Mi vecino

2208 Words
Mis padres y yo nos habíamos mudado a un nuevo piso después de cumplir los 16. Momento en el que empezaba a descubrir mi sexualidad, lo que me gustaba y lo que no, pero había pocas cosas que no me gustaran. Soy delgada y con un buen culo, así que conseguía atraer a los chicos q incluso llevarlos a casa cuando mis padres no estaban y cogíamos como locos en mi habitación, era una buena época. Después mis notas comenzaron a bajar y tuve que dedicar más tiempo al estudio para al menos sacarme el bachiller y comenzar algún grado. Mi sueño era trabajar desde casa y poder irme de fiesta los fines de semana hasta poder ahorrar lo suficiente para comprar algún piso y así traer cuando quisiera a quien quisiera. Por problemas como esos, estuve saliendo durante un tiempo con chicos más maduros de treinta y pocos, que pudieran tener su propio sitio donde poder hacerlo. Es por eso que hubo un día en el que me fijé en mi vecino. Al principio no lo conocía, mis padres sólo se hablaban con los más cercanos en las mañanas antes de irse al trabajo. Tenía 20 años y era verano, mis padres se habían ido con unos amigos, mientras yo chateaba por Tinder con un supuesto moreno que estaba como un queso. Estaba tirada en la cama con un bikini que solía ponerme antes de irme a la piscina, cuando desvié mi mirada a la ventana y lo que vi me dejó con la boca abierta. Un bombón de esos deportistas que entrenan en la terraza ¡Sin camiseta! Se me hacía la boca agua sólo de verlo. Tenía la piel tostada por el sol, con el pelo marrón rojizo que se quedaba medio mojado del sudor, con un poco de barba que lo hacía ver más maduro. Fue frenando hasta parar y cogió una toalla pasándosela por cara y por la espalda para quitarse parte del sudor. Se iba a dar la vuelta así que aproveché la ocasión para dejarme ver, me levanté de la cama, haciendo que iba a coger algo de ropa para vestirme. Por la mirilla del espejo podía ver que no paraba mirarme, mientras escogía una blusa y unos pantalones cortos. Volví a mirar hacia el espejo ¡Seguía mirando! Uff de espaldas no me había fijado en sus abdominales marcados. Finalmente me puse la ropa que había escogido frente al espejo y decidí que aquel era el momento para dar la cara. Ambos nos miramos y aproveché para verle mejor, sonreí algo sonrojada. Me saludó con la mano diciendo algo y salí a la terraza. -Hola ¿Vas a la piscina? -Me preguntó con una voz gruesa. -Sí, iba a ir esta tarde con unas amigas, soy Valentina. -Valentina, bonito nombre. Yo soy Alejandro, decía si querías venir a mi piscina privada y de paso tomar algún trago. -La idea se me hizo tan irresistible que no pude negarme. -¿Piscina privada? ¡Suena de lujo! -Pues ven al número 4. -Ahora mismo. -Salí de la terraza y me metí en el baño. ¡No lo puedo creer! ¡Un chico tan guapo me ha invitado a su casa! ¡Y es mi vecino! Aquello no me lo había planteado. No pensé que mi plan funcionaría tan rápido. Y en vez de dar largas como siempre, esta era la oportunidad perfecta para conseguir lo que quería. Un sitio para follar cuando quisiera, y encima con mi vecino que está para comérselo. Me recogí mi melena rubia y me puse un poco de brillo labial. No quería ir maquillada después de verme al natural pero quería que notara que me había arreglado para él. Me puse unas chanclas y fui al número 4 algo nerviosa, toqué el timbre y esperé. -Ey pasa, estás en tu casa. -Y así me sentía, era prácticamente igual a mi casa, distinta decoración y pintura, sentía cada vez más que estaba en mi terreno. -No sabía que había más vecinos de mi edad. O bueno... ¿Cuántos años tienes? -Dije con una sonrisa. La verdad, no me importaba mucho el número, pero la curiosidad me carcomía por dentro. -Tengo 35. Supongo que soy más mayor de lo que pensabas. -Mmmh... digamos que no he calculado mal. Yo 20. -¿20? Pues pareces muy madura. -¿Ah sí? ¿En qué sentido? -Respondí coqueta. -Pues... No pareces la típica niña de universidad ¿Cerveza? -Asentí inmediatamente mientras recibía su vaso y lo choqué con el suyo. -Gracias. -Pegué un buen trago, tenía que desinhibirme un poco. -Ven, te enseño la piscina guapa, seguro que te gusta. -Terminé el trago y le seguí, me la tomé tan rápido que empecé a sentir el calor en mi cuerpo. Entonces vi la piscina privada cuando quitó la lona. De apenas un par de metros, que casi parecía un Jacuzzi muy grande. -Guau. Se ve increíble. -¿Quieres probar el agua? -Claro. -Inmediatamente me quité la blusa y los pantalones, me agaché para dejar la ropa en la silla dejando enseñar mi culo. Le sonreí guiñándole un ojo y me metí suavemente a la piscina, di un par de brazadas y toqué el otro extremo, al darme la vuelta vi cómo se quitaba la camiseta y me mordí el labio. ¡Diablos! ¡Es puro fuego! Me sonrió y se metió en la piscina también. -¿Qué te pareció? -Me dieron ganas de decirle "Pues con vistas increíbles de tu cuerpazo" Pero me contuve. -Se ve genial, si es para algo privado o una pareja... -Justo después de decirlo, Marc se acercó a mí dando un par de brazadas. -¿Tú buscas un sitio para compartir piso? ¿Valentina? -¿O eres tú quien busca un compañero? -Respondí con una carcajada. -Bueno algo así, me has pillado. -Tú serías la compañera ideal. -Su comentario con esa sonrisa me pilló desprevenida. -¿Tú crees? ¿Por qué motivo? -Dije igualmente sonriendo. Ambos empezábamos a coquetear poco a poco acercándonos más al otro. -Porque... Primero, eres hermosa. -Vaya gracias, qué lindo. -Simulé mi nerviosismo. -Segundo, seguro también estarás tratando de dejar de vivir con tus padres. -Vaya muy listo. -Dije realmente sorprendida. -Y tercero porque también querrás pasar más tiempo conmigo. -No pude evitar soltar una carcajada. -¿Y por qué crees eso? -¿No quieres conocerme? -Él ya estaba prácticamente a mi lado y su media sonrisa de superioridad me parecía de lo más sensual. Entre los dos había algo, claramente nos gustábamos el uno al otro y había empezado una guerra por ver quien se lanzaba antes a romper esa tensión s****l. -Claro que sí. Pero no sé si tú quieras conocerme a mí. -Dije sonriendo de igual forma, ahora casi podía rozar mis pechos contra él. Pero esa distancia se cortó por completo cuando me cogió del mentón y me besó con lentitud. Apoyé mis brazos en sus hombros mientras le besaba. Sólo con sentir sus labios, el calor comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Yo no me separaba de sus labios carnosos que me habían vuelto loca. Los mordía, los lamía, bebía de ellos como si hubieran pasado años sin haber besado antes. Entonces sentí sus potentes brazos rodear mi cintura y agarrarme el trasero. Podía sentir el bulto de su v***a justo en mi entrepierna que ya estaba mojada incluso antes de meterme a la piscina. Subí mi pierna para sentir más contacto, él comenzó a darme los besos en el cuello más ricos que me había dado nadie, empecé a gemir de la excitación. Abrí los ojos y me di cuenta que mis padres estaban en la terraza. -¿Qué ocurre? -Preguntó dándose cuenta de mi tensión. -Mis padres podrían vernos. -Carajo. -Vamos dentro, aún no se han dado cuenta. -Él elevó mis dos piernas para que me agarrara fuerte y me sacó de la piscina. Caminó a su habitación como si sólo llevara una mochila. -Estás muy fuerte. -Y tú muy sexy. -Me dejó al lado del baño y me dio una toalla. - Es para no mojar la cama. -Sonreí con picardía, había entendido a la perfección lo que quería. Al ponerme la toalla encima, hice que las tiras de la parte de arriba del bikini se cayeran a los lados de mi hombro. Marc no me quitaba la vista de encima con una sonrisa. Hasta que tiró su toalla y cogiéndome en brazos, me tiró encima de la cama y volvió a besarme por el cuello de forma más salvaje. Sus manos llegaron a mi espalda deshaciéndose de las tiras del bikini y empezó a masajearme los pechos, comenzó a explorar mi cuerpo con la otra mano, yo no podía dejar de gemir con sus besos mientras bajaba por mi cintura y acarició mi entrepierna. Aquel era el momento preciso en el que llevaría a cabo mi última actuación. -Mmmh me encantas. -Ah, y tú a mí pero... ¿Esto no es muy precipitado? -¿No te gusta linda? -Preguntó moviendo los dedos por encima, mientras me acallaba menos los jadeos. -Mmmh se siente tan rico. -Yo sigo aquí mami, te daré todo cuanto quieras hermosa. -Aquella era la frase que yo quería oír. -¿De veras? -Todo mi reina. -Entonces podré venir más a menudo. Si tú quieres... -Uff que caliente me pones. -Y tú a mí. -Se puso encima de mí, de golpe volví a sentir de nuevo ese enorme bulto entre mis piernas que me mojaba y comenzó a besarme como en la piscina. Me estaba volviendo loca, en cuanto se hizo de lado para quitarse el bañador, aproveché para quitarme del todo el bikini y lo tumbé colocándome encima. -Súbete mami. Verás como te gusta. -Y sin pensarlo dos veces me metí todo su m*****o. Gemí de placer al sentir tremenda v***a dentro de mí y comencé a moverme arriba y abajo sintiendo sus manos en mis caderas que ayudaban a aumentar el ritmo. -Así, ¡ah! mi reina sí. -¿Te gusta? -Un largo jadeo fue su respuesta, se apegó a mi pecho y sentí su lengua en los pezones obligándome a disminuir el ritmo para que no me hiciera daño en un encuentro suave y delicioso. De pronto me soltó y se colocó detrás de mí obligándome a tumbarme. -Dime Valentina ¿Alguna vez te lo han hecho por detrás? -Mmmh no. -¿Me dejarías ser el que te desvirgue ese culo tieso? -Volví a gemir más fuerte al sentir un azote fuerte en mi nalga y asentí. Sentí la lengua en mi ano cálida mientras arañaba las sábanas en vano. Mis pelos se erizaban en mi espalda al sentir como subía por mi columna y me susurraba. -Relájate, te encantará. -De nuevo sentí su lengua mientras sentí cómo me metía un dedo. Aquella sensación me estaba volviendo loca poco a poco comenzó a meter otro y cuando estaba por meter el siguiente, se quitó y sentí la punta de su v***a queriendo entrar. Grité como loca aunque me dolía un poco, él me lo hacía muy despacio y y rico. Hasta que ya casi no me dolía y empezó a meterla un poco más, así hasta sentirla toda. Yo ya no me podía aguantar y también me estaba echando hacia atrás para sentir más ese pedazo de carne que me tenía tan excitada. Hasta que sentí un potente chorro mientras me apretaba mi culo contra él, había acabado ahí con un gruñido fuerte. Decepcionada me giré en cuanto me la sacó y le chupé los restos de leche. -Mmmh qué rica. -Sí que te gusta eh. -Me has dejado con las ganas. -Creo que no eres la única que lo desea. -Dijo señalando de nuevo hacia su entrepierna mientras veía atónita cómo volvía a empalmarse. Chupaba la punta con ansia mientras la acariciaba con ambas manos. Cuando escuché que volvía a jadear acelerado como antes volví a intentar sentarme encima. Pero en el intento me sujetó de la cintura y me puso de espaldas a la cama y comenzó a besarme el cuello. -De aquí no te vas sin que te la meta en ese coño hermosa. -De nuevo sentí la polla en mi entrada pero no la metía. Entre los besos y los susurros me estaba poniendo tan caliente que empecé a gemir suplicante. -Metemela por favor, hazlo. -Él sonrió con superioridad, nunca le había tenido que pedir a nadie algo así y me hacía sacar todo lo puta que tenía. Pero no esperaba que me la metiera de golpe, empecé a gritar como nunca, disfrutando de tremenda cogida. -Aaaaaah dioooos. -Aaaaah Alejandro siiiii así ¡Dame fuerte! -Sí hermosa ¡Aaaah! -¡ME VENGO! -Estaba que ya no podía más y moví mis caderas mucho más rápido sintiendo uno de los orgasmos más ricos que había tenido. Justo entonces él no aguantó más y también gritó descargando toda su leche dentro de mí, ambos caímos exhaustos en la cama. -¡Vaya! Ha sido increíble. -Ambos nos tomamos un tiempo jadeando cansados. -¿Entonces te quedarías a vivir aquí? -No veo por qué no. -Contesté con una sonrisa perversa.
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