Sam suspiró con cansancio, con el dorso de su mano limpió el rastro de lágrimas y terminó de subir las escaleras.
—¿Estabas llorando? —preguntó Nail sobresaltando al pelirosa pastel que no se había percatado de su presencia.
—¿De qué hablas? ¿Y qué haces aquí? —preguntó sacando sus llaves, ignorando la preocupación en los ojos del contrario.
—Sé lo que vi Sam, definitivamente estabas limpiando las lágrimas de tu rostro y tus ojos están algo rojos —observó.
—Las drogas también irritan los ojos —se burló abriendo la puerta y sacándose sus zapatillas, dejando su mochila en el suelo cerca de estas.
—Tú y yo sabemos que no consumes drogas, ni siquiera fumas porque eso perjudicaría lo que te apasiona que es bailar —argumentó logrando que Sam rodara sus ojos y se sentará sobre su cama, doblando y cruzando sus rodillas.
—Ajá, ¿y viniste solo a...? —cuestionó alzando una ceja.
—Jinian te dejó algo de comida para hoy —respondió dejando sus zapatos en la entrada y sentándose en el único sofá disponible.
Dejó las bolsas con comida al lado de Sam y encendió la TV mientras se estiraba hacia atrás en el sofá.
—Ustedes dos deberían dejar de preocuparse por alimentarme, no soy una mascota —se quejó mientras relamía sus labios, ansioso por la comida frente a sus ojos.
Saco de la bolsa la fuente con comida para comenzar a comer.
—¿Comiste algo durante el día? —preguntó con un suspiro.
—No pero...
—Precisamente por eso es que nos tomamos las molestias para asegurarnos de que comas, ninguno de los dos quiere que ese accidente se vuelva a repetir —reprochó con dureza.
—Fue eso, un accidente —se quejó tapando su boca al tenerla llena con comida.
—Nadie se olvida que tiene que comer tres veces al día Sam —resopló—. Y no digas que es por dinero porque ganas lo suficiente como para pagar un mejor departamento, comprarte más ropa, cambiar tu celular, y comprar comida —advirtió—. Pero aun así no haces nada. E incluso a veces vas a reemplazar en el club del Este ganando un dinero extra.
—Qué, ¿me vigilas? —preguntó algo tenso.
—No pero soy atento —respondió encogiéndose de hombros—. Sinceramente, ¿qué haces con el dinero, Sammy? —preguntó juntando sus cejas con preocupación, observándolo.
—Nada. —Nail rodó sus ojos y se giró para volver a observar la TV, algo dentro de la mochila mal cerrada llamó su atención.
Inclinándose, la tomó del suelo no muy lejos de él. Sam llegó a correr para quitarle la mochila de sus manos de forma apresurada.
—¿Qué era ese papel? Tenía el símbolo de un hospital y si lo vi bien, uno de los mejores —interrogó cruzando los brazos sobre su pecho.
—No es nada Nail, te preocupas tanto o más que Jinian por pequeñeces —se quejó llevando su mochila con él.
—Desde que te conocí supe que ocultas algo Sammy, no te he querido forzar esperando que un día confiaras lo suficiente en nosotros para contarnos —expresó sincero.
Sam hizo una mueca, sintiéndose algo culpable.
—No es nada Nail... Es algo muy personal que no es para contar a los cuatro vientos, tampoco es algo de lo que me acomode hablar pero te prometo que no tengo ninguna extraña enfermedad de las cuales están pasando ahora por tu cabeza ahora —prometió antes de volver a llenar su boca con comida.
El rubio suspiro relajando su cuerpo y se volvió a sentar en el sofá. Debía ser muy importante aquello como para que el pequeño pelirosa actuara así.
Rendido, se dedicó a observar la TV y hablar con Sam hasta que recordó su conversación con Wang unos momentos atrás.
—Hable con Wang, realizará su reunión mañana en la tarde —voltea a verlo— Tienes que estar ahí, fue lo que pidió. Está confiado de que podrá cerrar el trato con Smith mañana —bufó.
—¿Wang? ¿Smith? —preguntó limpiando sus labios ante aquellos nombres desconocidos.
—No interesa saber quienes son o su ocupación, sólo te diré que no te acerques por nada del mundo a Smith, es el más poderoso y peligroso —advirtió con un bostezo, levantándose— Tampoco a Wang, es un completo mujeriego.
Revolviendo el suave cabello pelirosa pastel se fue, dejando a un solo Sam de nuevo.
Terminando de comer, Sam limpió sus labios suspirando satisfecho.
Levantándose de su cama se dirigió a su pequeña cocina para limpiar las fuentes en las que había estado la comida minutos antes.
Pensó que el hombre llamado Smith del cual había sido advertido por su amigo, sentía que ya lo había escuchado en otro lugar pero no podía recordar dónde.
Encogiéndose de hombros, le restó importancia olvidándolo. Él solo iría y bailaría para sí mismo como hacía siempre, no para los demás.
