El aire se me escapó en un suspiro profundo cuando mis ojos se posaron en el vestido. Frente a mí, colgaba como una obra de arte, completamente n***o, ligero como un susurro. Lo acaricié con los dedos, sintiendo la suavidad de la tela que se deslizaba entre mis manos como si fuera humo. Era una creación sencilla, pero la simplicidad tenía su propia magia. Caía justo debajo del pecho, ajustándose sutilmente a mi figura y descendiendo en una línea perfecta que terminaba en una atrevida abertura en la pierna. No pude evitar sonreír al notar lo bien que me quedaba. Era como si el vestido hubiera sido hecho para mí, cubriendo con elegancia mi pequeño secreto. Tres meses de embarazo, y el vestido lograba ocultarlo a la perfección. Me observé de nuevo en el espejo, sin poder creer lo que veía.