Emily no dijo nada, mientras se dirigía hacia su amiga. Está le pasó una de las margaritas que había pedido y se sentó al lado de esta, con expresión alegre.
Luego de que Bridget tuviera la margarita en la mano, Emily alzó su copa en un brindis improvisado.
—Por ti, Bridget. Por empezar de nuevo.
Bridget sonrió débilmente y levantó su vaso también.
—Por no rendirse.
Ambas chocaron los copas y tomaron un sorbo largo de sus margaritas. El sabor dulce y ácido de la bebida recorrió su cuerpo, y Bridget sintió una calidez agradable expandirse en su pecho.
—¡Vamos a bailar! —dijo Emily, sin darle tiempo a dudar, sacándola de la sala y llevándola al centro de la pista.
Bridget se sintió inmediatamente un poco fuera de lugar. Sin embargo, la sonrisa de felicidad de su amiga, le permitió soltar las restricciones que ella misma se había auto impuesto y empezó a sentir en lugar de pensar.
Bridget comenzó a moverse tímidamente al ritmo de la música. Al principio, sus movimientos eran contenidos, pero a medida que las margaritas se acumulaban y la música la envolvía, sus inhibiciones comenzaron a desvanecerse.
Pronto estaba bailando libremente, sintiendo cómo cada paso la alejaba más de sus problemas. Emily reía a su lado, moviéndose con una confianza deslumbrante.
—¡Te dije que necesitabas esto! —exclamó Emily mientras levantaba los brazos en el aire.—¡Olvidarás a ese cobarde, ya lo verás!
Bridget asintió y se rió, dándose cuenta de lo liberador que era simplemente dejarse llevar por el momento. Los recuerdos de Andrew, del divorcio, se difuminaban en el fondo de su mente. Por primera vez en días, Bridget se sentía viva.
Después de varias canciones, ambas regresaron a la barra para otra ronda de bebidas. Bridget se sentía ligera, como si todo el peso del mundo hubiera desaparecido, aunque fuera por esa noche.
—¡Bridget! —llamó Emily, señalando con la cabeza a un hombre alto y bien parecido que se acercaba desde la pista de baile—. Creo que tienes un admirador.
Bridget lo miró. El hombre tenía una sonrisa encantadora y un aire de confianza. Era el tipo de hombre al que normalmente no habría prestado atención, pero esa noche era diferente. Estaba cansada de las restricciones que había vivido durante tanto tiempo. "¿Por qué no?" pensó.
El hombre se acercó, deteniéndose frente a ella con una sonrisa que hacía juego con la atmósfera despreocupada del lugar.
—Hola, soy Alex —dijo, inclinándose un poco para que su voz se oyera por encima de la música—. ¿Te gustaría bailar?
Bridget intercambió una mirada rápida con Emily, quien le guiñó un ojo y le hizo un gesto de aprobación. Bridget se sintió un poco nerviosa, pero la emoción del momento la impulsó a aceptar.
—Claro —respondió con una sonrisa, sorprendida por su propia valentía.
Alex la llevó de vuelta a la pista de baile, y pronto ambos estaban moviéndose al ritmo de la música. Al principio, Bridget fue cautelosa, pero Alex era un buen bailarín y sabía cómo hacerla sentir cómoda.
Mientras bailaban, el hombre consiguió que le trajeran otra ronda de bebidas. Bridget, sin pensarlo, tomó la copa que este le ofrecía y se dio un trago. Saboreando el dulzón del trago. Era diferente a las margaritas que se había estado bebiendo con su amiga, pero no le prestó mucha atención.
Alex, volvió a captar la atención de la Bridget, incitandola a continuar bailando.
Sin embargo, luego de varios minutos, mientras sentía las manos de Alex en su cintura, sintió como si el mundo le cayera encima.
—Eres una gran bailarina —dijo Alex, inclinándose hacia ella. Acerándose más de lo normal.
—Disculpa… —respondió, sacudiendo la cabeza, tratando de despejar sus pensamientos.
—No, en serio —insistió él—. Además, esta noche se trata de divertirse, ¿no?
Bridget asintió, dejando que las palabras resonaran en su mente. "Divertirse." Se había olvidado de lo que significaba disfrutar sin preocuparse, y esa noche, eso era lo único que quería hacer.
Sin embargo, no era capaz. Se sentía culpable e incapaz de hacerlo.
—No, lo siento…—Bridget se zafo del agarre del hombre y se alejó a trompicones.
Sus pies avanzaron por el lugar abarrotado de personas, teniendo que empujar a algunas de ellas para poder pasar. No sabía hacia donde iba. Pero necesitaba salir. Tenia que tomar un poco de aire fresco.
