Mi triste destino
Cuál es nuestro destino no lo sabemos hoy decidimos algo, pero mañana podemos cambiar de opinión, es triste que yo no pudiera elegir el mío a mí me lo arrebataron por culpa de la maldita ambición de otra persona pague y me salió cara la factura.
De niña jugaba a ser millonaria y tener muchos lujos, joyas, autos, ropa, zapatos etc. quien diría que si lo logré tengo todo lo que puedo pedir una casa grande auto último modelo todos los que me ven dicen que soy afortunada, pero yo no creo eso para nada odio mi maldita vida llena de farsas odio que me casé con alguien a quien no amo, mi esposo André Santini dueño de la fábrica encargada de distribución de alcohol más grande de todo Miami es un hombre ególatra, ambicioso y un mujeriego. Si tan solo fuera diferente pudiera amarlo, pero todo él es alguien que no puedo amar aunque me lo ha dado todo no me dio lo más importante, una oportunidad de elegir.
Mi padre siempre ha sido un apostador y por problemas de deudas que no podía pagar acudió a André su jefe del trabajo de toda la vida, en varias ocasiones lo vi, ya que nos visitaba, pero nunca lo miré con ojos que no fueran de un hombre mayor como mi padre, André se aprovechó de la situación y propuso algo que mi padre tuvo que acceder para poder pagar sus deudas corría en riesgo su vida y la de mi familia.
Un día yo estaba en casa estudiando cómo siempre para la escuela, la verdad era aplicada en mis estudios con las notas más altas y siendo la mejor de mi clase me llevaba los premios en primer lugar. Mi padre apareció con una gran sonrisa me dio un beso en la frente y luego me abrazó yo lo tome como una de sus actitudes emocionalistas, pero sí que estaba equivocada.
–Mi estela nuestros problemas se terminaron.– yo seguí mirando mi libro de matemáticas.
–Si, papá ¿ahora que gran idea se te ocurrió?– él se sentó frente a mí y me hizo mirarlo.
–Hija tú eres la solución de nuestros problemas.– yo me reí pensando que era una broma.
–Oh si papá de aquí a qué me gradúe y luego consiga un buen trabajo, dentro de unos 10 años claro que sí voy a ser la solución.–
–Estela habló en serio, tú eres la única que puede saldar mi deuda.– mi rostro se tornó serio y arrugue la cara pensando lo peor.
–Que cosas dices papá lo que sea que estés pensando, definitivamente no.–
–Hija si no lo haces entonces me van a matar y no solo a mí a ustedes.– yo suspiré profundo mi cabeza comenzó a dar vueltas pensando que locura había hecho mi padre ahora.
–¿Qué quieres decirme con esto?– él me tomo de las manos y me miró con sus ojos negros.
– André me hizo una propuesta.– yo negué con la cabeza.
–No voy a trabajar en su empresa, él me mira raro cree que no me doy cuenta, pero no soy tonta.–
–Hija no vas a trabajar para su empresa, es precisamente por la forma en que te mira que me pidió que te cases con él.– no pude evitarlo y solté una carcajada. Mi padre aún me miraba con seriedad, entonces entendí que no era una broma (Mierda, este viejo está loco) pensé mientras me levantaba de la silla alterada.
–No, no y no ¡Estás loco! Tengo 17 años y él tiene como 80 ¿qué mierda te pasa papá?– él se levantó y me tomó de un brazo.
–Qué mierda te pasa a ti que crees puedes faltarme el respeto... Yo soy tu padre.– yo estiré el brazo para soltarme de su agarre.
–Tú no eres mi padre lo dejaste de ser hace mucho tiempo, como te llenas la boca diciendo eso cuando tu esposa está postrada en una cama y tú no haces nada, solo vas y te gastas el dinero en apostar y por tu culpa estamos en esta situación.– él me miró con ira y levantó su mano para luego darme una bofetada.
–Esos son mis asuntos y te vas a casar con André así no quieras porque de otra manera tu madre morirá.– eso fue un golpe bajo, ya que yo amaba a mi madre sentía tanto dolor viéndola así sin poder moverse con su rostro triste por una enfermedad degenerativa.
–Te odio... Te odio maldito.– mi padre se encogió de hombros.
–Que me odies no levantará a tu madre de esa cama, hazlo por ella.– yo no respondí nada ye fui a la habitación de mi madre, ahí estaba ella no se movía ni hablaba solo estaba, pero a la vez no eso me rompía el corazón. Me arrodillé acercándome a sus pies y el llanto salía como un grifo abierto.
