Dante . Suena mi celular haciendo que Emma y yo nos detengamos de pronto con lo que estábamos haciendo, lo saco de mi bolsillo sin bajar a Emma de mi regazo, no se que es lo que tiene esa pequeña, pero sé que desde que llegó a Madrid no he dejado de pensar en ella y es que es tan malditamente ardiente y no tiene miedo de expresarme lo que siente que me es imposible no pensar en ella, a veces me descoloca su forma efusiva de abordar las situaciones, pero lo cierto es que me encanta. Carraspeo antes de responder y trato de que mi voz no suene agitada, Emma me mira con una sonrisa y muerde su labio, quiero morderlo y probar su boca una vez más, pero por ahora me limito a cuestionarle a Aidan que es lo que desea. Este me dice que necesita que vaya cuánto antes a su departamento, menciona t