Capítulo 6

2103 Words
Sam despertó algo desorientado. Bostezando, se sentó restregando sus adormilados ojos hasta que pudo observar bien a su alrededor. Y sinceramente, no sabía qué pensar de lo que veía. Estaba en una gran habitación algo lujosa, sobre una gran cama muy suave y con un pijama que no le pertenecía, él ni siquiera tenía pijama a decir verdad, ya que le gustaba dormir en ropa interior solamente. Otro detalle importante que noto, es que estaba solo. Tirando de las blancas sábanas suaves hacia atrás, movió sus piernas y se sentó en la orilla de la cama. Inmediatamente su trasero dolió en protesta, recordándole el por qué de su dolor. Antes de poder pensar en algo más, una de las puertas fue abierta y él apareció. John sonrió al contemplar a su pareja sentada en su cama ya despierto. Sin esperar más, se acercó con grandes pasos hasta estar frente al pelirosa pastel, acunando las abundantes mejillas entre sus manos se inclinó para besar aquellos apetitosos labios. —Buenos días, bonito —susurro sobre los labios contrarios, pasando su lengua sobre ellos antes de separarse mínimamente. —Buenos días... John —respondió mordiendo su labio inferior, podía sentir como sus labios querían temblar ante la sensación de aquella lengua tan arrebatadora. —Recuerdas mi nombre, eso me gusta —sonrió acomodando un desordenado mechón detrás de la oreja. —¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? —pregunto luego de unos segundos, sentía que si no preguntaba ahora, después no podría. John suspiró alertando un poco a Sam y luego se sentó a su lado. Tomándolo de su cadera y lo arrastró hasta su regazo sin ningún problema, como si no pesara nada. Sam simplemente se dejó más que gustoso de estar más en contacto con el apuesto hombre. No tenía ni idea de por qué un hombre como él lo quería cerca, pero Sam no se quejaba. —¿Qué sabes acerca de los shifters? —la pregunta provocó que Sam inclinara ligeramente la cabeza hacia la izquierda, pensativo. La pregunta había sido inesperada y formada con seriedad. —No mucho —respondió encogiéndose de hombros—. Sé lo general. Hicieron una especie de paz con los humanos y coexisten juntos pero bajo ciertas reglas, ellos casi nunca se revelan ante nosotros y prefieren estar alejados de los humanos. John asintió—. ¿Sabes qué tipos de cambiaformas hay? —el pelirosa lo observó unos segundos. —No, pero los más comunes son los lobos, ¿no? —respondió deseando recargarse más en el caliente cuerpo bajo suyo. Como si entendiera su deseo, John posicionó su gran mano en el hombro cubierto por el pijama y lo atrajo más a él. Sam exhalo felizmente. —Bueno cariño, estás en lo cierto pero también hay cambiaformas guepardos, tigres, osos, zorros, los cuales son poco comunes y... Leones —informó. —¿Y por qué me estás explicando esto? —pregunto directo al punto, teniendo un presentimiento de a dónde se dirigían con toda la charla. —Soy un cambiaforma, soy un león alfa —anunció y el cuerpo de Sam se tensó. Una cosa era hablar de ellos, mencionarlos y verlos desde lejos a lo mucho. Pero otra, era haber tenido relaciones sexuales con uno y estar en ese mismo momento en su regazo. Lo raro de todo... Era que Sam no tenía miedo, era como si una parte de él sabía que el hombre que le hablaba cariñosamente no le haría daño alguno. —¿Es por eso que Nail me advirtió que no me acercara a ti? —pensó en voz alta. —No lo creo bonito, son pocas las personas que saben de esto... ¿No tienes miedo? —pregunto masajeando el muslo de Sam. —Considerando que tuvimos sexo y no me lastimaste, y que también ahora mismo estoy en no sé dónde, sobre tu regazo y aún no me ha pasado algo malo... Pues no, no tengo miedo y tampoco te puedo tener miedo a ti —explicó disfrutando de las caricias. Extraño, Sam sabía que cualquier humano se estaría volviendo loco con la situación, pero él no... Solo lo sentía, natural. —Nunca haría algo que te lastimara, bonito, no tienes de qué preocuparte —prometió—. Y respondiendo tu pregunta, estás en mi casa, te traje anoche luego de que te quedaras dormido después de hacer el amor. “Amor, no sexo” pensó algo curioso Sammy. —¿Me has secuestrado, señor John Smith? —preguntó juguetón mientras se daba vuelta, pasando una de sus piernas al otro extremo, rodeándolo hasta estar a horcajadas sobre él. John sonrió