Al día siguiente fui a casa de mis padres como cada sábado para almorzar con ellos, mamá ha regresado de un viaje, en realidad solo vengo por ella porque a papá lo veo casi diario. Aunque con mamá casi no hablamos de nada.
–Hola mamá –la saludé entrando a la cocina.
–Hola Sisi, ¿Cómo estás? –me sonrió mientras pica algo de verdura, ella cocina muy bien en especial los postres.
–Bien ¿Y tú?
–Bien, cariño – respondió mientras continuó picando.
Y ahí se acabó la conversación cuando me quedé parada como tonta en medio de la cocina sin saber que decirle mientras ella cocina.
–¿Y papi? –pregunté.
–Está en la sala –suspiro.
–Iré a saludarlo –mencioné y salí de la cocina para ir a la oficina con papá.
–Hola papi –salude al entrar.
–Selina.
Está viendo un programa de televisión así que me senté a su lado para terminar de verlo y luego comenzamos a hablar de la empresa hasta que Florencia apareció para avisarnos que era hora de almorzar. Al llegar al comedor solamente hay dos platos servidos.
–¿Y mi esposa? –preguntó papá al notar que mamá no está cerca.
–La señora Wiles me informó que estaría en su taller todo el día y que no la molestarán –respondió Florencia.
Papá suspiró y tomó su lugar en la mesa.
–¿Todo está bien, papi?
–Sí, Selina –respondió –. Tu mamá ha tenido bastante trabajo, eso es todo.
–Estaba pensando en quedarme el fin de semana –mencioné mientras almorzamos –. Y me puedes explicar a qué viene el asesor para estar mejor preparada.
–No quiero que me hagas una escena, por favor.
–No lo haré –levanté las manos –. Solo no quiero que me tomé como idiota solo por ser mujer, sabes cómo me tratan los de la junta directiva.
Papá me observó un momento antes de responder.
–Bien, termina tu comida y luego iremos a la oficina.
Sonreí moviendo mis pies de adelante hacia atrás de la emoción, ese viejo gruñón del lunes no sabe lo que le espera. Terminamos de almorzar y fuimos a la oficina que tiene en casa casi toda la tarde, después cenamos y luego me fuí a mi habitación, ví una película antes de dormir, cada vez son más aburridas. Cuando terminó recordé que debía tomar la pastilla del anticonceptivo, siempre uso condón, pero este es mi refuerzo, me gusta mi vida y no quiero tener a unos críos fastidiosos haciéndome la vida imposible, bajé las escaleras cuando me detuve a escuchar a mamá y papá cerca.
–Te extrañe esta tarde –habló papá.
–Tengo que terminar algunos pedidos.
Mamá no tiene necesidad de hacer esos pedidos extraños que le hacen esos millonarios tampoco debería de trabajar tanto en las pinturas.
–Deberías hablar con ella, te quiere mucho.
–Soy su madre, Sebastián –escuché un suspiro de su parte –. Me tiene que querer.
–¿Por qué no salen mañana? Pueden ir al salón, yo p**o todo.
–No me gustan esas cosas y Selina es… especial.
¿Especial? Eso dices cuando no quieres decir nada malo de una persona. De verdad no puede decir algo bueno de mí.
–Entonces salgamos los tres –propuso papá y mamá no respondió por un instante ese silencio se volvió incómodo hasta para mí.
–Me hablaron para ir a una galería de arte en Milán –mencionó finalmente.
¡Milán! ¿Por qué mamá se iría tan lejos? No puede hacerle eso a papá, no la dejará ir o si.
–¿Cuánto tiempo?
–Sabes cómo funciona, cariño.
Eso quiere decir que puede ser un mes o un año. Joder ¿Por qué está diciendo esto ahora? Di que no papi, por favor.
–Si es lo que quieres –respondió papá –. Solo quiero que estés feliz.
¡¿Qué?! ¿Por qué dice eso? No puede dejar que se vaya.
–Aún me faltan algunos detalles en el taller, subiré en un rato.
