Amor de familia

1853 Words
Actualidad. Mi sobrina observa su pastel con anhelo, mientras los demás tomamos fotos y cantamos el “cumpleaños feliz”. Cuando estamos acabando recuerdo algo. —¡No olvides el deseo! —le recuerdo. Es muy importante para mí que lo haga, es mi costumbre y se la enseñé a ella, al igual que a mi querido Zash —mi otro sobrino—, pero él no lo toma enserio. O mejor dicho, no me toma en serio. Cuando sopla las velas me acerco a ella para besar su mejilla sonrojada. —Felicidades, Lauren. Sus esferas verdes me miraron con emoción. Tiene unos ojos tan bellos y encantadores, no son humanos, esa es la verdad. Doy espacio a otros para que puedan felicitarla. Mi hermana sonríe cuando se posiciona a mi lado. —No puedo creer que ya tenga seis —suspira, sus ojos se deleitan con la vista de Matthew sosteniendo a su pequeña. —Y Zash ya tiene siete —comento de acuerdo. El tiempo pasa tan rápido. Alexa aprieta mi mano y va junto a su marido para llenar de mimos a su hija. Cuando obtengo mi trozo de pastel voy junto al solitario y amargado Zash. Él es idéntico a su padre, con su cabello rubio y sus facciones embaucadoras y salvajes, pero tiene los ojos de mi hermana, azules y oscuros. No sé de cuál de los dos heredo la ferocidad en la mirada. Seguramente de mi hermana. —Hola, extraño —saludo a mi sobrino codeándolo, Zash me da una mirada aburrida—. ¿Estás aburrido? —Estoy asqueado —corrige—. Las niñas hacen mucho ruido, sus chillidos me producen jaqueca. Mantiene su rostro imperturbable, pero sus ojos me miran. A veces la frialdad de su voz me asusta, pero nunca lo menciono, no quiero hacerlo sentir diferente, aun cuando él está enterado de sus diferencias y las de su familia. No es correcto señalarlo y recordárselo a cada momento, sobre todo si tiene que ocultarlo. —¿Al menos te gustó el pastel? —cuestiono tomando un trozo del mío. —No —contesta—. Está demasiado dulce. Ruedo mis ojos. —Es un pastel, así debe ser. —Otra vez —se queja—. Más chillidos. Son tan bobas —gruñe en dirección a las niñas sentadas juntas. Son las amigas de Lauren, por suerte sus padres no están mirando cuando Zash las mira con irritación. —Cariño, en un par de años pensaras diferente —bromeo, atrayendo su atención a mí—. Por cierto, te traje algo —bajo la voz—, pero no le digas a tu hermana, ella es la del cumpleaños y no le gustará saber que también te traje un obsequio. —¿Puedo ver qué es? Tus obsequios siempre son malos y prefiero decirte lo más pronto posible que no me gusta para que puedas cambiarlo o darme dinero. —Zoquete —jadeo. Despeino su cabello para molestarlo y después tomo su mano para llevarlo conmigo. —¿A dónde van? —interroga Matthew cuando nos ve en las escaleras. Le hago una seña para que se quede tranquilo y continuamos con nuestro camino, la mano de Zash se siente caliente contra la mía, quizás demasiado caliente. Mientras subimos observo las maravillosas fotos que tienen enmarcadas en la pared, me gusta su casa, está llena de fotos y colores, no es deprimente como mi pequeño apartamento en Brooklyn. Hay una foto en especial que me hace detenerme durante un segundo. Dos mujeres rubias se abrazan, tienen sus cabezas apoyadas y miran hacia la cámara. En la esquina de la foto están escritos los nombres de Lidia y Jena Wryter. Ambas muertas. Y eso me sacude el corazón. Cuando fui mayor Alexa me contó todo sobre nuestra rara familia. Mi madre era Jena, sus padres la abandonaron en un orfanato cuando creyeron que estaba loca. “Loca”, esa etiqueta la persiguió durante mucho tiempo. Ella podía ver cosas que la mayoría no puede, cosas…peligrosas. Cuando la familia de Lidia la adoptó, su vida mejoró, porque Lidia también era una persona especial. La palabra humana que más se acercaba a lo que era es “Medium”, pero el asunto de mi madre no era algo que involucrara fantasmas. Ella veía ángeles y demonios. Sufrió la mayor parte de su vida por no ser comprendida ni aceptada. Tuvo una pareja del asco y Alexa fue producto de la unión. El tipo era una mierda, Alexa nunca habla sobre él, pero sé que la lastimó. Mamá se enamoró de alguien más y me tuvo, en secreto, pues seguía con el padre de Alexa, pero…entonces tuvo el accidente. Murió y con ella se enterraron sus secretos. No tengo idea de quien es mi padre o si sigue vivo. Solo sabemos que mamá lo quería. Y eso, en secreto, me hace quererlo también. Si hubo alguien que cuidó de ella en las sombras, estoy agradecida. Alexa me crió junto con Lidia, quien se hizo cargo de nosotras durante muchos años. Lidia fue asesinada por un líder demoníaco cuando intentaba proteger a Alexa, ese hombre era el padre de Matthew. Por lo que sé el hombre fue asesinado, creo que fue Matthew o Alexa, no estoy segura, a ellos no les gusta hablar sobre eso, solo me informaron de lo importante. Matthew es un demonio de sangre poderosa, por lo que mis sobrinos tienen sangre demoníaca corriendo por sus venas. Eso mezclado con la sangre furiosa de mi hermana es una combinación explosiva. Los amo a todos ellos, a los recuerdos que tengo, sé que hay cosas, muchas cosas, que no me dicen, pero no me gusta presionarlos, antes lo había hecho y sus rostros se ensombrecían con los horrores del pasado, eso me hizo no volver a preguntar. Yo soy una especie de incógnita, no me importa demasiado, pero a veces siento que no me conozco realmente. Sin embargo, el niño que toma mi mano, tiene más problemas que yo. Zash es el primer hijo varón de un demonio poderoso, eso trae consigo un par de consecuencias que no son del todo agradables. En teoría él debe ser quien ascienda al dominio de ese trozo de infierno que gobernaba el padre de Matthew, pero Matt no va a permitirlo, su hijo se queda aquí, con su familia. Y sus impulsos tendrán que ser controlados. Evito mirar a mi sobrino, no quiero que vea mi expresión preocupada y pregunte qué me sucede, no tengo ganas de explicarle los problemas de mierda que todavía no tocan su puerta. En mi antigua habitación busco la caja con su regalo y se la entrego. Quita la envoltura con movimientos simples, su expresión fría se mantiene hasta que abre la caja y una sonrisa casi tímida llena su cara. —Te gusta mirar las cosas, analizarlas —dije—. Tal vez puedas tomar fotos de lo que más te gusta y analizarlas cada vez que lo desees —sonrío. —Me gusta —admitió. —Me alegra haber acertado, ahora tomémonos una foto. Tengo que arrebatarle la cámara antes de que pueda negarse, lo rodeo con mi brazo y lo atraigo hacia mí con firmeza para capturar el momento. Zash se queja cuando yo chillo como una de las niñas de abajo. —Es hermosa. —Claro que no. —Mira mis ojos, Amber —señala la pantalla con seriedad—. Tienes que borrarla. En la cámara sus ojos salen rojizos. No son producto de la cámara. Es él, su poder. —Parece los ojos rojos que ponen las cámaras a veces —me encojo de hombros para calmarlo—. No te preocupes. Y no la borraré. —Como quieras —chasquea la lengua—. ¿Me darás mi cámara? Se la entrego y él sale fuera de mi habitación. Suspiro con pesadez y decido volver abajo, no vine hasta aquí para estar sola en una habitación. ***** Me siento en el sofá frente a la chimenea. Alex y Matt lo han hecho bien, su casa es pequeña pero acogedora, ambos tienen trabajo en los que les pagan muy bien. Miro una foto de Alexa en un escenario con un vestido de época, sí, mi hermana resultó ser muy buena actuando y de eso vive, aunque lo esté dejando para pasar más tiempo con los niños, es muy admirable. Aunque para mí la idea de dejar el escenario es impensable. Desde muy pequeña amé bailar, tengo talento, debo admitirlo y gracias a él pude ganar una beca en una academia de baile en Brooklyn. Alexa no quería que me fuera, no tuvo opción. Me acomodo en el sofá con pereza, pensar en mi vida en Brooklyn me hace sonreír. Alexa y Matthew no tardan en llegar, Matt se sienta en el gran mueble y Alexa en sus piernas, desde que tengo memoria nunca han dejado de demostrarse cariño, ni mi presencia los detiene. Alexa besa a Matt, aclaro mi garganta, ambos se ríen y me miran. Miro a mi hermana que antes poseía una cabellera extremadamente larga, pero ahora, apenas y roza sus hombros. —Cuéntanos, dulce —pide Alex—, ¿Qué tal todo? —Me mudé a un apartamento un poco más grande y en una zona mejor —comento. —Eso me alivia un poco, aunque no creas que cambié de opinión —ruedo los ojos—. No me gusta que vivas sola. —No lo estoy todo el tiempo —me defiendo—, Emiliano y Natalie se quedan de vez en cuando, también Jesse… —susurro eso último. Matthew frunce su ceño, Alexa me mira negando. —¿Todavía estas con ese tipo? Suelto un gruñido exasperada. —Sí. —Mierda, Amber, ya te dije lo que pienso del sujeto. —No empieces —me quejo. —No confío en él —interviene Matt. Y eso significa mucho, pero Jesse es mi novio y es genial, nunca me ha hecho daño o me ha hablado con groserías. Solo le gusta meterse en problemas y a Matthew, quien fue un oficial de policía una vez, no le gusta que esos hombres revoloteen a mí alrededor. No sigo con la conversación, solo me levanto y me voy a la habitación, en un par de días tengo que volver a Brooklyn y no quería discutir con nadie. Solo quiero estar con mi familia y no sentirme malditamente sola. Últimamente me siento extraña, como si algo estuviera a punto de llegar, pero no llega. Me siento tensa, ansiosa y nerviosa. Mis emociones son un asco cambiante y he sufrido de pesadillas que cuando abro mis ojos no puedo recordar. He adquirido la costumbre de poner una mano sobre mi corazón y siento los latidos frenéticos, tan fuertes que me causan dolor. Quise venir aquí para despejarme, respirar otro aire y quitarme la sensación de ser observada de encima. Pero incluso aquí, rodeada de mi familia. Puedo sentirlo. Como un reloj que está a punto de detenerse. Lo siento dentro de mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD