La mujer de Alí
Desciendo del auto y le lanzó las llaves al ballet parking, acomodo mi chaqueta y extiendo una tarjeta al sujeto de seguridad en la puerta del club.
—Aidan Cassano— lee el moreno de apariencia ruda y retira la cadena dándonos acceso y sin inconvenientes Dante y yo ingresamos al ruidoso lugar.
—Pensé que esto era un club privado, tiene pinta de Discoteca— resoplo al ver las luces neón y universitarios moviendo sus cuerpos al ritmo de la horrible música.
—Este lugar es el más popular— explica Dante con su gesto serio
—Pero tranquilo, igual hay mesas privadas, alejadas de todo este escándalo— informa mientras ingresamos
Detrás de mi vienen 2 hombres custodiándonos, le extiendo a uno la cadena que sujeta el cuello de mi pastor belga llamada Loba.
—Cuídala bien— ordeno y este asiente sin decir nada.
Aunque el ambiente es escandaloso, el lugar no está mal.
Avanzamos hasta una de las mesas privadas del fondo y tomamos asiento. Enseguida se acerca una chica castaña con un atuendo diminuto y pregunta con timidez que queremos ordenar.
Pido un vodka, Dante un whisky y la mujer camina hasta la barra moviendo sus caderas y sonríe coqueta.
—Erick ya debería de estar aquí— Refunfuña Dante quien jamás ha sido un hombre de mucha paciencia, no respondo nada simplemente me echo hacia atrás recargando mi cabeza en el sillón rojo.
Pronto llegan mis otros hombres, son 5, estoy por cerrar un negocio con Erick y los traigo aquí por si algo resulta mal, es la costumbre.
Se acerca León sosteniendo la cadena de loba y está se echa a mi costado.
Acaricio su pelaje mientras observó un poco el lugar, después de analizar este sitio me encuentro con que Emma se encuentra en medio de la pista con un diminuto vestido n***o y un imbécil acaba de acercarse.
Ordeno a Hugo ir hasta ella a decirle que no puede estar en este lugar y así mismo advertirle al tipo que se aleje si quiere seguir con vida.
Esta voltea de inmediato con una mirada retadora y luego de mostrarme el dedo medio sujeta a su amiga del brazo y se marchan a dónde no puedo a verlas.
—Síganla y asegúrense de que no haga alguna estupidez— ordeno a uno de mis hombres.
Dante sonríe diciendo que soy demasiado posesivo.
Al poco tiempo llega Erick, el tipo con el que tenemos negocios pendientes, cómo siempre todo sale de acuerdo con lo planeado, en la mafia las reglas son simples, los acuerdos no se rompen y la palabra siempre se cumple, de esa forma se evitan muertes.
Pronto se marchan felices de nuestro nuevo convenio, estoy por levantarme de mi lugar, pero veo una pelinegra que llama mi atención, Dante no está de humor así que se larga.
—¿Me invitas un trago? — la sujeto de la cintura y la siento en mi regazo, me acerco a su rostro y muerdo su labio.
De inmediato corresponde a mi agarre y cuando suelta un jadeo por el dolor atacó su boca, hundo mi lengua en su interior probando el dulce de sus besos...
Despierto con el amargo sabor del vodka aún entre mis labios, en este momento todo parece dar vueltas en mi cabeza, doy un largo suspiro y me maldigo por haber bebido tanto, quiero mover mi brazo para tomar mi celular y poder ver la hora, pero no puedo hacerlo, lo siento pesado y hormigueante.
Giro mi cabeza entreabriendo un poco los ojos y veo la silueta de una mujer con un largo cabello n***o acostada boca abajo sobre mi antebrazo, la muevo sutilmente tratando de no despertarla y al girarme para intentar ponerme de pie, me encuentro con otra, es una rubia que duerme tranquilamente boca arriba con los senos completamente expuestos. Tuve sexo con dos mujeres anoche y al parecer estaba tan ebrio que ni siquiera logro recordarlo. Recuerdo que estaba con la mujer de cabello oscuro y recibí la llamada de Dante con la noticia de que unos musulmanes vendrían a España a entablar acuerdos con Javier, otro socio con quién estoy tratando, después de eso comencé a beber y seguí besando a la mujer de cabello n***o, aunque aún no tengo claro en qué momento se unió la rubia al festejo.
Llegué hace algún tiempo a España para al fin quedar a cargo de los asuntos relacionados con la organización Cassano, a mis 28 años soy el concilier de una de las mafias más grandes en Italia de la cuál no solo formo parte, soy Aidan Cassano, el hijo del líder.
Tenía mucho que no bebía de esta manera, al menos no lo hacía desde hace 2 años, anoche logré concretar un par de negocios que nos abrirán las puertas con la tierra española, me concedí un momento para relajarme, uno que me llevo a esta situación.
