Su mandíbula se aprieta y un músculo se abulta en esa zona. Sus ojos se han llenado de lágrimas y la frustración llena sus rasgos. —Se supone que quieres estar conmigo —dice, con la voz ronca y temblorosa—, pero si no lo haces, yo...". Hace una pausa y espera. —Si no lo hago, ¿qué? —Si no lo haces... —traga con fuerza—. Si no lo haces, será mejor que esto se acabe. Siento como si me hubieran arrancado algo del interior del pecho, pero me obligo a mantener la expresión en blanco. —Quiero estar contigo, Adam —digo en un susurro dolorido—, no con Demonio. Una sonrisa amarga se dibuja en sus labios; sin embargo, el gesto no toca sus ojos. —No existen Adam y Demonio —dice—. Sólo soy yo, Lucy. Soy tanto Adam como Demonio; y no puedes tenerlos por separado. Las lágrimas brotan ahora como