La estancia en la casa de la familia Peterson fue considerada muy cómoda, según Dahlia. Puesto que su madre conversaba con Gabriela como si fueran amigas de muchísimos años, Myles estaba feliz de que su esposa y aquella que consideraba como una hermana, estuvieran viviendo en completa tranquilidad. Asimismo, acordó con Dahlia para enseñarle lo que debía saber sobre los hombres lobos. El pequeño Anthony quiso unirse a sus clases, pero había cosas que su padre no podía enseñarle a su edad.
—¿Qué hacemos aquí?
La joven Booker miraba desde la cima de una colina, la manada de su padre, a simple vista todos parecían actuar como unos simples humanos, bien que te podrías confundir con una simple ciudad. Pero, según ella, si mirabas y escuchabas atentamente podías encontrar las diferencias entre humanos y licántropos.
—Quería llevarte a un lugar más tranquilo, si estuviéramos allí, podrían fastidiar nuestra plática. —Ella asintió entendiendo su punto. —Comencemos por lo básico, cómo es que nosotros existimos.
—Eso me ayudaría un montón.
—Hay muchas leyendas y mitos sobre cómo fuimos creados, —comenzó la plática con tranquilidad.— algunos dicen que un brujo nos hechizó por molestar a su pueblo; sin embargo, se ha desmentido puesto que la diosa Luna favorece a los licántropos y no los maldice.
—¿La diosa Luna? —ante la notable confusión de Dahlia, Myles rápidamente respondió.
—Para los humanos su fe se basa en un dios, algunos con nombre y otros sin nombre, en nuestro caso nuestra fe es puesta en una diosa, la Luna.
—Te refieres al satélite... —dijo con incredulidad ante esa respuesta.
—Suena ilógico pero es verdad, la diosa siempre se manifiesta ante nosotros, —Entonces Dahlia, notó un brillo en los ojos del licántropo al hablar de aquella entidad— cuando el hijo del Alfa va a continuar con su cargo, la diosa Luna ilumina a la manada, bendiciendo a esta para que pueda continuar con las tradiciones dadas.
—¿Pero por qué Diosa y no un Dios? — la curiosidad de la castaña aumentaba por cada palabra que decía Myles, deseosa por saber más.
—Porque ella se ha presentado varias veces en difíciles situaciones que se encuentra una manada. En la biblioteca del centro, podrás detallar sus apariciones. —Dahlia entendió que eso debía investigarlo por su cuenta. — Volviendo al punto, las leyendas y mitos se extienden por montón, pero el más sonado es que en cierto punto, un pueblo necesitaba de extrema ayuda, y la diosa le regaló las habilidades de lo que más temían los invasores.
—Un lobo. —Myles asintió feliz de que la joven entendiera con facilidad.
—Los licántropos se han ido extendiendo por continentes, pero a su vez son pocos, la diosa solo permitió tener veinticuatro alfas en total, ni uno más, ni uno menos.
—Eso significa que hay veinticuatro manadas, ¿No es así? —nuevamente él asintió. — ¿Cuántos hay en este Estado?
—Por lo menos unos diez, pero no te preocupes, podrás conocer casi a todos los alfas en la reunión este fin de mes. —Cuando ella iba a preguntar porque sólo algunos, él inmediatamente habló.—No muchos Alfas pueden salir de sus manadas, por lo que mandan a sus betas para que puedan representarlos, y muy poquísimas veces a las Lunas.
—¿Con qué te refieres a Lunas?
—Cuando el Alfa es varón, la pareja de esta se denomina Luna, ya que es la encargada no solo de velar de la manada sino también del Alfa, trae equilibrio a la comunidad. — Dahlia asintió y repitió mudamente para intentar aprenderlo.
—¿Qué pasa cuando una mujer es Alfa? ¿Qué pasa con su compañero?
—Algunos tienden a desempeñar como Betas, otros se quedan en la parte administrativa. — se encogió de hombros. — Todos los Alfas, tienen como obligación encontrar a su compañero.
—Por el equilibrio en la manada, ¿No? —Él asintió. —Creo que ya voy comprendiendo todo, entonces sólo hay Alfas, Betas...
