Narra Amanda. Sentí una luz muy fuerte en mí rostro, mis ojos se abrieron de a poco, pude ver qué la cortina tenia una abertura dónde la luz se filtraba. —¡Oh Dios, mi cabeza!—pronuncie sintiendo la reseca ya en mí cuerpo—.¿Qué diablos pasó anoche?—dije para mí misma mientras trataba de concentrarme en mi habitación. Me di cuenta que todavía llevaba puesta la ropa que había usado anoche. Apenas podía recordar algo, recordé levemente que había subido al coche de un hombre cortes que había conocido, cuyo nombre era Santiago para volver a casa. Me levanté, fui al baño y luego me miré en el espejo. Mi cabello se veía salvaje, mi maquillaje estaba corrido y ahumado parecía un mapache medio muerto y mí aliento era fatal. Tomé mi cepillo de dientes y empecé a cepillarme mientras sent