La rubia subió unas escaleras, que la llevaron a la azotea. Cuando abrió la puerta, el aire helado de la noche la golpeó con fuerza. Logrando que sus pensamientos se despejarán un poco.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que volviera a divagar.
Está continuo avanzando.
Su mente estaba controlada por los pensamientos negativos que se había encargado de sepultar. Sin embargo, el beber tanto alcohol solo logró que estos salieran a flote.
Bridget camino hasta el borde del edificio, sintiendo el frío entumecer la tormenta de emociones que bailaban en su cuerpo. Podía sentir como las lágrimas comenzaban a acumularse detrás de sus ojos.
—No es justo…—susurró mientras observaba la negrura que se abría paso frente a ella.
Sus ojos se quedaron fijos en esa oscuridad seductora, ajena al hombre que acababa de traspasar la puerta que ella había dejado abierta.
Bridget distraída se inclinó hacia delante, perdida en sus emociones.
—No es justo…
Está cerró los ojos deseando que la oscuridad se la tragara para así no tener que lidiar con el desastre que su ex marido había dejado atrás. No tenía la fuerza necesaria para reponerse. Emily estaba equivocada, no era tan fuerte…
Justo cuando había cedido a dejarse rodear completamente por la oscuridad, sintió como unos brazos fuertes rodeaban su cintura, devolviéndola al presente.
En menos de tres respiraciones, Bridget se encontraba frente a frente, al hombre que la había rescatado de lo que estaba a punto de hacer.
Aunque no podía distinguir claramente sus facciones, sabía que el hombre estaba enojado. La fuerza con la que la sostenía era un claro indicio de eso.
—¿Qué ibas a hacer?
Bridget no supo qué responder, pero no se apartó. En cambio, lo miró a los ojos, sintiendo que el alcohol y la adrenalina hacían que su mente flotara.
Bridget trago en seco, imaginando que la persona que tenía en frente era el hombre que aún amaba.
Ante la falta de respuesta de la chica, el ceño del hombre se arrugó más. No deseaba asumir lo que estaba a punto de pasar, sin embargo, el sabor amargo en su garganta y su corazón agitado, le gritaban que lo que había visto era real.
La mujer que ahora sostenía entre sus brazos con fuerza y a quien observaba con detenimiento estuvo a punto de lanzarse al vacío.
—¿Qué…?
Las palabras del hombre fueron interrumpidas por el asalto imprevisto de la mujer. Los labios de esta, se posaron con hambre sobre los del hombre, mientras sus brazos rodeaban el cuello de este para que no se le escapara.
Bridget sintió su corazón latir con fuerza. Su intención era clara. Tenía al hombre que amaba y por el cual estaba sufriendo frente a ella. Quizás, si le demostrará lo mucho que lo deseaba, este cambiaria de opinión.
Esta se aparto lentamente del hombre, sin verle realmente la cara.
—Vamos a otro lugar.—pidió con angustia y deseo.
Al ver la nula reacción del hombre, Bridget sintió nuevamente que su ex esposo la estaba rechazando. Inmediatamente su cerebro empezó a buscar forma de persuadir al hombre para que aceptará su propuesta. Tenía que lograr que Andrew cambiara de opinión y olvidará lo del divorcio.
—Lo siento…si no quieres…yo
— No tienes que disculparte por nada.
La voz ronca del hombre se filtro en el cuerpo de Bridget como un veneno.
Bridget sonrió débilmente y asintió, dejando que el hombre que creía era su ex esposo la llevara a otro lugar.
Ambos salieron de la azotea, y caminaron por un pasillo desconocido para la rubia. No sabía hacia donde se dirigían, pero confiaba en su Andrew, y además, no estaba pensando de forma adecuada.
El hombre la condujo a paso rápido hacia otro pasillo, en donde tomaron el ascensor hasta una habitación en el piso superior.
La noche era un torbellino de emociones y decisiones tontas.
Cuando estuvieron dentro del ascensor, el hombre observó a la mujer que lo miraba con un deseo suplicante. Este inhaló aire despacio, sabiendo que era una mala idea lo que estaba haciendo, sin embargo, no pudo resistirse al objeto de su deseo.
El hombre tomó la barbilla de la chica, quien lo miraba con ojos perdidos y lujuriosos, mientras lentamente tomaba sus labios entre los de el.
Bridget se dejó llevar, cerrando los ojos al sentir la calidez en sus labios, dejando que el peso de sus malos días se desvaneciera por completo.
Arreglaría las cosas con su ex esposo.