—También hay Omegas y Rogues, los primeros son la manada, estos pueden retar al Alfa y si ganan pueden ocupar su lugar, pero nadie lo hace.
—¿Por qué?
—Porque se dice que hay una maldición, enfrentarse al Alfa es enfrentarse a los enviados de la Luna, sin embargo hay otros que creen que es necesario, como cuando el Alfa es corrompido por el poder. —Dahlia dejó de ver el pueblo y se concentró en Myles. — Se ha visto hermanos pelear por el puesto del Alfa.
—Eso es lo que quería la vagi... Regina —se corrigió al ver el ceño fruncido del Beta. — Quería que Kendall peleará por el puesto, ya que soy humana.
—Sí, pero esas peleas son muy sangrientas, es dejar a tu oponente al borde la muerte.
—Eso también me hizo recordar que la anciana me llamó cazadora... —Myles hizo una mueca y se levantó sacudiendo la tierra de sus pantalones.— ¿Dije algo malo?
—No, ven, te voy a enseñar algo.
Dahlia imitó su acción y siguió el camino de Myles, caminaron nuevamente por el bosque, ya que era la única ruta para llegar a la cima de aquella colina. De la misma manera, observó los árboles a su alrededor, uno creería que estaba acostumbrada a la vida citadina, pero la verdad es que su padrastro la había enseñado a sobrevivir en la naturaleza y de vez en cuando apreciaba lo que ella podría ofrecer.
Fue cuestión de minutos, en que notó que poco a poco los árboles desaparecieron y se mostró un panorama diferente, miles de lápidas se alzaban en un campo, sorprendiendo a la joven por haber sido llevada a ese lugar.
—Te estarás preguntando el por qué te traje aquí, los licántropos que mueren de manera natural son enterrados en esta parte del cementerio. —Señaló la lápidas a su alrededor, mientras seguía un camino de piedras. — Mientras que los licántropos que mueren por batalla, son llevados a este lugar.
Un gran arco de piedra se mostró frente a ellos, con cautela avanzó y detalló que en ella había varias lanzas clavadas en el suelo, cada uno con una bandera, con diferentes nombres. Todas de color n***o mientras que los nombres eran dorados.
—Asimismo, los licántropos muertos o desaparecidos por los cazadores son puestos en este lugar.
—¿En serio hay cazadores de licántropos? —preguntó con notable incredulidad ante el montón de lanzas.
—Sí, existen desde hace mucho, dispuestos a dar caza a todo licántropo, para según ellos, librar a la humanidad. —Siguió caminando viendo todas las lanzas. —Los cazadores son fáciles de identificar, llevan armas bañadas de acónito, a su vez tienen un tatuaje de el hombro de dos espadas cruzadas y laureles a su alrededor.
La joven Booker dejó de caminar al escuchar el relato de Myles, el moreno notó que Dahlia no caminaba a su lado por lo que volteó y preocupado fue hacia ella.
—¿Sucede algo?
—Ahora entiendo porqué me llamo cazadora... —Myles frunció el ceño . — Escucha, yo no sabía lo que significaba ese tatuaje, lo hice porque él tenía uno y quería un recuerdo de él.
—¿De qué estás hablando? — preguntó al ver el nerviosismo de la castaña, su cara reflejaba culpabilidad y nerviosismo.
Intentó controlar su respiración intentando no parecer tan preocupada, recordando que debía ser fuerte ante la posible opinión de Myles, confiaba en que él no la odiaría ante lo que vería. Con lentitud, colocó una mano sobre su hombro y alzó su manga mostrando el tatuaje que él le había descrito.
El Beta entró en shock al ver el tatuaje en la piel de la hija de su mejor amiga, alzó la mano y pasó su mano por el dibujo. Su rostro mostró muchos sentimientos, odio e ira ante lo que representaba pero a su vez preocupación al ver cómo estaba Dahlia.
—De acuerdo... —inhaló y exhaló con lentitud tomando calma el asunto.— Dijiste que lo hiciste por alguien, ¿Por quién?
—¿Acaso no estás enojado? —dijo con confusión al verlo relajado.
