Alexander Ford había estado actuando de la manera más extraña estos días.
Primero se había empeñado en hacerme la vida de cuadritos poniéndome hacer hasta lo más estúpidamente posible en esta oficina con tal de hacerme enojar.
Luego su actitud cambió completamente y eso si que me ha asombrado ya que se ha comportado mucho menos imbécil.
Aunque lo he pillado una que otra vez viéndome el trasero con descaro haciéndome sonreír, no puedo negar que suele llamar mi atención debido a lo varonil y guapo que es, pero definitivamente no es mi tipo de hombre al ser tan frío, soberbio, arrogante, exigente y bastante amargado.
Finalmente hoy se había mostrado sereno, aunque ha lucido bastante pensativo desde su llegada a la oficina.
Es la hora de almuerzo, pero tengo tanto trabajo que decido no salir y adelantar lo que me hace falta ya que es viernes y me gusta irme a casa sin pendientes.
Le pido a Mina que me pida algo de comer y me lo lleve a la sala de juntas en donde trabajaré para mayor comodidad debido a que es mucho lo que debo revisar.
La puerta de la sala de abre, sonrió pensando que se trata de Mina pero mi sonrisa se esfuma rápidamente al ver entrar a Alexander Ford.
—¿Interrumpo?
Pregunta mientras se acerca a la mesa con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
¿Qué hace aquí?
—No señor, ¿Va usar la sala de reunión? Puedo irme si gusta.
Me levanto recogiendo mis carpetas y siento como coloca su mano sobre mi muñeca deteniéndome.
—No hace falta señorita Sánchez —Puedo sentir su respiración al estar muy cerca de mi —. No se tiene que ir, solo vine almorzar aquí, en mi oficina suelo sentirme ofuscado ¿Le molesta?
"Vaya"
Me suelto de su agarre y retrocedo carraspeando tratando de retomar mi voz.
—En lo absoluto señor.
La puerta vuelve abrirse nuevamente, esta vez entra Mina junto a su secretaria y un carrito de comida. Colocan todo sobre la mesa con cuidado y luego ambas se retiran.
—Escuche a tu secretaria pedirte esa insípida comida llamada sushi así que me adelante y te pedí algo decente.
—¿Acaba de llamar mi comida favorita insípida? —Sonríe y ruedo los ojos.
—Puedo apostar que asado de cordero y vegetales le encantará más que eso.
Se acerca a la comida , toma uno de los platos colocándolo frente a mi y colocando a un lado las carpetas. Toma su plato y se sienta frente a mi a comer tranquilamente.
Luce tan relajado que no parece el gilipollas de hace unos días. Empiezo a comer y ambos lo hacemos en total silencio, al terminar recojo todo colocándolo sobre el carrito y al ver que ha terminado también hago lo mismo con él.
Retomo asiento bajo su atenta mirada y prosigo mi trabajo. Toma las carpetas revisándolas y me mira .
—¿Quieres ayuda?
—Me hace buena falta —Le soy sincera.
—Bien, entonces empecemos.
La tarde pasa rápidamente y mi estrés baja por completo porque verdaderamente su ayuda me sirvió demasiado.
Al terminar me ayuda a llevar las carpetas a mi oficina y se despide brevemente saliendo y dejándome a solas.
"No es tan imbécil como parece"
Termino de acomodar todo, me despido de Mina deseándole un buen fin de semana y salgo de la empresa subiendo a mi coche y conduciendo hasta mi apartamento.
Al llegar me despojo de mi vestimenta y entro a la bañera tomando un largo y delicioso baño. Al salir observo el reloj y son casi las 8 de la noche.
¿Demoré tanto?
Mi teléfono suena recibiendo un mensaje de Fernando el cuál me recalca que me espera en su fiesta.
Me debato internamente si asistir o no. Fanny ha salido hoy con una conquista, Peter ha salido de la ciudad así que ir a esa fiesta es mejor que pasarla encerrada y sola aquí.
Me acerco a mi armario, miro fijamente que colocarme esta noche. Tomo mis botas negras altas,un jeans corto del mismo color y una sudadera blanca.