–Oh mamá no quiero hacerlo, ese hombre ni siquiera lo amo es mayor que yo... Yo soy virgen.– mis pensamientos se fueron a ese hombre y no encontré una razón por la cual quisiera casarme con él por más que buscaba no la encontraba.
–Mamá no quiero hacerlo, pero creo que debo hacerlo por ti, él tiene dinero y podrás ir a un buen médico además si no lo hago nos van a matar las personas a las que papá les debe.– así me quedé llorando toda la noche y me quedé dormida. Al amanecer papá me levantó acariciándome el rostro yo lo miré y le quité la mano bruscamente.
–No me toques.– él suspiró.
–¿Bueno que decidiste?– yo recordé pensé que todo había sido una pesadilla, pero no, todo había sucedido y la cruda realidad era que debía aceptar.
–Dile que sí...– él sonrió alegremente.
–Que bueno, hijita ya verás como se resuelven todos nuestros problemas.– yo hice un gesto de asco y gire mis ojos en redondo.
–Dirás tus problemas, yo no le debo a nadie.–
–Bueno arréglate, André vino a visitarte.– yo hice un gesto de horror.
–No papá yo no quiero verlo.–
–Hija debes acostumbrarte él va a ser tu futuro esposo.– esas palabras me sabían a vinagre jamás pensé casarme a los 17 años y menos con un hombre mucho mayor que yo.
Me levanté le di un beso en la frente a mi madre y camine a mi habitación, tomé una ducha y no me arregle nada bien solo quería no gustarle ojalá cambiara de opinión yo no me quería casar con él. Antes de salir suspiré y bajé los escalones muy lentamente escuché su voz y la piel se me erizó, pero no en un buen sentido.
Cuando lo vi él volteó y una sonrisa se le dibujó en su rostro André no era nada horrible al contrario era apuesto, pero se veía la diferencia de edad, sus ojos eran azules, su cabello con algunas canas, su cuerpo fornido al parecer iba al gimnasio llevaba un traje elegante yo caminé y él me dio un ramo de rosas, yo dude, pero lo tome por educación y porque mi padre me miró con ojos fulminantes.
–Gracias no debiste.– volvió a sonreír con sus dientes perfectamente blancos.
–Eso es nada comparado a lo que tú te mereces.– yo suspiré realmente me sentía incómoda.
–Bueno yo los dejaré para que hablen un rato.– mi padre camino hasta la salida y por primera vez en mis 17 años solo quería que se quedara. Yo me quedé parada sin saber que hacer y André se levantó, se acercó a mí y yo por inercia retrocedí.
–Tranquila no debes tener miedo, yo no te haré daño.– no sé, pero él me inspiraba tanto desagrado que no quería tenerlo cerca que hombre de su edad pide casarse con una niña de 17 años solo pensarlo me provocaba náuseas.
–No te tengo miedo.– él levantó una ceja.
–¿Y por qué te hiciste para atrás?– pensé en decirle, pero sería muy cruda y bueno este hombre iba a salvarnos la vida a mi madre y a mí.
–Es que jamás he tenido un pretendiente que haya entrado a mi casa formalmente.–
–Entiendo, pero yo no soy cualquier pretendiente.–
–Lo sé.– él asintió.
–¿Entonces tu padre hablo contigo?–
–Si, me dijo que estás interesado en casarte.–
–Sí, verás querida yo soy un hombre que debe ser bien representado y tú eres una joven muy hermosa además vas a tener todo lo que desees solo tienes que pedirlo y será hecho.–
–Entiendo, pero el dinero es lo que menos me importa.– él soltó una carcajada.
–Cariño cuando comiences a vivir entre lujos cambiarás de opinión.– yo giré los ojos.
–Ustedes los ricos sí que son unos idiotas piensan que por tener dinero lo pueden comprar todo.–
–Beneficios de tener mucho dinero.–
–Si claro, ¿cuándo nos casaremos?–
–¡Wow estás ansiosa!–
–Realmente no, pero igual no puedo negarme.–
Él me miró con curiosidad y luego me entrego una pequeña cajita yo la tomé y dentro tenía un anillo con una piedra que no pude calcular el precio, ahora este sería el final para mí debía entregarme a este hombre que no amo y que apenas conocía solo quería despertar se está terrible pesadilla, mi vida ya no sería la misma de eso estaba segura, solo rogaba que en esto mi madre saliera beneficiada podría ir a un mejor médico, la deuda iba a ser saldada y no nos matarían, tendría que acostumbrarme a qué está iba a ser mi nueva vida.