Prólogo

1627 Words
¿Quién podría imaginarse que un amor que nació de lo simple, sin pretensiones superiores, y sin mirar más allá de los sentimientos pudo despertar tanta ira y resentimiento? George y Chloe, al ser de familias de estratos sociales diferentes, venían marcados por el estigma de una sociedad clasista. Sin saberlo, Parecían estar destinados a vivir una vida de tristezas y depresión permanente y eterna por el simple hecho de no poder realizar su amor. La maldad y la intriga harán parte de sus días y la mentira transformará el carácter noble de George, convirtiéndolo en un hombre con mucho odio hacia el amor, vivirá solo por cumplir más, no por ganas de seguir, volcará el odio a su fracaso en el amor en su trabajo, se propuso ser el mejor y lo fue logrando en el trascurso del tiempo, el resentimiento alimentó su vida, la presencia de su hijo que sabía era adoptado no lo llenaba, aunque había algo en él que le resultaba familiar, pero su sentimiento de menosprecio a cualquier sentimiento noble era tal que no se detuvo nunca a evaluarlo; mientras que Chloe aunque sufriendo en silencio, sí alimentó ese amor por él y sus hijos. Así vivió por muchos años, hasta que el destino se encargó de colocar a cada uno en el lugar que les correspondía. Pero antes de eso, fueron muchas las lágrimas internas y visibles que debieron correr para enfrentarlos a una verdad, y es que la sangre no se puede ocultar y los sentimientos tampoco. … —Ministra, lamento decirle que le tengo una mala noticia. El investigador privado que Anne contrató por tener sospechas por la forma en la que George venía actuando, llegó directo a su despacho. Ella andaba de mal humor, pues tuvo una discusión temprano con Friedrich, su esposo y padre de George, a causa de su divergencia de opinión con respecto a la forma en la que ella estaba llevando el tema de la elección del candidato a ser postulado a la presidencia de su país, los métodos de ella no le eran muy transparentes. La jaqueca que se ganó por tal situación, era bastante molesta, ni siquiera el analgésico que se había tomado una hora atrás le había hecho efecto. —Espero tener una buena noticia —le dijo al hombre parado en frente de ella mientras se daba masajes en su sien. —No sé si serán buenas, pero aquí le tengo fotografías del lugar al que va su hijo eventualmente —le entregó un sobre—. Observe con sus propios ojos de quién le hace compañía en cada uno de esos encuentros. Anne abrió el sobre y al ver las primeras cinco fotos su cabeza casi explotó del coraje. —Maldita mosquita muerta, se le metió por los ojos a George —escupió Anne tirando en una reacción corajuda las fotos en contra del escritorio—. Esto no se va a quedar así. Como sea la voy a quitar del camino. Esa mosquita muerta no va a ser parte del siguiente nivel que mi hijo va a ocupar y menos en mi familia. —¿Qué hago? —preguntó el hombre luego que esperó verla más tranquila. —Continua con tu trabajo, no descuides a esa cazafortuna… … —Goerge no me hace caso —se quejó Nadia en una actitud un tanto malcriada delante de su madre y de Anne de Gautier—. Está más pendiente de ella. Acababan de presenciar el desmayo de la asistente de George. Las tres mujeres estaban fastidiadas porque este evento no previsto trastocó el plan inicial que cuidadosamente habían estructurado con el fin de lograr que George terminara de ver a Nadia como la mujer que estaba destinada a ocupar el lugar de la primera dama. —Es solo su asistente, no es nada, y si estoy de acuerdo contigo que sí pone mucha atención en ella, no soporto a esa niña, está en todas partes que él aparece —expresó Anne frustrada. Era el tercer intento que venía haciendo para que George se desligue un rato del trabajo, se diera un respiro y ahí pudiera permitirse ver al elemento que estaba faltando para cubrir por completo el perfil que se requería para sentarse en la silla presidencial. —Enfocó toda su atención en ella —agregó Nadia berrinchuda. —Tranquila Nadia, con suerte el Ministro le recordó la obligación que tenía con el equipo, aún está en el jardín, las esperanzas no están muertas —le dijo la madre a Nadia. —No sé ustedes que opinan de esto, pero es ahora o nunca sino George no te va ni a mirar —le dijo Anne a ambas mujeres y fijó su mirada en Nadia. Así planificaron la forma de hacerlo caer. Una trama bastante sucia y bien orquestada, descorazonada al venir de su