Guardo todo en mi bolso, tomo las llaves de mi auto y salgo del apartamento. Conduzco hasta la dirección de Fernando; he venido un par de veces en esas reuniones que hace así que se perfectamente adónde me dirijo.
Al llegar me dirijo por los estacionamientos a su elevador privado, toco el timbre y unos segundos después sus puertas se abren dejándome entrar, cerrándolas y subiendo.
Al abrir sus puertas su penthouse se encuentra en un ambiente musical agradable, varias personas esparcidas por él tomando algunos tragos conversando y riendo.
Al salir algunas miradas se posan en mi y a mi viene rápidamente Fernando con una gran sonrisa.
—Pensé que no vendrías —Deja un beso en mi mejilla y entregándome un trago —. De mis invitados importantes temía que faltaran los dos, pero al menos tu has venido.
—Prometí venir, además no tenía nada interesante que hacer en casa y quería despejarme un poco.
Tomo un sorbo del trago de wisky, murmullos se empiezan a escuchar y al girarme me quedo completamente asombrada al ver al enigmático Alexander Ford.
Luce aún pantalón de vestir, zapatos casuales, camisa blanca a mitad de sus codos con dos botones abiertos dejando ver ligeramente parte de su pecho.
—¿A eso le llamas algo casual? —Le pregunta Fernando al acercarse.
—Sabes que no me gusta vestir casual al menos que se trate del gimnasio —Responde y me mira fijamente —. Señorita Sánchez.
—Señor Ford.
Y hay nuevamente aquella mirada, sin ningún tipo de vergüenza recorre su mirada sobre mi, cae en mis piernas y luego nuevamente sube a mi rostro.
—¿Me inspecciona descaradamente? —Pregunto y Fernando suelta una pequeña risa por lo bajo.
—Solo analizaba su vestimenta que muy...linda por cierto.
Fernando garraspea y lo sujeta del brazo.
—Vamos por un trago antes que te arrepientas de haber venido —Me sonríe —. Disfruta Miranda, quedas en tu casa.
Asiento sonriendo, se lo lleva con él hacia la cocina e inspecciono todo el lugar viendo con que cara familiar me encuentro.
Observo en una esquina a Lorena, una chica amiga de Fernando con la cuál ya he interactuado antes, me uno a ella y su grupo de amigos empezando la noche.
Ciertamente ya no se que hora son, ni cuantos tragos de whisky llevo, solo sé que me siento feliz, acalorada y un poco atolondrada.
Camino saliendo al balcón siendo recibida por aquella brisa helada de la noche, observo la ciudad y cierro los ojos disfrutando de tan rica sensación de frescura.
—En tu estado no es seguro que estés parada aquí sola.
—¿En mi estado?
—Si, en tu estado de embriaguez.
"Maldito Alexander Ford"
—¿Cómo sabe que estoy ebria? —Me giro y tambaleo agarrándome del barandal y me mira con el ceño fruncido —. Bueno si, quizás un poco.
Sonríe, lame sus labios humedeciéndolos y se acerca a mi acostando nuestra distancia.
—Necesito hablar con usted a solas en el despacho de Fernando, ¿Puede venir un momento?
Asiento idiotizada, me extiende su mano y la tomo permitiendo que me guíe. La gente a nuestro alrededor nos miran y otras simplemente siguen metidos en sus asuntos.
Me abre la puerta a un costado, me deja pasar y luego entra él cerrando la puerta con sumo cuidado.
Tomo asiento, toma del escritorio una carpeta y me lo enseña.
—Esto que tengo aquí será nuestro próximo proyecto, el cuál ambos seremos beneficiados con muy buenas ganancias, solo hace falta que escuche lo que tengo que decirle y lo firme.
Lo tomo de sus manos, cuando esta por hablar unos toques nos interrumpen; suspira y se levanta abriendo la puerta.
Abro la carpeta , tomo un bolígrafo y firmo donde dice mi nombre en ambos documentos , me encuentro demasiado ebria como para ponerme a leer en estos momentos estos tediosos contratos de trabajo.