Me levanto prácticamente haciendo malabares para no despertar a ninguna de estas mujeres, detesto cuando tratan de convencerme de pasar más tiempo con ellas, me muevo sin hacer ruido y cuando al fin logro levantarme, la brillante luz que entra por las persianas abiertas de la ventana deslumbra mi vista, me cubro un poco con el dorso de mi mano y empiezo a buscar mi ropa en medio de la gran habitación desordenada. Mientras camino tomando mis pertenencias veo la lencería de las mujeres que duermen plácidamente en la cama regada en el suelo, colillas de cigarrillos en el cenicero y varias botellas de alcohol sobre la mesa de noche.
En cuanto logro vestirme salgo de ese cuarto de hotel y me largo.
la ligera brisa logra refrescar un poco mi rostro, a pesar de haber bebido bastante eso jamás logra nublar mi juicio, por lo que supongo que alguna de esas mujeres colocó algo en las bebidas, maldita sea, debería matarlas por ponerme en esta situación, pero me abstengo de hacerlo pues está vez fue culpa mía, últimamente no logro concentrarme y es algo de lo que no debo darme el lujo, las cosas siempre deben estar bajo mi control y esto claramente no lo estuvo.
Una vez en el auto, vinculo mi celular al estéreo y llamo a Dante, necesito que todo esté arreglado, solo nos queda revisar un último asunto hoy con tres organizaciones más y podremos regresar a Italia.
—No entiendo cómo es que estás despierto después de lo de anoche— menciona con sorna al responder mi llamada.
—Jamás faltó a mis deberes, ya deberías de saberlo— espeto pensando en que necesito una ducha más que nada en este momento, quiero eliminar los estragos de lo que sea que haya sucedido anoche.
—Tranquilo, todo saldrá bien, te veré en media hora en tu departamento— dice antes de colgar.
Piso el acelerador, observando detrás de mí las dos camionetas que siempre me escoltan.
Cuando llego, León y Hugo se quedan de pie afuera de la puerta y yo entro al departamento a darme al fin un baño.
Al ingresar me recibe Loba mi pastor belga quien ladra efusivamente por mi llegada, cuando me quedé en el club, uno de mis hombres la trajo a casa.
La acaricio y doy unos pasos perdiendo un poco el equilibrio cuando eleva sus patas y las coloca sobre mi estómago.
—También te extrañe— le digo y comienza a lamer mi mano.
Momentos después comienzo a desvestirme y entro al baño, elevo mi cara hacia la regadera para sentir las gotas de agua refrescando mi rostro, al tallar mi cuerpo recuerdo a la mujer de cabello n***o, sonrío amargamente por qué es un patrón que adquirí hace tiempo, follar con alguna mujer de cabello azabache.
Salgo de la ducha y me coloco un traje blanco de dos piezas en la espera de que llegue Dante.
Él es el único hombre de mi absoluta confianza, su padre trabajó con el mío, hasta que murió hace algunos años en medio de una balacera, su nombre era Aurelio fue la mano derecha de mi padre durante muchos años y hoy Dante es eso para mí y mi mejor amigo.
—Dijiste que llegarías en media hora y eso fue hace hora y media— reclamo al abrir la puerta y ver al interpelado esperando ingresar
—El tiempo es relativo— Dice cómo excusa y entra.
Estamos revisando algunos documentos sobre la carga de armas que estaremos enviando en algunas semanas para la organización española de Javier.
Las horas parecen pasar de prisa y de un momento a otro el cielo se ha tornado oscuro, son casi las 8 de la noche y debemos ir a ese club, pero antes hay un asunto que debemos arreglar al percatarnos de que las cifras no cuadran y hay alguien que intenta robarme.
Nos movemos hasta una de las bodegas que están resguardando la mercancía recién llegada, ordeno que traigan al sujeto que se atrevió a robar parte de mi cargamento…
—Y que tal ahora, ya piensas hablar— cuestiono al sujeto que se había encargado de transportar las últimas armas, mis hombres sostienen su rostro y lo sumergen por algunos segundos en el agua helada mientras está atado a una silla
—Te lo juro, no sé nada— responde muerto de miedo cuando sacan su cabeza del agua tosiendo por la falta de oxigeno
—respuesta incorrecta— Inquiero y ordeno que lo sumerjan una vez más mientras reviso mis mensajes y respondo a uno de Emma, ya no parece tan molesta.
— De verdad yo no hice nada— repite el sujeto al salir del agua, el pobre está temblando
—No estaré aquí toda la noche— digo con calma y asiento con la cabeza para que vuelvan a sumergirlo
—De acuerdo, si no piensas hablar no me sirves— expreso mientras ordeno que lo maten.