—Estoy enojado por lo que representa, pero tú me habías dicho que no sabías qué significa, por lo que tomaré qué lo hiciste inconscientemente. —habló con total calma, sorprendiendo a la castaña.
—¿Cómo? —él ladeó su cabeza sin entender su pregunta.— ¿Cómo puedes estar tranquilo ante lo que acabo de mostrar?
—El deber de un Beta es mantener la calma ante cualquier situación, se tiene que pensar con la cabeza fría ante los problemas. —explicó con simpleza, dejando pensando a la joven— Sino no podemos darle consejo al Alfa y no podremos ayudarlo con la manada. —ella miró el rostro de Myles, comprobando la calma que decía que debía tener.— Volveré a preguntar, ¿Por quién te hiciste el tatuaje?
—Por mi padre... Alejandro.
Myles retrocedió dos pasos, perplejo ante tal información, pasó una mano por su cara intentando no quedar en estado de shock. Dahlia bajo su mano dejando que la manga cubriera su tatuaje y esperando que Myles dijera algo al respecto.
—¿Cómo es que no me di cuenta antes? —se preguntó en un murmullo, pero Dahlia pudo escucharlo perfectamente.
—No te culpes, era él, lo supo ocultar muy bien. —esta vez Myles dejó de maldecir mentalmente para escuchar y mirar a Dahlia. — Todo bajo un perfil de un marine, ¿Quién iba a pensar que sus habilidades era por ser cazador?
—Ahora tú pareces muy tranquila ante esta situación.
—Yo estaba nerviosa porque pensé que me ibas a despreciar por el tatuaje, y me caes muy bien. —se encogió de hombros. — Pero mi papá está muerto, no puedo hacer o decirle algo respecto. Enojarme sería por gusto.
—¿Sabes? Piensas como una buena Alfa. —dijo con notable orgullo ante la chica que estaba frente a él. Dahlia sonrió agradecida ante tus palabras. — Escúchame atentamente, nadie debe enterarse al respecto, a excepción de Silas, y tú madre.
—Creo que deberíamos hablarlo también con Gabriela, espero que no se asuste con respecto a eso.
—Estoy seguro de que no se asustara. —dijo convencido. — Será mejor hablarlo con ella primero.
—¿Ahora? —él asintió — Genial, porque también me estoy muriendo de hambre.
Ambos retomaron el camino hacia casa de Myles, el cual para evitar la tensión entre ellos, le empezó a contar lo que él hacía con su madre cuando eran niños. Lo que dejó a Dahlia feliz sabiendo que tanto su madre como ella podían contar con alguien en aquel lugar. Después de unos minutos llegaron a la casa y se encontraron solo con Gabriela, puesto que Camila decidió salir un rato al parque acompañado con Anthony.
La rubia al ver la seriedad de ambos se preocupó, y más cuando su esposo le pidió hablar en la sala. Durante varios minutos tanto Myles como Dahlia les explicó la situación, Gabriela quedó sorprendida al escuchar toda la historia, que por un momento no emitió ninguna palabra, dejando a ambos en suspenso.
—Escucha Gabriela, si te sientes incómoda con esto no hay problema de que me vaya, pero era necesario que lo supieras porque tú vives aquí y eres la esposa de Myles. —dijo la joven ante la atenta mirada de ambos esposos.— Además, no quiero que nuestra relación comience con mentiras.
Gabriela miraba atentamente a la joven, la incredulidad se podía notar en sus facciones, por lo que se acercó a Dahlia y llevó su mano a la manga de Dahlia y la alzó mostrando el tatuaje. Detalló la tinta por su piel por un momento, hasta que alejó su mano lentamente de su brazo.
—De acuerdo, yo pensé que iban a decir algo peor...
—¿No estás enojada o algo? —preguntó curioso su esposo ante su reacción.
—Es sólo un tatuaje, tú no has matado a ningún licántropo ¿No? —pregunta a Dahlia quien negó rápidamente, ocasionando que ella soltara un suspiro de alivio. — Entonces no debo preocuparme de que me mates, solo los cazadores no les daría remordimiento por matarnos.