hambriento, afirmándose de la cintura simuló una embestida. Sam gimió bajito, sintiendo como el duro m*****o del cambiaforma presionaba contra su trasero y odiando la ropa que impidió el contacto directo entre ambos. —Tantas ganas como tenga de volver a enterrarme profundamente en tu interior, bonito, pero primero debo de alimentarte —anunció—. Estás muy liviano, llegas a pesar menos que una pluma —Sam gruñó disgustado cuando fue alejado y bien parado. Juntó sus cejas disgustado, no tenía hambre... Al menos no de ese tipo de hambre. Enfurruñado, pasó por al lado de John y se volvió a acomodar en la suave cama bajo las mantas. Si no iba a tener aquel abrasador cuerpo sobre y dentro de él, al menos dormiría antes de que tuviera que volver al club. El shifter león alzó una ceja ante el berrinche del pequeño hombre. Con una sonrisa ladina, tiró de las sábanas hacia atrás y tomó aquel pequeño cuerpo colocándolo sobre su hombro. Sammy se quejó luchando por volver a la comodidad de la cama y el alfa golpeó aquel exquisito y suave trasero, logrando que el humano se quedará tranquilo. —Vamos a comer, bonito —declaró acomodándolo mejor sobre su hombro y saliendo de su habitación. Sam realmente estaba enfurecido por haber sido sacado en contra de su voluntad de aquella cama, realmente lo estaba... Estaba, pero cómo estar enojado cuando frente a sus ojos y rostro tenía la excelente vista de unos firmes glúteos que se movían cada vez que su secuestrador avanzaba. Sonriendo travieso, colocó sus dos manos sobre aquel trasero y apretó con ganas, sobresaltando un poco a John y logrando que soltara una rica carcajada sorprendida que provocó un extraño sentimiento en Sammy. Con delicadeza, fue dejado sobre el mármol de la isla. —Yo quería seguir durmiendo —se quejó cruzando sus brazos sobre su pecho, observando cómo se alejaba el contrario. —Y puedes seguir después de comer —le respondió volviendo con él, dejando un plato al lado del pequeño cuerpo. —Tengo que aprovechar mis horas de sueño, después tengo que ir a trabajar —siguió quejándose, recibiendo la comida que le estaba dando John de su propia mano. El alfa guardó silencio y su cuerpo se tensó. No dejaría que su pareja volviera a aquel lugar donde todos lo veían, Sam le pertenecía a él. —No irás —ordenó con un gruñido. Sam mastico lentamente el alimento en su boca y observó mientras atento a John. Él no podía estar hablando en serio, ¿o si? —Sí iré —afirmó—. Es mi trabajo. —Lo dejarás. —anunció y Sam juntó sus cejas ante el tono que estaba empleando el contrario. —A ver John, tuve el mejor sexo de mi vida contigo, eso lo voy a admitir —el contrario sonrió satisfecho al escucharlo— Pero por tener sexo contigo una vez no significa que me vas a ordenar y manejar mi vida a tu antojo, recién te conozco y no eres ni mi madre, padre, o pareja para opinar u ordenar —aclaró. El león sonrió de forma satisfecha—. Ahí te equivocas, bonito, soy tu pareja. El pequeño pelirosa pastel suspiró inclinado su cabeza. —John... Te conocí prácticamente ayer y solo tuvimos sexo una vez —el alfa alzó una ceja— Bien, también me diste un excelente orgasmo en el callejón —añadió—. Pero hoy desperté en tu cama y en tu casa porque tú me trajiste mientras dormía, eso no significa que sea tu pareja. —La marca en tu hermoso cuello dice que eres mi pareja —reveló con tranquilidad. Sam alzó su mano tocando su cuello. Efectivamente, había una sensible marca extraña ahí. Sorprendido, corrió a John que estaba entre sus piernas y se bajó de un salto del mesón de la isla, corriendo a cualquier parte en busca de un espejo. Cuando observo su reflejo, contemplo sin aliento la marca en su cuello. Esos definitivamente eran marcas de dientes. —¿Qué me hiciste? —pregunto mirando su cuello, casi enmudecido. Debería de estar asustado, aterrado y todas esas cosas, pero no lo estaba, otra vez. Por el contrario, solo estaba algo enojado porque John estuviera tomando decisiones por él sin preguntar nada. —Eres mi pareja, Sam, lo supe desde aquel día en el club de Williams y anoche lo comprobé —pronunció acercándose—. Tu aroma me volvió atraer y fui capaz de anudarme en ti y de marcarte, no podría haber hecho aquello si no fueras mi pareja —explicó parándose detrás de él y observando aquella marca, su marca, con orgullo reflejado en sus