Entrando en la cocina por una taza de café, Hank contempló a Sammy en esta.
—Oye, Sam —llamando aprovechando la oportunidad para disculparse y aclarar las cosas.
—Ahora no Hank —negó el pequeño hombre sin siquiera mirarlo—. Vengo recién despertando después de toda la mierda que pasó ayer —se quejó dejando sobre el mármol de la isla una taza de café junto a un frasco de pastillas, para seguido abrir el refrigerador de dos puertas y sacar una cajita transparente con frutillas en ella.
Hank esperó pacientemente hasta que el Sammy estuviera sentado en el banquillo de la isla, comiendo de sus frutillas antes de hablar.
—Lo siento, me equivoqué —expresó con tal sinceridad de forma inesperada que sorprendió al contrario, provocando que se ahogara.
Sam abrió exageradamente sus ojos asustado m
