Los zapatos relucientes de Cassio pisaron la tierra movida, el barro y la sangre derramada. Movió el tobillo cuando miró bajo su suela, y respiró profundo. Había un helicóptero rondando el área, y el castillo donde alguna vez estuvo Sierra, estaba cubierto. Después del encuentro desagradable con Styx y sus hombres, Cassio quiso ver la zona en persona. No quiso que le contaran, y tomando un vuelo, aterrizó en el aeropuerto y de ahí sobrevoló el lugar en su propio helicóptero. Lo que imaginó que sería el día en el que encontraría a su hija, fue un día de muerte, desolación y el hedor de los cadáveres quemándose. Cassio entró al castillo y subió las escaleras hasta donde supuso que estuvo su hija. Era la torre, y lo que la delató fue que dejó un rastro de su vestido y los diamantes de su co