—Espera por favor— suplica y elevo mi mano para que se detengan, quiero que el sujeto confiese
—Solo fue parte de un cargamento y se encuentra dentro de mi camioneta, pensábamos venderla, pero cuando vieron el sello Cassano no quisieron meterse en problemas, las ocultamos, pero están completas— ladra el maldito confesando que me robó descaradamente
—La gente como tú, no merece vivir— gruño en su cara
—Mátenlo— ordeno y me doy la vuelta para salir de ese lugar, los calabozos no son mi estilo, pero he de admitir que funcionan más que está bodega.
—Espera, no me mates tengo familia— implora el sujeto antes de que cruce la puerta
—Es bueno saberlo, busquen a su familia y mátenlos a todos— respondo nuevamente y me largo, ya se está haciendo tarde para mí reunión con Javier…
—Luces molesto — dice Dante después de observarme detenidamente
—Lo estoy— respondo sincero, desde hace unos días no hago más que molestarme por todo y por nada y que haya gente idiota tratando de robarme en la cara hace que me fastidie aún más
—quiero acabar con esto y largarme de una buena vez— estoy exhausto y una parte de mi está reacia a qué me encuentre en este lugar.
A diferencia del antro de ayer, este sitio si es un club privado, las luces son tenues y relajantes. Hay algunas mujeres que vienen acompañando a los mafiosos esperándolos en las mesas decoradas como si fuese un restaurante de cinco estrellas, caminamos a una de las salas privadas y esperamos que llegue la gente de Javier.
Uno por uno comienza a llegar los socios de la mafia, Javier, Sergio y Mario, son algunos de ellos, el primero pertenece al cartel de la luna y los dos últimos al cartel de Bardes
—Lindo perro— expresa uno de los hombres de Javier al ver a Loba echada a mi costado, siempre la llevo conmigo cuando se trata de cerrar negocios, ella huele las trampas
—Es "ella"— lo corrijo
—Y si no le agradas podría atacarte— Inquiero mientras el sujeto borra su estúpida sonrisa
—Creí que Alí ya estaría aquí— masculla Sergio y Javier niega con la cabeza
—Llegara en cualquier momento— informa, comenzamos a pedir algunas bebidas, está vez elijo vino, poco después entra un musulmán por la puerta, como es de esperarse viene rodeado de varios hombres, al igual que yo lleva un traje blanco, solo que como distintivo lleva un pañuelo palestino en la cabeza sujetado con un agal.
—Dicen que la esposa del musulmán es una mujer realmente hermosa— Me susurra Javier
—No tenía idea de que el hombre estuviera casado— respondo sin afán de seguir escuchando su plática.
—Disculpen la demora caballeros, me surgieron unos asuntos de último momento— declara el hombre a modo de disculpa, está es la segunda vez que lo veo y sigue exactamente igual, su gesto arrogante que bien podría competir con el mío, somos casi de la misma edad, él debe tener 30 años, somos tan similares. El tipo es protegido por la mafia marroquí más temida.
Comenzamos con los negocios, hablamos de cuántos cargamentos podemos traer en el transcurso del año, le explicó a Javier cuáles son los pros y contras de apresurar los envíos, bebemos y se unen otros socios.
Después de terminar mi parte, me levanto y me despido, asegurándole a Javier que todo saldrá de acuerdo con cómo lo planeamos, siento que no ha sido suficiente y quiero seguir bebiendo.
—Vayamos por un trago— ordeno a Dante, al salir de la sala privada, de verdad necesito beber algo. Nos sentamos en una de las mesas y comenzamos destapando una botella de wiskhy cortesía de Javier.
Comienzo por beber tratando de callar mis pensamientos.
—sí que debes estar intranquilo— Menciona Dante al ver que he bebido dos vasos de wiskhy cómo si fueran agua
—Te lo dije, espero irme a Italia lo antes posible— espeto llenando nuevamente mi vaso.
Dante recibe una llamada y sale a atenderla, aunque la música no es muy alta, no le tomo importancia y me sirvo otro vaso de licor.
Pongo mi atención en una mujer que se encuentra de espaldas, lleva un velo sobre su cabello y es escoltada por algunos hombres con vestimentas parecidas a las del tipo de la sala privada, ella no va vestida provocativamente, pero aun así su atuendo no oculta sus curvas, el velo que lleva sobre la cabeza no la cubre por completo dejando ver su larga cabellera negra, cuando se gira puedo apreciarla perfectamente, sus labios gruesos y esos orbes de mirada profunda.
Es ella, la esposa de Alí, recuerdo las palabras de Javier, cuando dijo que es una mujer hermosa y pienso que esa palabra se queda corta.
En efecto, es la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto, cuando se percata de mi mirada, me observa por unos segundos y de inmediato eleva su barbilla y se cubre la garganta con el velo.
Bebo un trago y sonrió con ironía al pensar que es una burla y que el tiempo no lo borra todo, han pasado dos años y el maldito tiempo no me ha hecho olvidarla, cómo si hubiera sido ayer, aún siento el tacto de su piel en mis manos y aún la recuerdo gimiendo bajo mi cuerpo.