El primer impulso que Regina tuvo fue liberarse, traía una vieja pala en la mano y estaba muy dispuesta a usarla para defenderse; sin embargo, su mano quedó suspendida en el aire, mientras sus ojos se fijaban en el rostro sorprendido de William… —Soy yo, Regina —le dijo, con la mano firme sobre su brazo y la otra suspendida en el aire para evitar el ataque. —¿William? —preguntó ella con sorpresa, no esperaba volver a verlo y menos, allí… ¿Estaría en problemas ahora que fue descubierta? —¿Qué hace acá, Regina? —cuestionó él, no era necesario confirmar su identidad, pero entendía la sorpresa de la joven madre. —Yo…, yo me estoy ocupando de la huerta —murmuró. William enarcó una ceja, se fijó a su alrededor y no parecía que en el lugar hubiese una huerta, por lo menos, él no la recordab
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