—¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo con la Van? —pregunté mientras bajaba las escaleras apresurado. —No, la Van está bien, los chicos ya se fueron. —Al oírla mis ojos se abrieron de par en par, tenía que ser una broma. —¿Cómo que se fueron? Bárbara... —me pasé una mano por el rostro— ¿Qué haces aquí? —Esperarte, por supuesto. No me gustó cómo te vi cuando iba de salida y decidí quedarme, quizás algo de compañía te viene bien. —¿Que no te gustó como me viste? ¿Estás loca? Deberías estar dentro de la jodida Van, de camino a casa, sana y salva; no en la calle a estas horas de la noche. —¿Y cuál es el problema? —Alzó una ceja en actitud desafiante—. Si tú vas a tomar un taxi... Yo también puedo, ¿o no? —El problema es que es de madrugada, Bárbara, ¿tienes idea de lo que pueden hacerle a una muj