propia madre. Para Anne de Gautier, nacida en un mundo de políticos, no había límites cuando se trataba de ejecutar sus planes. El siguiente era sentar a George en la silla principal de la casa blanca y si para ello debía llevarse a quien fuera por delante, no dudaría en hacerlo. Es partidaria de aplicar a la letra el refrán referido a que “En la guerra y el amor todo está permitido”; y por ello, decidió casarse una guerra en contra de Chloe, quien no hizo nada más que meterse en el corazón de su hijo. —Anda, ve al jardín y acércate al grupo de trabajo de George, yo me encargaré de hacerle llegar un trago y llegado un momento pídele acompañarte a ir por algo, pon cualquier excusa, y tiene que ser en una de las habitaciones de invitados. Estando ahí, cuando lo veas caer rendido, sabrás que hacer para fingir que durmieron juntos. —Pero sí yo no sé nada de lo que puedan conversar —dijo Nadia demostrándole estar cognitivamente alejada de la naturaleza de la mujer que Anne esperaba que estuviera al lado de su hijo. Suspiró profundamente al ver que le tocaba un trabajo arduo para moldearla al prototipo de mujer que ella esperaba que esté al nivel de su hijo y de ella misma como una Gautier. … —¿Ya sabes que le sucedió a la trepadora esa? —preguntó Anne al teléfono. —Aún no sé, la están revisando todavía, no ha reaccionado, no me permitieron la entrada —informó Cecil. —Ya sabes, sea lo que sea que te informen me llamas —le dijo Anne en una orden—. Si me entero por otros medios sabes bien lo que debes hacer, ni te presentes a trabajar mañana. Pasada una hora, Cecil asustada por cuidar su trabajo, ante el carácter tan volátil de Anne de Gautier, no vio más opción que hacer lo que le pidió. —Ministra, ya tengo el diagnóstico —le dijo Cecil en voz baja, temía que Chloe la sorprendiera. —¿Qué haces que no me lo dices? —Está embarazada, es solo eso, nada de cuidado… —dijo Cecil en su inocencia, no imaginaba el peso que esa información iba a representar en la vida de Chloe. Anne de Gautier la dejó hablando sola en la línea. A Cecil le extrañó tal actitud, pero al sentir venir a Chloe escondió el teléfono. Sin darse cuenta, Cecil se había convertido en cómplice de la destrucción de la vida de Chloe. … —¿Cómo aceptas semejante locura Friedrich? —le gritó a su esposo en casa esa misma noche. Estaba alterada desde que George les notificó su decisión del matrimonio con Chloe, la odiaba. No tenía razón aparente para hacerlo, pero el simple hecho de no llenar los requisitos de las personas que consideraba son dignas de entrar en su familia y sentarse a su lado, la desdeña agriamente. —Es su vida, George no es un niño, ha demostrado ser bastante responsable con su trabajo y su vida personal, escogió bien —respondió en pausa, de manera serena, no veía mal alguno—. Chloe Campbell es una buena chica y una excelente profesional, no veo nada negativo en ella —agregó Friedrich aumentando más la ira de su esposa, lo que consideraba irracional. Al ver que quedó inconforme con su respuesta, decidió ignorarla, abandonó la habitación matrimonial y se fue a la sala de entretenimiento a esperar que se le pasara lo que él consideraba un ataque de malcriadez. Era tan apático que con tantos años de matrimonio no se había detenido a ver la maldad que hay en el interior de la mujer que escogió por esposa cuarenta años atrás. Prefirió considerarla caprichosa. No tenía razones para pensar mal de la mujer que formó a dos hombres con principios, valores y llenos de amor. —Sobre mi cadáver George se casa con esa desgraciada, y sobre mis cenizas ese niño llega a nacer —dijo entre los dientes mientras apretaba las manos de la impotencia de ver que todos, menos ella, celebraban la existencia de Chloe en la vida de su hijo—. Soy su madre, solo yo sé quién le conviene tener a su lado —bufó—. Nadia Artich es la elegida, la apropiada para ocupar el lado izquierdo de su cama y de la mesa en la casa presidencial. Prefiere ver a George sufrir antes que verlo casado con una mujer como Chloe. Ninguna mujer que ella no apruebe es digna de ser su esposa si ella no ha aceptado su presencia. Nadia sí lo era, aparte de ser una mujer maleable por su carácter tan débil, sus padres son infinitamente ricos, con bienes de fortuna que pueden asegurar una fusión inteligente y financieramente conveniente para ambas familias.
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