— ¡Señor Collins! Qué gusto conocerlo finalmente, es un honor que me haya invitado a esta reunión… — Gianfranco estiraba su mano hacia Albert con gran entusiasmo. — Mucho gusto, señor Rizzo, puede tomar asiento. — Contestó Albert, respondiéndole con un apretón de mano fugaz y mostrándose con mucha seriedad. — Señor, gracias por esta oportunidad, estoy muy entusiasmado con la reciente inversión que hice en su empresa y si me lo permite, tengo algunos proyectos que creo, podrían interesarles… — Gianfranco fue a abrir una enorme carpeta, cuando Albert lo interrumpió. — Disculpe, señor Rizzo, pero no lo mandé a llamar por eso… — Soltó Albert tajante con una expresión ceñuda. — ¿Qué? — Gianfranco se detuvo, confundido, viendo que Albert sacaba un papel de una carpeta que tenía al frente. —