- ¿Hmm?
- Me preguntaba si podrías ayudarme con un hechizo.
John pasó otra página y siguió leyendo, lo que hizo que Franklin se preguntara si lo había escuchado. Sabiendo cómo manipularlo para hacer lo que él quería, suspiró decepcionado, sus ojos brillantes se apagaron con tristeza mientras se levantaba y se alejaba lentamente, su forma se desplomó.
- Bien, te ayudaré- suspiró John mientras cerraba su libro.
- ¡Genial! ¡Gracias John!- Franklin gritó alegremente mientras interiormente se rió malvadamente-. Espera aquí, ya vuelvo para obtener el pergamino- dijo antes de salir corriendo.
John suspiró pesadamente mientras lo observaba salir corriendo, pero sonrió suavemente. Cuando vio la forma desplomada y decepcionada de Franklin supo que estaría de acuerdo en ayudarlo, incluso si eso volvía a morderlo en el trasero más tarde. Abriendo su libro una vez más, continuó leyendo mientras esperaba a que el regresara.
Cuando finalmente llegó, John miró la forma jadeante de su antiguo alumno. Colocando su libro de manera segura en su bolsa para más tarde, esperó pacientemente a que le dijera cuál era el problema. Este se arrodilló en el suelo, desenrolló el pergamino y miró los sellos que ahora lo miraban fijamente.
- ¿Puedes echarme una mano?
- Por supuesto- se levantó y se arrodilló al otro lado del pergamino, mirándolo con curiosidad-. Solo hazlo rápido, estaba llegando a una buena parte del libro.
Franklin suspiró pero contuvo el comentario que estaba sobre la punta de su lengua. En cambio, agarró la mano de John y rápidamente cortó una pequeña herida en su dedo índice. Unas pocas gotas de sangre cayeron en el pergamino mientras el retiró su mano confundido.
- ¿Para que era eso?
- Es un hechizo clasificado como rango A y solo funcionará con un oficial altamente calificado que maneje las principales artes de la magia- Franklin mintió rápidamente, mientras que en su cabeza se decía una respuesta bastante diferente.
No quiero que el hechizo me afecte a mi... es por una buena causa de todos modos.
Sus manos corrieron por los sellos rápidamente y John observó confundido a su ex alumno.
- Parece que no necesitas ayuda para nada, lo estás haciendo bastante bien.
Y tan pronto como terminó su oración, Franklin golpeó sus manos contra los sellos. Antes de que supiera qué lo golpeó, fue derribado, el dolor llenó sus sentidos cuando el mundo pareció cambiar ante él. Él gimió suavemente y lo último que vio antes de desmayarse fue una mata rubia de cabello. Se maldijo a sí mismo en voz alta por dejarse engañar en la trampa de Franklin.
Cuando finalmente volvió a abrir los ojos notó de inmediato que ya no estaba en el campo de entrenamiento, estaba acostado sobre algo suave y todo parecía tan diferente, mucho más grande de lo que era antes. Oyó unos pasos que se le acercaban y poco después vio a sus dos ex alumnos arrodillados a su lado. Gabriel estaba sosteniendo algo en sus brazos y lo miró con escepticismo mientras que Franklin le sonrió brillantemente.
- ¡Te tomó un buen rato despertarte, culo perezoso!
- ¡Cuidado con lo que dices Franklin!- John trató de gritarle pero se sorprendió cuando un sonido totalmente diferente salió de su boca de lo que había esperado.
Sus ojos se abrieron y miraron en shock a los dos hombres que tenía delante. ¡Estaba maullando! ¡Él, el increíble e infame oficial de los escuadrones especiales de operaciones negras, estaba haciendo malditos sonidos de gato!
Franklin estaba sonriendo tímidamente mientras se rascaba la cabeza, Gabriel ahora estaba sonriéndole con un destello satisfecho. De pie, entrecerró los ojos mientras le gritaba a Franklin enojado.
- ¿QUÉ ME HAS HECHO?- Pero al igual que antes de su discurso salieron como mimos y silbidos cortos.
Algo peludo rozó su costado y saltó ligeramente de la sorpresa. De ninguna manera... Dando la vuelta en círculos, ignoró las risas que recibía de sus ex alumnos, sabía muy bien que parecía estúpido pero solo necesitaba saberlo. Y sí, allí estaba lo que buscaba, una cola plateada abundante y salvaje. Sentándose sobre sus patas traseras suspiró profundamente esperando que solo fuera un mal sueño y que se despertaría en su cama.
