Aarón No quería saber nada con levantarme de la cama, simplemente no tenía ganas, pero cuando Mateo demostró que no pensaba irse no me quedo más remedio que mover mis piernas y salir de la cama para seguirlo. Tengo que admitir que quise tirarlo por la escaleras cuando vi que estaban todos, quería que cayera y se lastimara, solo un poco, para poder vengarme por la maldita intervención que estaban haciendo. Yo pretendía revolcarme en mi propia misera, menudo imbécil. — Ni lo pienses – murmuro – Tengo varios hijos – suspire. — No es mi problema que folles como un conejo – me lo imagine sonriendo. — Y esas son cosas que yo no quiero saber – mire a mi padre – Borra esa sonrisa Mateo – gruñó, pero si picaba un poco más. — Arriba hablo de como la pasaron en la reconciliación – papá
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