–Me parece que usted señorita, no quería que yo estuviera con mi compañera de trabajo, además es solo un almuerzo– ella arrugó la cara.
–Que insinúa usted, ¿que yo estoy celosa? por favor... No sea ridículo.– yo sonreí aunque ella lo negara mil veces su rostro la delataba y sus acciones como me decía que no estaba celosa y el solo hecho de hablar de Verónica le hacía poner rostro de desagrado.
–Si, entiendo señorita. ¿Entonces por qué me hizo subir acá para hacer algo que no podía hacer, yo creo que usted si sabía que esa puerta está a cerrada.– ella negó con su cabeza.
–Le dije que no y ya está conversación no me gusta vuelva a su trabajo que yo vuelvo al mío.– con esas palabras se dio media vuelta y entró a su oficina.
Horas después se terminó la jornada de trabajo y la señorita Est
