lo que dijo hace rato, desde antes acepto mis términos y ahora tiene que ser hombre y aceptarlo en silencio. —PRIMERO; el régimen económico que habrá de establecerse en lo sucesivo será independiente para ambas partes. SEGUNDO; la señorita Dankworth, acepta ir a vivir en la residencia que el señor Black disponga durante todo el tiempo que dure el contrato matrimonial. TERCERO: Las partes no compartirán la misma habitación, a menos que luego de iniciado el matrimonio decidan mutuamente hacerlo. CUARTO; el contrato matrimonial tendrá una duración de dos años, en los cuales al finalizar se deberá presentar una serie de evidencia con el cual se pueda justificar el término del mismo o su continuidad, según lo establecido en las siguientes estipulaciones; 1.- No haber consumado el matrimonio durante los dos años de vigencia. 2.- Infidelidad, por alguna de las dos partes que sea demostrable y el cual puede adelantar la finalización del mismo si así lo desean. La parte afectada recibirá una indemnización por los daños psicológicos y morales recibidos. 3.- Violencia domestica que implique agresión física, verbal y psicológica. El rostro de Dominick Black se nota cada vez más rojo del coraje. —Estoy de acuerdo con los términos, sin embargo, me gustaría incluir una condición más —interrumpe mi querido futuro esposo—. Si al finalizar los dos años, no hay evidencias de infidelidad o violencia, el contrato se extenderá por dos años más, en los cuales estaré obligado a demostrar que mi prometida se ha enamorado de mí —Paso saliva, al escuchar sus palabras y al mismo tiempo tengo que hacer todo por ocultar la carcajada que pugna por salir de mi garganta. ¿Cómo se le ocurre que alguna vez podría yo amarlo? Ni en mis peores pesadillas puede llegar a suceder, sin embargo, extender nuestro matrimonio solo significa alargar mi suplicio. —Ya el contrato tiene su firma, señor Black, me parece una falta de respeto pretender cambiar nuestro acuerdo a estas alturas —rebato decidida a no aceptar. —Es cierto, pero me he dado cuenta de que cada una de las condiciones en el contrato son en tu beneficio querida, me anulas en todos los aspectos y no veo porque no pueda existir una o dos que me beneficien y no estoy dispuesto a renunciar, es tu decisión, o aceptas o pierdes la herencia de tus padres, tienes un minuto para decidir —determina con calma, yo pensando que se estaba muriendo de la rabia y la verdad es que estaba esperando el momento de clavarme una lanza de extremo a extremo. —Mi representado tiene razón, está en su total derecho de incluir cualquier condición —apoya su abogado. —No estamos negando su derecho, únicamente que el señor Black firmo un papel en blanco y determino desde un principio que estaba de acuerdo, aun cuando no se habían establecido ninguna de las condiciones —señala el señor Robinson. Juro que lo único que me obliga a estar atada a este hombre es la herencia de mis padres, no quiero dejar que se pierda todo lo que mi papá hizo durante toda su vida. —Señor Robinson, incluya la nueva exigencia del señor Black, de todos modos no creo que pueda serme fiel o enamorarme —clavo la mirada dura y fría sobre Dominic demostrando que no soy una cobarde y si gano esta pelea, aún le falta una gran batalla que librar. —Entonces, pasemos a firmar nuestra acta de matrimonio, ya he perdido mucho tiempo en esto y necesito ir a mi empresa —dice con una sonrisa en los labios. —¿No deberían esperar a firmar el nuevo acuerdo? —cuestiona el juez. —No es necesario, la señorita es una mujer de palabra... —A diferencia suya, señor Black —corto sus palabras y le hago una seña con la mirada al notario para que proceda. —Estamos... —Ahórrese el preludio, dígame donde firmar y acabemos con esto —objeto no deseo escuchar toda la palabrería sin sentido. —Me gustan las mujeres directas, son las mejores para amansar —señala mi esposo al verme firmar en las partes que me indica el notario. —Lástima que no soy un animal salvaje, soy una mujer que no se deja doblegar por nadie y mucho menos por un ser tan despreciable —me pongo de pie y lo dejo con la pluma en la mano, no tengo nada más que hacer, esperar a verlo firmar ¿Para qué? Estoy completamente consciente de que él es el más interesado en todo esto. —Señor Robinson, necesito que proteja todos mis bienes, no deje nada al azar y no me hace falta advertirle que tiene que tener mucho cuidado con mi hermano —advierto antes de salir de nuevo del edificio y subir a mi auto en medio de la ola de reporteros. —Me gustaría ayudarte a salir de esto, pero fue la decisión de tu padre —se queja con pesar. —No se preocupe, sabré como cuidarme —señalo observando a través del cristal de la ventana a mi esposo salir de la notaria y ocuparse de los reporteros. Dos años no es mucho tiempo. Puedo dedicarme a aprender a manejar la empresa, a estudiar administración y de esa manera mantenerme todo lo alejada que pueda de mi esposo.
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