Estaba tan emocionada con la rehabilitación de Slav, que me olvidé de mi madre, de Tim e incluso de Iván. Y como siempre apagaba el teléfono al entrar en los centros de salud, sólo por la noche podía ver llamadas y mensajes. Vi algunos perdidos de mi madre y la llamé inmediatamente sabiendo que estaba preocupada. Le conté sobre la nueva gimnasia, sobre la oferta del doctor Ferreiro, y la avisé que desde ahora solo podría responderle por teléfono por la noche. Estaba muy contenta por mí, diciéndome, que tenía mucha suerte. Después repasé todos los mensajes y llamadas. De Iván no había ninguna, ni si quiera de los números desconocidos, pero de Timoteo eran muchas. Primero me pidió encontrarme con él, luego me suplicó, y al final me amenazó. No le respondí. No quería estropear un día tan ma