Me levanto y giro viéndolo en la puerta hablar con Fernando, al verme acercarme ambos guardan silencio y yo sonrió.
—Lo siento chicos pero yo ya me voy a casa, estoy demasiado ebria y necesito descansar.
—No puedes manejar en ese estado Miranda —Reprocha Fernando —. Te pediré un Uber.
—No hace falta, yo la llevaré a casa, también me iré mañana tengo cosas que hacer.
Fernando asiente, don mandon se acerca al escritorio tomando la carpeta y regresa a nosotros. Me despido de Fernando y vamos al elevador bajando a los estacionamientos.
Le indico me auto y le doy mis llaves, me ayuda a subir y toma el volante saliendo del edificio.
Le digo mi dirección , reclino el asiento del auto y cierro los ojos dejándome llevar completamente.
***
"Maldita resaca"
Al abrir los ojos y lo primero que me recibe es un enorme dolor de cabeza y unas terribles náuseas.
Me levanto de la cama, salgo de la habitación y me detengo en seco al ver a Alexander Ford sentado a un lado de la isla de la cocina tomando una taza de café mientras sostiene en sus manos su teléfono.
¿Qué carajos hace aquí?
Levanta la mirada, me mira fijamente y en sus labios se dibuja una pequeña sonrisa burlona.
—¿Café para la cruda? —Me señala la cafetera en la cocina —. Me encargue de prepararlo bien cargado.
—¿Qué hace aquí y cómo entro?
—¿No lo recuerdas?
Entonces recuerdo que se ofreció a traerme, lo último que recuerdo es el manejando mientras yo me quedaba dormida en el asiento del copiloto.
—¿Paso la noche aquí? —Asiente —. ¿Dónde durmió?
Me señala el sofá , suspiro y avergonzada paso a su lado buscando en la repisa una taza sirviéndome un poco de este.
—Señorita Sánchez, anoche le hable sobre nuestro próximo proyecto el cuál ambos saldríamos beneficiados, pero no me dejo explicarle .
—No hace falta, se todo sobre ese negocio y por eso firme señor Ford.
—¿Firmo? —Me mira asombrado y asiento.
—¿Acaso no se trataba sobre la construcción del centro comercial que los clientes vinieron hacer hace unos días?
—No señorita, —Se levanta de la silla —. Esos documentos era una propuesta personal, una propuesta de matrimonio.
—¿Qué? —Río negando —. ¿Se ha vuelto loco?
—Señorita Sánchez, mi padre me está obligándome a casarme si quiero seguir siendo el CEO de la constructora y manejar la fortuna familiar —Me mira fijando —. Por eso necesito casarme por el termino de unos meses, quería ofrecerle el negocio de un matrimonio arreglado en el cuál estoy dispuesto a pagarle 5 millones si firmaba pero veo que ya lo a hecho.
"Puta madre"
—Esto debe ser una maldita broma —Dejo caer la taza y niego —. Yo no me puedo casar con usted, ¿Se ha vuelto loco?
—No sería un matrimonio verdadero, solo sería una fachada de unos meses en el cuál ambos saldremos bien beneficiados.
—¿Por qué no se casa con una de sus tantas conquista? —Refuto —. Por lo que vi en una revista tiene muchas, una de ellas aceptaría encantada.
—Casarme no estaba en mis planes señorita —Introduce las manos en sus bolsillos —. Decirle a unas de ellas sería condenarme a un matricidio, solo necesito una mujer bella, inteligente que me sirva para hacer negocios y que mejor mujer que usted.
—Me niego rotundamente señor Ford.
—Usted firmo el contrato, ya no hay vuelta atrás señorita Ford —Me da una pequeña sonrisa y se gira —. Le dejo uno de los contratos firmados por usted para que pueda leer los términos y condiciones, si tiene alguna duda o esta en desacuerdo con algo puede llamarme y buscaremos la manera de solucionarlo.
Me da una última mirada y se marcha dejándome en completo shock, tratando de procesar todo lo que me acaba de decir.
—Que diablos hiciste Miranda...