ojos. —A ver si entiendo, gatito... Soy tu pareja por el simple hecho de que pudiste morderme como un animal y hacer esa otra cosa que no entendí —dijo conteniendo su enojo, tratando de comprender la extraña situación en la que se había metido. John alzó una ceja divertido ante el apodo de "gatito", si hubiera sido otra persona ya lo habría matado ya sea con un disparo o rasgando su garganta, aunque no le gustaba mucho la segunda opción, sus uñas siempre quedaban sucias con sangre y era muy difícil quitársela. —Anudar dentro de ti, bonito, eso significa que la cabeza de mi pene se hinchó dentro de la exquisita estrechez interior de tu cuerpo para asegurar que mi e*****a quedará totalmente adentro, marcándote desde el interior —explicó. Sam abrió su boca en una perfecta “o”, sorprendido y teniendo una muy explícita imagen mental de aquello, olvidando por completo su enojo... Cómo deseaba sentirlo otra vez. Un excitante calor abrasador le invadió despertando su m*****o. —Bonito, no me tortures así... —susurro John abrazándolo por detrás, sintiendo el deseo de su pareja a través del lazo que había nacido entre los dos luego de marcarlo. Otra señal de que Sam era su pareja. —¿Torturarte cómo...? —pregunto coqueto, restregando su trasero otra vez contra el m*****o de John. —Vamos, termina de comer —insistió el alfa verdaderamente preocupado por el peso de su pareja—. Si sigues teniendo energías luego de eso, podremos jugar. Sam viró sus ojos y terminó por acceder. De momento dejaría pasar la extraña conversación, pero la retomaría cuando pudiera, lo más pronto posible, no dejaría cabos sueltos en algo que no entendía muy bien. Ambos volvieron a la cocina encontrando un hombre de cabello n***o y traje esperando ahí, con sus brazos cruzados sobre su pecho. —Hank —pronunció John, quitando toda expresión de su rostro mientras intentaba cubrir con su cuerpo a Sam. “¿Qué? ¿Acaso se avergüenza de mí?” se preguntó Sam sintiendo su enojo volver. —Tienes una reunión en diez minutos John, tenemos que irnos —pronunció serio, ignorando totalmente la presencia de Sammy. —Te ordené que cancelaras todo, te dije que estaba ocupado —gruñó. Por fin los ojos de Hank se posaron sobre Sammy que salió detrás de la espalda de John. —¿Con él? —arqueó una ceja—. ¿Piensas cancelar una reunión que te puede costar diez millones, por él? —su tono era algo fastidiado e irritante para el gusto de Sam. —Él es mi pareja. —gruñó John ante el tono de su amigo. Preguntándose por qué actuaba así. —Y no me gusta que lo veas ahora, es mío —pronunció enojado. Así que no lo ocultaba por vergüenza, sino que por celoso. Sam suspiró llamando la atención de su supuesta pareja. Alzándose un poco sobre la punta de sus pies le besó la mejilla, o lo intentó al menos, ya que aquellos delgados labios lo tentaron. —Estaré arriba —avisó retrocediendo—. Sé cuando no soy bienvenido en una parte y definitivamente a tu amigo aquí, le caigo fatal —pronunció sin importancia, encogiéndose de hombros. —Subo dentro de poco —prometió viendo cómo aquella pequeña espalda desaparecía—. ¿Qué mierda te pasa? —pregunto con el ceño fruncido. —Lo marcaste. —Claro que lo marque, es mi pareja, te lo dije. —Él no sabe nada John, te has puesto a pensar en que... —Ya sabe que soy un shifter león y lo que significa aquella marca en su cuello —soltó aburrido de escuchar aquella excusa. Hank permaneció en silencio, obviamente no aceptaba todavía a Sam o la relación que iba a tener con él, y a John no le podía importar menos que nada, era su amigo y trabajador, nada más. Viendo que no había nada más que discutir, salió de la cocina en busca de su pareja, deseando verlo y tenerlo entre sus brazos. Esa pequeña cosita con temperamento era un diablillo con apariencia de ángel. —¿Qué haces? —pregunto entrecortado, sus ojos recorriendo cada rincón de aquel cuerpo. Sam solo tenía una toalla rodeando su cintura mientras que gotas de agua recorrían lentamente su cuerpo a causa de su cabello húmedo. —Usé tu ducha —anunció caminando hasta la cama, donde se sentó a la orilla y con una toalla pequeña seco bien su cabello. —Bonito, no puedes tentarme así y esperar que no me hunda en tu interior —exclamó mientras se acercaba a paso lento, como un depredador a su presa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD