Una nueva amiga

1952 Words
Alice- Incapaz de poder afrontar la traición y los rumores del porqué la boda se había cancelado, estuve encerrada en mi habitación durante dos meses, esperaba que todo pasara como siempre lo hace, que todo se olvidara con el tiempo… pero era imposible. El tiempo pasa y lo recuerdos quedan. Continué con mi vida y mis estudios pero a pesar de todo mi esfuerzo por seguir adelante el dolor me estaba convirtiendo en algo lamentable, un despojo de persona, en simplemente nada. Mi corazón estaba cubierto de oscuridad y mis ojos parecían sin vida, sentía que todo el mundo estaba en mi contra, estaba completamente sola sin la compañía de mi madre, la necesitaba y hoy más que nunca. Por eso corrí, corrí y corrí bajo la lluvia donde los relámpagos son partícipes de mi sufrimiento y me permiten explotar sin temor a que alguien escuche mi lamentable llanto. La lluvia se mezcló con mis lágrimas y con todo mi cuerpo, al llegar al mausoleo de mi madre me tiré sobre ella necesitando solo un instante a su lado, suplicando entre lágrimas me llevase con ella al no poder soportar más el dolor, el desamor y la traición. Abro ligeramente los ojos, al parecer me dormí en este lugar y aún tengo la ropa húmeda, el cielo está aclarando y debo regresar a casa. Camino sin fuerzas por las calles pensando en cómo pude correr tanto la noche anterior, las pocas personas que circulan por las calles me miran con pena y otras se alejan rápidamente de mi camino. opto por levantar la capucha de mi sudadera gris y cubrir mi pálido rostro por completo. Avanzo torpemente chocando contra una de las chicas que están haciendo ejercicio en el parque. —  ¡Fíjate por donde caminas! – me mira molesta la rubia- ¿Acaso estas ciega? —  Lo siento, no me di cuenta –inclino la cabeza disculpándome con la mujer, quien avanza sin escucharme más —  ¿Estás bien? –se acerca una morocha —  Sí –contesto temblando manteniendo la mirada en el piso —  Deberías ir con un médico luces muy pálida –posa su mano sobre mi frente y agrega- ¡estas hirviendo mujer! Vamos a comprar alguna medicina —  No te preocupes, estoy bien –contesté zafándome de su agarre. Pero las piernas simplemente ya no me responden y me desmayo. Unas horas más tarde recobro la conciencia retirando la toalla húmeda sobre mi frente. Me siento de golpe al notar que la habitación en la que me encuentro no es mía y mucho menos la ropa que llevo puesta. —  Descuida es mi casa –suelta la morocha al notar mi asombro- por cierto me llamo Susan –sonríe Susan era una morocha de largo y sedoso cabello n***o azabache, de facciones finas y de grandes ojos caramelos, realmente muy sexy. —  Yo… soy Alice – sonreí tímidamente. A lo que ella se me acerca y me mira fijamente —  Mucho gusto Alice, déjame decirte que tienes los ojos más hermosos y tristes que he visto en mi vida –mueve su cabeza afirmando, al momento una lágrima cae por sus mejillas y sin darle importancia la limpia con el dorso de su mano apartando su mirada de la mía-. ¡Bueno! La fiebre ha bajado si gustas puedes descansar un poco más, yo… -mira su reloj- tengo que ir a cambiarme en quince debo salir al trabajo Exclamo al ver la hora, recordando la reunión de hoy con mi padre. —  ¡Debo irme! Me deben estar buscando –me levanto de la cama y Susan muy amable me indica la salida- Muchas gracias por ayudarme Susan, prometo devolverte la ropa después —  No te preocupes Alice, fue un placer conocerte pero por favor cuídate no te vuelvas a desmayar en la calle –advirtió sonriendo Era la primera vez que sonreía en este tiempo. Sin duda Susan me cae bien, de alguna manera me genera una confianza rara. Tomé un taxi y me lleva hasta mi casa.  Teresa, la señora del servicio, me entrega el dinero para pagarle al taxista y me informa que mi padre y mi tia me estaban esperando en el estudio. Abro la puerta y ambos se quedan en silencio ante mi presencia, puedo intuir el tema de su conversación: Mi lamentable vida. —  ¿Por qué se callan? ¿Siguen sin saber qué hacer conmigo? –miro a mi padre. —  Alice hija, estas por terminar tus estudios y debes empezar a trabajar en la empresa; y que mejor ahora para olvidarnos de los problemas. Reconozco que las cosas no son fáciles pero no me agrada verte encerrada en tu habitación después de clases –rápidamente mi padre está frente a mí, tomando mis manos-. No vale la pena desperdiciar tu vida por un hombre así –sin pensarlo las lágrimas se apoderan de mis ojos y él baja la mirada. —  Papá por favor no creo poder ir a la empresa, necesito un poco de tiempo –supliqué, —  Alice preciosa, tu padre tiene razón. Deberías enfocarte en otras cosas y distraerte, sino de lo contrario jamás podrás superar esta situación. No tienes ni una sola amiga a tu lado, no dejas a nadie acercarse a ti… ¡Nos preocupas! –expresa mi tía con el rostro preocupado —  Pero si tengo una amiga –mentí recordando a la morocha- y hoy tenía planeado salir con ella – Mentir es algo imposible para mí, pero algo de cierto había en mis palabras: tenía una nueva amiga; y tal vez por eso ambos me miran incrédulos. —  Te creeré Alice, pero tienes solo dos semanas para continuar con tu vida o de lo contrario yo decidiré por ti. —  Sí papá –resoplé- Ahora sino les