—Sería maravilloso—, dije con entusiasmo, sintiendo que una mudanza era justo lo que necesitaba. Estar lejos de este lugar y todo lo que había pasado últimamente me parecía la mejor opción. Enzo sonrió, claramente satisfecho con mi respuesta. —Me alegra que te guste la idea. He encontrado una casa y, si te agrada, podemos comprarla. George se encargará de los detalles del contrato—, añadió, señalando al hombre mayor que estaba a su lado. En ese momento me di cuenta de que él no era un abogado, sino más bien un agente inmobiliario. ¡Qué fácil era dejarse llevar por las apariencias! Miré mientras Enzo sacaba unos planos del cajón y los desplegaba sobre la mesa frente a mí. Fue entonces cuando la vi por primera vez. La casa era increíble. Jamas podría imaginarme viviendo en ella, menos c