(* * * *)
Sam alzó una ceja cuando un grupo de tres de los bailarines se cruzó en su camino hacia su camerino personal, impidiéndole seguir.
—Se supone que Jinian es tu amigo, ¿cómo lo puedes engañar con el jefe Nail para subir de categoría aquí en el club? —preguntó una de las chicas, su mirada pesada y envidiosa.
—Solo eres un puto, deberías de ir a un prostíbulo, allí perteneces, no aquí —pronunció el chico que la acompañaba.
—¿Terminaron? Tengo que prepararme para mi turno —sonrió sin importarle las mierdas que le tiraban.
Como el grupito no estaba dispuesto a dejarle tranquilo, Sam se hizo camino entre ellos empujándolos e ignorando sus chillidos disgustados abrió la puerta de su camerino cerrándola en sus caras.
Riendo, dejó su mochila en el sofá y comenzó a cambiarse de ropa.
Extrañamente el club estaba realmente vacío para ser un sábado en la tarde, por lo general, este se llenaba desde temprano, apenas las puertas se abrían y sin exagerar.
Había sido un poco extraño llegar y que todo estuviera en silencio.
La puerta se abrió y Nail entró comprobando que Sam ya había llegado. Inmediatamente sonrió al verlo decidir cuál de los vestuarios que su pareja hizo usaría esa noche.
—Ellos llegarán en unos minutos más, Sam —informó—. Saldrás primero.
—Está bien —respondió eligiendo una camisa negra prácticamente transparente y unos jeans de cuero blanco que abrazaban sus piernas con fuerza, estos tenían unos botones en todo el costado que le facilitarían el quitárselos después.
—Ten cuidado y diviértete —sonrió el rubio, saliendo de la habitación nuevamente para asegurarse de que todo estuviera bien.
Inclinó su cabeza hacia sus demás bailarines que esperaban afuera, casi parecía que le habían estado esperando.
—¿Cuándo saldremos nosotros, jefe Nail?
—Después de Sammy —respondió viendo la hora en su reloj de muñeca y alejándose para ir a la entrada del club.
Arregló el cuello de su camisa negra justo a tiempo para cuando sus puertas fueron abiertas por sus guardias. Wang y Smith entraron cada uno con un hombre a su lado, siguiéndoles de cerca pero manteniendo una pequeña distancia.
Wang sonrió al contemplar a Nail y se acercó dándole un corto abrazo amistoso.
—Nail, me alegra verte —sonrió el contrario, su voz como siempre algo escandalosa.
—A mí igual, Wang —sonrió ladino y luego observó a Smith.
Smith era un hombre con su figura definida, con su 1, 75 era unos cuantos centímetros más bajo que él pero estaba seguro de que sería unos cuantos más alto que Sam. Su cabello era de castaño chocolate y unos ojos de color miel con cierta oscuridad envolventes presentes en ellos junto a unos delgados labios.
Smith observaba alrededor con un interés silencioso, como si estuviera calculando algo en su cabeza. Cuando reparo en Nail, sonrió ladino, una sonrisa que llegaba a parecer incluso burlona.
—Smith.
—Williams —se presentaron ambos con un apretón de mano.
—¿Está cerrado? —preguntó con voz grave, soltando la mano de Nail.
—Wang reservó todo el lugar —respondió—. Por favor, tomen asiento donde gusten. ¿Desean un trago antes de que Sammy aparezca?
—¿Sammy? —Smith alzó una ceja con curiosidad no expresada.
—Principalmente por él te traje Smith, es un gran bailarín —se emocionó Wang, siguiendo al contrario cuando este decidió sentarse en un cómodo sofá de cuero n***o, frente al escenario.
Smith no dijo nada más, era un hombre callado la mayoría de las veces que solo hablaba cuando se trataba de trabajo si de eso se debía su salida.
Cuando las luces se apagaron y encendieron en cambio unas suaves, la silueta de ambos se cubrieron con ellas perdiéndose.
Nail se retiró y fue hacia el barman, ordenando dos tragos de Whisky.
La música comenzó a llenar la sala, era una melodía lenta y suave con un volumen bajo. Luces rojas se encendieron sobre el escenario, iluminando la entrada de Sam.
Comenzando con su baile, el joven de cabello rosado pastel se sentía realmente libre al no sentir tantos pares de ojos sobre él, y como no en mucho tiempo, disfrutó cada movimiento que hacía al ritmo de la sensual música.
Sus pequeños pies descalzos se deslizaban como si nada por el suelo, su cuerpo de arqueaba y sacudía.
Sonriendo, abrió sus ojos percatándose de una mirada inquietante y penetrante.
Atractivos ojos mieles seguían cada uno de sus movimientos, prácticamente ignorando al hombre a su lado que le hablaba sin parar.