Abriendo los ojos, miró a las dos personas que tenía delante.
- Ustedes dos estarán tan muertos cuando terminé con ambos. ¡Ahora vuelvan a cambiarme!
- No puedo entender lo que estás diciendo John- respondió Gabriel con calma, ganándose una mirada acalorada a cambio.
- No capitán, es por tu propio bien- le contestó Franklin-. Y el de Genesis...- Añadió en voz baja después.
- ¿Cómo es que puedes entenderme a mí y el mocoso de allí no?- preguntó irritado, todavía sin querer perdonarlos por lo que le habían hecho.
- ¿Tengo un zorro demoníaco en mí, recuerdas?- Franklin suspiró. Agarró la cosa que Gabriel estaba sosteniendo y le dio la vuelta-. Es justo que puedas ver cómo te ves ahora.
John parpadeó mirando su reflejo en el espejo. Era un gato de tamaño mediano, su pelaje espeso, plateado y sobresalía de todas las formas posibles. Sus patas y la punta de su cola eran negras. Todavía tenía ojos desajustados, uno rojo y el otro gris oscuro. Y por supuesto estaba la cicatriz que cruzaba su ojo rojo izquierdo. Debe decir que se veía bastante lindo para ser un gato.
- ¿Por qué me cambiaste?- John suspiró pesadamente.
- Bueno, noté las miradas que le diste a Genesis y sé que te gusta- Inmediatamente después de esa declaración John se alegró eternamente de que los gatos no pudieran sonrojarse. Sus ojos se abrieron y miró al rubio que tenía delante-. No te preocupes, a nosotros no nos importa. Pensamos que de esta manera podrías ver el otro lado de Genesis, desde el accidente con sus padres, ella todavía actúa como si fuera feliz pero no la has escuchado gritar cuando duerme y sabes que no va a ir a ninguno de nosotros porque no quiere parecer débil... Solo sigue el juego por dos semanas y si aún no te gusta te cambiamos de nuevo.
Sabiendo que no tenía otra opción, inclinó su cabeza hacia abajo en la derrota. Franklin estaba equivocado en una cosa, el si la había escuchado gritar en sus sueños. Eso sucedió mientras él se quedaba con ella, pero ni una sola vez ella se había acercado para hablar de ello, no importaba lo mucho que le hubiera insinuado que estaba allí para ayudarla.
Gritó cuando fue levantado, sus patas traseras ahora colgando en el aire cuando Franklin lo había agarrado justo detrás de sus patas delanteras. Su otro brazo subió desde abajo, dejando que el descansara sobre su brazo mientras era llevado a la cocina. Lo dejaron suelto en la mesa, tropezó un poco antes de mirar a Franklin con confusión. Solo sabía lo que estaban planeando cuando Gabriel entró a la cocina, acostado en un pequeño plato frente a él con una sustancia pegajosa roja que descansaba sobre ella, sus ojos ya estaban llorosos por el terrible olor, sus patas delanteras subían para cubrir su nariz. ¿Fue esto una tortura o algo así? ¡De ninguna manera iba a comer eso!
- ¡Qué estás esperando capitán, cómetelo!- Franklin dijo alegremente, empujando el pequeño plato más cerca de John.
- ¡Cómelo tú mismo!- gruñó y se movió hacia atrás golpeando con una de sus patas el pequeño plato, empujándolo sobre el borde de la mesa.
Se escuchó un chasquido cuando miró hacia abajo por el borde, se vio bastante satisfecho con su trabajo al ver que la sustancia pegajosa rojiza estaba pegada al suelo y el pequeño plato se había roto en pedazos.
- ¡Esa fue tu cena! ¡La comida para gatos más cara que había!- Franklin le gritó.
- Come eso tu mismo entonces, no hay forma de que me hagas comer eso- Levantó la nariz y se giró mostrándoles la espalda en señal de protesta.
- Supongo que no le gustó- dijo Gabriel a la ligera, observando la escena que se desarrollaba ante él-. Me pongo del lado de él en esto, huele bastante desagradable.
- ¡Mira, incluso Gabriel está de acuerdo conmigo!- Gritó de nuevo.
- ¡Ya está bien! lo entiendo; está en la lista de no rotundo, sólo estaba probándolo.
- Vamos, tenemos que irnos si queremos llegar a ella antes de que se vaya.
- Correcto.
Agarraron rápidamente a John y se fueron, dejando atrás las cosas desagradables y rojizas en el piso de la cocina de Franklin.