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1905 Words
Lunes. El día de conocer al viejo retrógrada, me coloque unos pantalones de tela negros y una blusa roja, no me voy a poner un vestido, no le voy a dar ninguna oportunidad para que me diga débil o mostrarme demasiado femenina. Desayunamos en familia, ayer por la noche invadí el taller de mamá hasta que logré sacarla de ahí y cenar juntos, hoy hizo panqueques y terminé haciendo un drama para que se sentará a la mesa con nosotros. –Te preparé unas galletas –señaló un recipiente al final de la mesa. Con mamá moriré de un coma diabético. Mejor así, que una intoxicación etílica. ¡Sht! Aunque mis padres cocinan muy bien, jamás me interesó, en el apartamento solo pido comida rápida y mucho alcohol. Mis padres no beben así que estaré en mi triste sobriedad estos días. –Gracias mamá –me levanté a darle un beso en la mejilla para irme con papá que también se despidió de ella. Olvide mencionar que también tendré que soportar sus muestras de afecto. * Llegamos a la oficina y papá me suplicó de nuevo no hacer una escena, me indico que me llamará cuando sea el momento de presentarnos. Me fui a mi oficina para iniciar mi jornada y no atrasar nada, ni quiero darle un pretexto al tipo que viene para que menosprecie mi trabajo. Aproximadamente una hora después Daniel me avisó que papá me espera en la oficina, así que, al mal paso darle prisa, me dirigí a su oficina. Álvaro me dejó pasar con gusto. Al entrar papá está sentado en el sofá hablando con alguien que no distingo porque está de espaldas. –Buenos días –saludé al entrar. La persona que está con papá se da la vuelta y tragó saliva bastante incómoda. Es el rubio del bar. –Selina, quiero que conozcas a Jack Robinson –lo presentó –. Nos ayudará con la empresa por el momento. –Jack –repetí. –Hola Selina –me saludo. Sí, sigue pronunciando mi nombre así. Joder. –¿Se conocen? –preguntó papá. Yo todavía estoy como idiota procesando todo. –No lo creo –respondió Jack con una mueca arrugando su frente –. Espero que podamos trabajar juntos sin ningún inconveniente. –Selina –me habló papá al ver que no respondía. –Eh… ah… Si, un gusto Jack soy Selina Wiles. ¿Qué no nos conoce?  Tal vez tenemos algo de suerte y se golpeó la cabeza. No tenemos tanta suerte. –Perfecto, Selina está en la otra oficina, te daré algunas indicaciones y luego ella te dará un recorrido por la empresa. ¿No es así, Selina? –indicó. –Sí papi –acepte. Sin otro asunto me retire hacia mi oficina llamando a Dan para que me siguiera adentro. –¿Qué pasa mujer? –exclamó al verme dar vueltas en la oficina. –Es el rubio –respondí. –¿De qué hablas? –El rubio del bar es quien trabajará con nosotros. –Me estás jodiendo –hizo una mueca. –Te parece que eso estoy haciendo –escupí. –Oh mierda –comentó al entender lo que pasa realmente –. ¿Qué se supone que harás ahora? –Él dijo que no me conocía, así que tal vez no me recuerde –contesté nerviosa. Un minuto… ¿Por qué estoy nerviosa? Solo es otro tipo y ya. Entonces reaccioné y recuperé la cordura. –¿En serio dijo eso? –Papá dijo que estaría con él y luego me pidió que le diera un recorrido, así que no creo que pueda hoy. –¿Por qué no vas a… –se detuvo al entender –. Oh pues claro señorita Wiles, usted tiene un día muy ocupado hoy. –Exacto –sonreí. Cuando Dan me entendió comencé a realizar mis obligaciones en la empresa, papá me ha enseñado todo y ha dejado casi todo a mi cargo, admito que en ocasiones suelo ser un poco despistada. Olvidas todo. ¡s**t! Si, vengo tarde a la empresa, olvidó algunas reuniones y papeles que no son tan importantes, pero cuando papá me da la confianza de realizar un proyecto lo hago con facilidad y responsabilidad como un día lo haré con toda la empresa, por eso no tengo que permitir que este niño bonito venga a querer quitarme lo que es mío por derecho, así que mi segunda misión es: desterrar al rubio. Me inventé mil excusas, tenía un discurso preparado, no fui a almorzar, incluso revisé papeles antiguos y hasta limpie la estúpida oficina y el tal Jack no apareció en todo el jodido día. –Nina –entró Dan a hablarme –. Ya me voy, es tarde. –¿Eh? –Creo que… –se detuvo –. No me mal entiendas, pero creo que te dejó plantada. –No me digas –rodé los ojos. Dan se despidió y luego fuí a la oficina de papá que también se ha ido, mi plan fracasó o con algo de suerte decidió irse por dónde vino. Al menos hoy si termine mis responsabilidades. Pase por una botella de tequila y lo escondí en mi bolsa para que no se den cuenta en casa. Pareces una adolescente. Cómo sea, al llegar mis padres están viendo televisión así que los saludé y seguí directo a mi habitación, necesito un trago, me lance a la cama un momento antes de sacar la botella, necesitaba algo para relajarme. Estoy demasiado cansada, fue un día bastante largo y solo quiero despejar mi mente y dormir un poco. –Cariño –escuché la voz de mamá llamando desde la puerta justo cuando iba a llevar la botella a mi boca. ¡Carajo! Como pude tape la botella y la metí a mi bolsa de nuevo, me levanté escondiendo todo, arregle mi ropa y algo de mi cabello. –¿Estás bien? –preguntó. –Voy mamá –respondí caminando a la puerta. Cuando abrí ella me vio con sus grandes ojos detrás de sus gafas, parece preocupada, abrió la boca un poco insegura y luego vio a lo lados como pensando si iba a hacer algo hasta que finalmente habló. –Solo quería saber si estás bien. –Sí mamá, solo algo cansada por el trabajo. –Tú papá preparó la cena y te guardamos un poco – indicó –. ¿Quieres que te la traiga? –No tengo mucha hambre –hice una mueca. –Oh –musito –. Está bien, la guardaré. Bajo la mirada dándose la vuelta. –¿Aún hay galletas? –le pregunté. Sabía que todavía hay porque mamá hace postres como para un ejército, pero quería que se hiciera un poco de ilusión a costa de un par de kilos de más para mí  –Sí, hice algunas con chispas de chocolate –mencionó, luego se detuvo un instante dudando en decir algo más y finalmente lo hizo –.¿Quieres leche también?. Con el tequila sería mejor. –No es necesario tantas molestias, mamá –tomé mis pantuflas y salí de la habitación –. Yo iré por ellas. –Es que podemos comer los tres juntos en la sala ¿Si tú quieres? –propuso.  Al menos algo está saliendo bien este día. –Si me gustaría –sonreí. –Bien –se emocionó y bajo de prisa los escalones, me pregunté si mamá siempre ha sido así de tierna y linda, tal vez por eso papá se enamoró de ella porque a pesar de los años siempre seguía siendo igual, yo al menos quisiera ser la mitad de cariñosa, tierna y amable de lo que ella es, pero no creo estar ni cerca. Al bajar papá está recostado en el sofá con los ojos cerrados, tomé mi lugar en el sofá pequeño al frente. –Deberíamos… –se detuvo de golpe al verme a mí –. Selina eres tú. Vaya, hasta se escuchó desilusionado. –Mamá me dijo que podíamos comer leche con galletas. Qué raro se escuchó eso, como si tuviera cinco años otra vez. Papá dió un suspiro y siguió recostado, él también parecía cansado. Unos minutos después apareció mamá con las galletas y la leche, admito que me hizo sentir mejor. Me acerqué agitando mis dedos para tomar una galleta, me di cuenta que mamá se acercó a papá pasando la mano por su cabello, eso pareció relajarlo incluso abrió los ojos y le sonrió. Nunca entendí cómo hacen eso de decirse algo sin pronunciar una sola palabra, creo que nunca lo entenderé porque jamás he tenido una relación tan duradera, solo con Dan, oh casi lo olvido y con Samuel Jones que somos muy unidos y prácticamente sabe todo de mí. –¿Fuiste al hospital, mamá? –pregunté. Me dió una sonrisa triste antes de contestar. Ella iba cada semana al hospital de niños en la ciudad a darles clases de pintura, les tomó mucho cariño con el tiempo, creo que más que a mí porque cuando un niño ya no estaba, lloraba mucho. –Ya no voy, Sisi –respondió. Metí la pata. –Oh, perdón –murmuré –. No lo sabía. –Está bien. Y ahí terminó la plática de nuevo, hasta que papá intervino. –Bueno, tienes que felicitar a Selina porque no golpeó a nadie hoy –se burló. –¡Papá!  Soltó una carcajada cuando le reclamé, mamá sonrió negando todo. –Además tu querido asesor ni siquiera sé apareció en mi oficina –mencioné mordiendo mi galleta –. Y espero que siga así. –Tienes que ser amable, cariño –me indicó mamá. –Y lo soy –me defendí –. Lo saludé y luego me fuí. Ellos sonrieron otra vez, admito que se siente bien verlos felices aunque sea a mis costillas. –No te va agradar mucho, pero uno de los directivos llegó y Jack estuvo con él, pero seguro mañana llega contigo –explicó papá –. Por favor solo te pido que le des la información que pida. –¿Jack? –dudó mamá. –Así se llama el idiota –escupí –. ¿Por qué habló con uno de los directivos en su primer día? Yo tuve que esperar un año para eso, incluso recuerdo a un viejo mugroso que dijo que un cargo de secretaria me vería bien. –Tranquila Selina –respondió papá –. Solo pasó y el chico es agradable. –¿Quién de todos fue? ¿Por qué tuvo que ser una gran casualidad que estuviera ahí precisamente el día que se presenta Jack? –Selina – Papá sonó firmé. –Ya me voy a dormir –gruñí levantándome del sofá directo a mi habitación. ¡Maldito Jack! Eso no fue casualidad. Seguro ese viejo llegó para evaluarlo, papá podía estar de acuerdo en muchas cosas, pero los directivos habían sido contratados por mi abuelo hace años y por supuesto que compartían sus ideas. No voy a permitir que ese tipo me robe mi trabajo o mi empresa, todo lo que por derecho es mío y no les voy a dar ninguna excusa para sacarme de ahí. Tomé la botella de tequila y la vacíe antes de lanzarla a la basura, se acabó, nada de alcohol, fiestas o alguna estupidez hasta que pueda deshacerme del estúpido Jack.
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