Escuché que mamá se alejó y todo quedó en silencio, esto no está bien, no ha estado bien desde hace unos años cuando perdió a ese bebé. Creí que todo mejoraría con el tiempo, creí que solo era una etapa, pero ahora quiere irse y papá se lo permite. No quiero que se vaya, la quiero aquí conmigo.
Ahogué un grito cuando escuché el sonido del golpe de la mesa seguido de una maldición de parte de mi padre.
–¿Selina?
No respondí, solo regresé en silencio a mi habitación. No puedo dejar que mamá nos deje.
*
Operación: no dejar que mamá se vaya a Milán.
Lo había pensado en la noche y tengo que recordarle a mamá que la queremos aquí, evitar que se encierre en esas pinturas y evitar que se meta a esa habitación.
Me vestí con una blusa blanca y un overol corto con una coleta alta, bajé a la cocina a buscar algo de comer, encontré a mamá haciendo un postre, es muy temprano para tanta azúcar. No voy a protestar.
–Hola mamá.
–Buenos días, Sisi –murmuró sacando un pastel del horno con los guantes, al dejarlo sobre la mesa se ajustó las gafas que se empañaron por el calor que salía, se ve graciosa así.
–Huele muy bien –me acerque.
–Ya que estás aquí, pensé en hacerte tu pastel de fresas con crema batida –levantó la mirada hacia mí y me sonrió.
–Gracias mamá.
–Estará listo en una hora como mínimo, lo puedes esperar.
–De hecho…
–Tienes que irte.
–No para nada –respondí –. Quería preguntarte si me puedo quedar aquí unos días.
Al terminar la frase me miró y ajusto sus gafas como dudando si de verdad lo he dicho.
–Es tu casa, cariño –comentó –. Solo que nada de chicos, conoces las reglas.
Mamá siempre se ve muy tierna cuando quiere ser firme, al final ella misma me da las cosas y aunque me llevo mejor con papá cuando él se molesta, me da miedo.
–Si, lo sé –levanté las manos.
Ella sacó algunos ingredientes para continuar con la preparación del pastel y nos quedamos en silencio, no podíamos quedarnos en silencio, tengo que encontrar una forma de llegar a ella.
–Oye mamá.
–¿Qué pasa?
–Sonará extraño, pero estaba viendo unas fotos y me dieron ganas de ir al acuario ¿Quieres que vayamos?
Odio el estúpido acuario, pero a mamá le fascina, cuando era niña íbamos seguido y siempre termino en una de mis geniales ideas.
Hablas de las travesuras.
¡Sht!
–¿Quieres ir al acuario? –dudó al verme.
–Si, recuerdo que era divertido y podemos ver a esos animales, los pingüinos son tus favoritos ¿no?
–Delfines – me corrigió.
–Si, es que los pingüinos son lo míos ¿Qué dices?
Ella se mordió el labio antes de aceptar.
–Genial, le avisaré a papá –me levanté entusiasmada.
–Oh, cariño –me detuvo –. Mhm… lo lamento, acabo de recordar que tengo que terminar un lienzo para hoy –tuvo la intención de rascarse la cabeza pero no lo hizo al ver que está cocinando –. Pero puedes ir con tu padre, estará feliz de salir contigo y yo podré trabajar tranquila al saber que se la pasan bien.
–¿No puedes hacer eso otro día?
–Iremos otro día –me vio y luego continúo –. Ahora terminaré el pastel.
Fallé, casi lo logré, pero creo que será más difícil de lo que pensé. Caminé al patio a tomar un poco de aire, aquí es un poco aburrido que yo recuerde, serán unos largos días.
–Selina –me saludó papá.
–Buenos días papi.
–Es algo temprano para que estés despierta –se burló de mí.
–Puedo ser un adulto responsable de vez en cuando –me lleve la mano al corazón como toque dramático y escuché su risa.
–Tu madre dice que te quedarás unos días. ¿Sucede algo?
–Solo quiero quedarme –encogí los hombros.
–Está bien. ¿De verdad quieres ir al acuario?
Lo ví un instante y me negué haciendo una mueca, él soltó una carcajada. Así que me siguió hablando de algunos proyectos que podríamos tener en la empresa...