Un calor comenzó a recorrer su cuerpo al sentir aquellos ojos sobre él. Mordiendo su labio inferior, Sam se dio media vuelta comenzando a mover su trasero, con sus pulgares entre el borde de su pantalón y su piel, lentamente comenzó a deslizarlos hacia abajo, olvidándose de arrancarlos de golpe como había planeado, quería seguir quemándose con aquella mirada que seguía sus movimientos.
Quedando con unos pequeños bóxer apretados y negros, se dio media vuelta nuevamente enfrentando al peligroso hombre.
Sus rodillas chocaron gentilmente contra el suelo y comenzó a gatear hacia su único público, queriendo ver a quién le pertenecía aquellos ojos miel con cierta oscuridad atrayentes en ellos.
A medida que se acercaba, más podía vislumbrar.
Sam sonrió coqueto y sensual al por fin poder diferenciar el rostro del apuesto hombre a unos escasos metros suyo. El hombre era de piel algo pálida, cuerpo trabajado, pelo castaño chocolate y vestido de traje. Sus facciones duras y definidas.
Había algo peligrosamente atrayente en él que le llamaba.
Succionó suavemente su relleno labio inferior sintiendo algo extraño en su interior cuando el extraño solo le siguió observando en silencio.
Suspirando, decidió retroceder hasta el tubo y seguir con su baile.
Ellos debían de ser aquellas dos personas peligrosas a las cuales no debía acercarse, por más caliente y atractivo que le pareciera uno de ellos.
Abrazando el tubo plateado, restregó su pecho en este y suspiro al sentir el frío contra su acalorada piel.
Sammy realmente quería ignorar a aquel peligroso pero condenadamente apuesto hombre, pero era difícil sintiendo como este llegaba a perforar su nuca observándolo.
La música cambió a una un poco más rápida y Smith prestó más atención al pequeño hombre escalando con cierta emoción el tubo. Tragó saliva al contemplar como aquellos moldeados y perfectos muslos abrazaban en lo más alto el tubo y luego se deslizaba por este.
Muslos que deseaba de pronto que rodearan su cintura.
—Es bueno ¿cierto? —preguntó Wang observando al pequeño hombre delgado—. Escuchar aquella suave risa exótica y traviesa mientras baja y sube por en tubo hace que mi pantalón apriete —exclamó con voz lasciva.
Smith volteó a verlo de repente sintiéndose algo molesto de no ser el único presenciando aquel acto tan hermoso y sensual. Aclaró su garganta llamando la atención de Wang.
—Sigue con lo otro. —ordenó sin hacer notar lo perturbado que estaba por aquel sensual joven pelirosa pastel.
Wang sonrió y siguió hablando señalándole los puntos del contrato entre sus manos. Sus ojos lo observaban un momento, pero enseguida volvían al escenario para observar aquel pequeño y sensual hombre bailar.
El cambio de música llamó la atención de los dos hombres, logrando que ambos observaran al sensual bailarín.
Sam se dejó caer desde una cierta altura y cuando estuvo a salvo en el suelo, comenzó a moler su respingón trasero contra el tubo de arriba abajo de forma erótica.
Sus pequeños ojos buscaron aquellos mieles y felinos de Smith, sonriéndole, le cerró un ojo de forma coqueta antes de relamer sus labios y finalmente salir del escenario recogiendo su ropa.
—Mierda, casi me vengo en mis pantalones. Esa es una pequeña bomba muy sensual —habló con su respiración algo agitada Wang, logrando que el contrario frunciera el ceño ante aquella declaración.
—Firmemos. —pronunció sin querer escucharlo más, sus pantalones apretaban y sus manos picaban por tocar aquel redondeado trasero.
Wang sonrió y estiró la hoja con una pluma. Smith firmó releyendo cada una de las cláusulas, podría haber quedado un poco distraído por aquel baile y bonito hombre de cabello rosado, pero eso no afectaba nada en sus negocios, o al menos no lo suficiente para no leer.
Nail se acercó a ellos con otra ronda de whisky justo cuando sellaron el trato.
—Oye Williams, ¿crees que pueda ir a ver al chico para felicitarlo por tremendo baile? —preguntó Wang guardando el papel firmado en su maletín y entregándoselo a su acompañante.
—Sammy solo baila, no ve o interactúa con los clientes más que eso —anunció—. Este club no es así, pero si quieres algo de ese tipo tienes que ir al que tengo en el Este —explicó dejando los vasos sobre la mesa.
Ambos hombres se tomaron de un viaje el vaso de Whisky. Smith observaba fijamente el escenario como si en cualquier momento aquel pelirosa pastel pudiera volver aparecer, deseando que fuera así, pero no lo fue, en cambio salieron otros bailarines.
—Una pena —susurró Smith llamando la atención de Nail antes de retirarse con elegancia.
Nail observó algo inquieto la espalda de Smith mientras salía de su club, solo esperaba que aquello no significara nada.