A Regina se le hizo extraño que William decidiera ir con ellas en el interior del carruaje, sin embargo, guardó silencio y estuvo a la expectativa de lo que pasara con el nuevo acompañante, lo que no pasó desapercibido ante él. —Lamento si mi presencia les incomoda —dijo William y Regina negó insistentemente, sintiéndose culpable por hacerlo sentir mal. —Para nada, señor, solo es un poco extraño tenerlo acá —se apresuró a explicar y le sonrió levemente. —Desde siempre he sufrido de fuertes dolores de cabeza y creo que el sol de hoy me ha afectado —explicó William. —Lamento escuchar eso…, espero que su malestar pase pronto —dijo Regina, quien volvió su atención a Dash, que parecía estar soñando algo. El carruaje empezó a moverse, los cascos de los caballos resonaban contra el suel