molesta, me retiro. Necesito descansar un poco Al llegar a mi habitación, me enredo entre las mantas de mi cama, buscando la calidez que tanta falta me hace, hasta quedar profundamente dormida. …   Uso un vestido suelto y me hice en el cabello una cola, tomo el bolso con la ropa limpia para poder devolvérsela a Susan. Para las siete el chofer me esperaba en la puerta y sin poder evitarlo o postergarlo, salgo de casa. Al llegar, le ordeno al chofer se retire. En caso Susan no se encontrase tenía planeado irme al mausoleo de mi madre, como siempre. Pero para sorpresa la morocha me abre la puerta al primer toque. —  ¿Hola? – saludé al notar que estaba usando un sexy vestido rojo —  ¡Hola Alice! ¡Qué gusto verte! –esboza una gran sonrisa- estas irreconocible —  Vine a devolverte la ropa –le entrego el bolso- lo siento si te interrumpí —  No me interrumpes, saldré a cenar con unos amigos ¿te gustaría acompañarnos? –invita con una sonrisa pícara —  No soy muy buena compañía en estos momentos –me esforcé por sonreír pero no lo logro —  No importa, tú necesitas divertirte y eso haremos –sus labios se extienden aún más Así fue como terminé sentada en un restaurante junto a Susan, Sam, Peter y Sofía. Los cuales al principio me analizaron con la mirada, pero después se olvidaron de mi aspecto y empezaron a bromear entre ellos.  Enterándome del lugar de trabajo de todos: una de las sucursales de Rodrich. —  ¡Vamos a divertirnos! –gritaron al unísono —  ¿A dónde van? –pregunto tontamente —  ¡¿A dónde vamos?! Se dice –negué con la cabeza ante las palabras de Susan- ¡Oh sí! Tú vienes con nosotros Se dirigieron a un exclusivo "Club" donde el ingreso era solo por lista, al parecer intentaríamos probar suerte para entrar. —  Es tu turno Sofía –dice Sam, dejándome en claro que no es la primera vez que lo hacen. La recién nombrada suelta su larga cabellera castaña, revolviéndola de manera sensual, retoca sus labios con un labial rojo y camina moviendo sus grandes caderas en dirección al hombre de la entrada con cara de malo. Todos ríen cuando se dan cuenta de que los esfuerzos de Sofía por coquetearle al hombre han sido en vano. —  Ni modo, hoy no es nuestro día de suerte –se queja Peter, un chico delgado de cabello castaño hondeado muy agradable —  Deberíamos buscar otro lugar –dice Susan decepcionada —  Yo iré –solté como un susurro, no podía evitar hacer algo por ellos tal como ellos lo están haciendo por mí —  ¿Tú? –todos me miran sorprendidos- ¿Estas segura? –moví mi cabeza aceptando Caminé hasta el hombre de la entrada, éste me miró fijamente analizando mi vestimenta con cara de pocos amigos. —  Alice Rodrich –solo fue suficiente decir mi nombre para que las puertas se abran al instante. Voltee a ver a mis amigos haciéndoles una señal para poder ingresar todos al lugar.   —  Alice, ¿Cómo lo hiciste? –pregunta sorprendida Susan -esos ojos, deben ser esos preciosos ojos tuyos –sus comentarios me hacen sonreír Una vez adentro, las luces sicodélicas recorren el lugar y la oscuridad hace que mi vestido blanco parezca un verde neón, pero claro todos estaban tan inmersos moviendo sus sudorosos cuerpos al ritmo de blinding lights-the weekend. Nos sentamos junto a la barra observando a las personas a nuestro alrededor, todos se veían tan bien y simplemente sentía que mi ánimo no encajaba con el ambiente del lugar y mucho menos mi ropa. —  ¿Te pasa algo? –pregunta Susan acercándose a mi oído para poder escucharle. —  Siento que no estoy vestida apropiadamente –contesté, inclinándome un poco para llegar a ella, con mi escaso metro setenta apenas lograba alcanzarla gracias a sus gigantes zapatos de taco. Susan abrió los botones de mi vestido formando un ligero escote en mis pechos, soltó de mi cabello y removiéndolo lo deja libre sobre mis hombros, pinta mis labios de un rojo carmesí que combinaban a la perfección con el color de mis mejillas. —  ¡Listo! estas hermosa –Susan me sonríe con los ojitos como el gato con botas —  ¿Pedirás algo? –pregunta Sam embelesándose en mis ojos —  Una margarita –sonreí girando mi rostro hacía otro lado para desviar la atención del rubio Las bebidas llegaron rápidamente y todos brindamos. Susan y Sofía analizan detalladamente a las personas bailando a nuestro alrededor, moviendo sus cuerpos al ritmo de la música. Unos segundos después Sofía avanza sin dejar de mover su cuerpo, apoya su cuerpo contra el de un chico, al cual la recibe encantado por su compañía. —  Bien Alice, hoy te conseguiré algo bueno y éste es el lugar indicado –sonríe con malicia —  ¿A qué te refieres? –veo a los chicos dispersarse —  A conseguir algún pretendiente que imponga una hermosa sonrisa en tus labios, de esos que provocan un suspiro cuando los ves pasar –sin pensarlo me sonrojo —  No, yo no vine por eso y tampoco estoy vestida para eso Susan –le reprocho molesta —  Señoritas disculpen –el barman acerca su rostro y dos copas a nosotras- estos tragos son para ustedes. De aquellos caballeros –señala al otro lado de la barra. Susan con una sonrisa coquetamente sexy levanta su copa como invitándolos a acercarse. Al parecer esos dos tipos, muy guapos, se acercaban a nosotras poco a poco. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD