En el instituto no solía ser una chica muy agraciada. Seré directa. Granos, gafas de 3.5, pelo graso, y enclenque.
Era plana cual tabla con muchísimos complejos que no podían ser simplemente cubiertos por maquillaje, un buen peinado y un bonito vestido.
Por fortuna no fui la diana personal de algún abusador, pero eso no quiere decir que me libré. Ya quisiera.
El último año me confesé a un chico, Denis. Le había ayudado con los deberes algunas veces, pero ese había sido todo nuestro contacto.
Y eso no cambió después. Me hizo el mismo caso que le hace alguien a una llamada telefónica de publicidad.
No volvió a hablarme o a pedirme nada, pero estaba decidida por conseguir una respuesta. Un día me acerqué a preguntarle que qué opinaba.
Toda la gente de su alrededor comenzó a reírse. Me