—Te aseguró que no quiero eso, si antes hubiera sabido de este mundo y lo que significaba el tatuaje, no me lo hubiera hecho.
—Te creo, el ritmo de tu corazón lo confirma. —Dahlia alzó una ceja ante lo dicho por Gabriela. —Los licántropos no mentimos mucho debido que se puede escuchar el ritmo de nuestros corazones.
—De esa manera saben cuando alguien miente o dice la verdad. —ella asintió. —Pero algunos pueden controlar eso.
—Solo algunos. —Dahlia asintió comprendiendo.— Bueno, ya que pasamos este tema, ¿Cómo te fue en tu primer día aprendiendo sobre los licántropos?
—Muy interesante, no pensé que captaría todo.
—¿Ya fueron a los campos de entrenamiento? —esa pregunta hizo que Dahlia se enderezada en su lugar.
—¿Tienen campos de entrenamiento? —preguntó emocionada la joven ocasionando que esta vez Myles alzará su ceja.
—Sí, para los jóvenes licántropos tienen la obligación de entrar ahí si quieren aprender a defenderse, algunos terminan por alistarse para ser guardia del Alfa. —explicó Myles. —Si quieres podemos ir mañana.
—Sí, por favor, ¿Crees que sea posible que pueda entrar?
—No lo sé, ¿Estás segura? Digo, ellos son licántropos y tú humana.
—¿Y eso qué? —preguntó un poco tensa.
—Déjala que entre, a lo mejor te llevas una sorpresa. —habló otra persona en el marco de la entrada de la sala.
Un pequeño de cinco años fue corriendo hacia su madre, quien emocionada abrazó a su pequeño. Myles miró atentamente a Camila quien tenía una sonrisa en su rostro.
—Mi mamá está de acuerdo, no creo que haya algún problema al respecto.
—Pero tú padre... —ella chasqueó la lengua ante la mención de Silas.
—No me importa mucho su opinión, además, estoy segura que es necesario que vaya a ese campo de entrenamiento para ver si los licántropos pueden defenderse ante una simple humana, ¿No es así?
Myles se quedó mirando a Camila, esperando que cambiara de opinión pero ella estaba orgullosa de su hija por lo que no tuvo de otra que aceptar.
—De acuerdo, iremos mañana. —Dahlia sonrió victoriosa y miró a su madre quien le guiñó el ojo.
—Me parece genial, ahora si me permiten, —se levantó del sofá y estiró su brazos. — tengo que ir a la biblioteca.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Camila extrañada ante repentino cambio.
—Es que mi profesor me dejó temas de investigación.—miró fijamente al moreno, quien se encogió de hombros. — Por cierto, ¿Alguien podría decirme dónde está la biblioteca?
—Yo te llevo.
Dahlia sonrió agradecida a la rubia y ambas salieron de la casa para dirigirse a la biblioteca. Durante el camino, Gabriela le dijo que había hablado con su madre y se que se habían puesto de acuerdo para preparar la comida durante la semana.
—¿Quieres que después te venga recoger? —preguntó al ver que su reloj marcaba las doce.
—No, estaré un buen rato aquí y almorzaré cerca. —Gabriela asintió y se despidió con la mano alzada.
Miró la entrada de la biblioteca y notó que aunque esta pareciera renovada, se podía apreciar que llevaba muchísimo tiempo construida. Al entrar, notó pocas personas transitar por aquel lugar, al notar que nadie la miraba como en la calle fue con tranquilidad al mostrador, siendo recibido por un hombre de mediana edad, quien escribía con dedicación en un libro. Él al notar la presencia de Dahlia, alzó su cabeza y frunció el ceño al notar su aroma de humana.
—Impresionante... no se ven muchos como tú por estos lugares.
—¿Se refiere a humanos? —preguntó con extrañeza pero el hombre sólo rió y negó levemente.
—Iba a decir jóvenes. —Está vez Dahlia sonrió ante su respuesta. — ¿En qué puedo ayudarte?
—Mi profesor me dejó una tarea, estoy buscando todo lo relacionado con la Diosa Luna, y como algo extra, todo lo que tenga que ver con los licántropos. —dijo al recordar todo lo que Myles habló por la mañana.
—¿Quieres lecturas largas o cortas?
—No tengo preferencia, mientras tenga toda la información esencial.
—Entonces, acompáñame.
Ella asintió y decidió seguir al señor para que pudiera entregarle sus libros correspondientes, pasaron por algunas repisas y él con determinación sacaba un libro. Hasta que tuvo exactamente seis en su mano, la castaña iba a pedirle para que ella llevara, pero él siguió de largo hasta unas mesas.
—Estos son los necesarios, ¿Crees que podrás? —preguntó el señor sabiendo que las lecturas no eran exactamente ligeros.
—Ya veremos, ¿No?
—Sí, tienes razón... —sus palabras se quedaron en el aire, puesto que iba decir su nombre, pero al no haber preguntado al inicio de su conversación, se quedó en blanco.
—Soy Dahlia. —alzó su mano para estrecharla con el señor, él gustosamente aceptó su saludo.
—Yo soy Mark, si tienes alguna duda puedes ir al mostrado.
Después de agradecerle por los libros, Dahlia quedó sola viendo los seis libros sobre la mesa. Entusiasmada por comenzar su lectura, sacó su celular y unos auriculares, por lo menos, los guardias de Silas no habían revisado toda su mochila y se llevaron tales objetos. Comenzó su lectura sobre la Diosa Luna, casi lo que había dicho Myles estaba plasmado en aquel libro, al igual de varios dibujos de la Diosa. Algunos mostraba a una mujer de pelo blanco junto a un lobo y otros con un humano, por lo que supuso que era cuando se transformaban.
Había pasado mucho tiempo leyendo, que no se dio cuenta de la hora, hasta que alguien había tocado su mesa, llamando totalmente su atención. Alzó la cabeza y encontró al joven que se hacía llamar Iván con dos libros en brazos. Se sacó los auriculares y miró con clara confusión al futuro Beta de su hermana.
—Parece que vas muy concentrada. —dijo Iván al ver cuatro libros apartados.
—Myles me dejó tarea, tengo que leer. ¿Y tú? ¿También viniste para leer?
—Oh, ¿Esto? —indicó los libros que sujetaba.— No, yo ya terminé de leer, solo venía para devolverlos.
—Genial, yo debo aún terminar estos dos. — señaló los dos libros que tenía.
De repente, sin que Dahlia lo deseara, su estómago gruñó de hambre, que hasta algunos licántropos alzaron la cabeza para buscar el origen de aquel sonido. Iván se aguantó una carcajada, mientras que Dahlia bajó su cabeza y miró fijamente su estómago, como si se estuviera regañando por hacer tal sonido.
—¿Desde que hora llevas aquí?
—Como desde las doce... —Iván abrió la boca sorprendido por tal respuesta.
—No se si te habrás dado cuenta de la hora, pero ya son las diez para las cuatro de la tarde... —ella hizo una mueca, pero al final se dio cuenta que por lo menos había acabado cuatro libros.
—Oh genial, solo dos horas más y acabo estos libros. —señaló los que le faltaban.
—No sabía que en serio te gustaba leer.
—No sabes muchas cosas de mí, apenas sabes mi nombre y quien es mi padre. —Iván hizo una mueca, y asintió dándole la razón.— Bueno, te contaré que había una carrera universitaria que me llamaba la atención, tenía que ver mucho con la lectura.
—Eso tiene sentido para mí... pero, ¿No te duele la vista por tanto leer? —ella frunció el ceño y negó ante su pregunta. —Algunos humanos tienden a usar lentes por la lectura continua...
—No es mi caso, supongo. —se encogió de hombros.
—Eso me queda claro, hija de un Alfa y una humana. —Dahlia llevó su dedo a su boca para aguardara silencio.
—No lo digas tan alto, prefiero que eso no se revele aún.
—¿Por qué?
Dahlia cerró nuevamente la boca, la verdad es que no quería saber nada de su padre y según lo que había leído los libros, los descendientes de los Alfas eran muy importantes para la manada. Por lo que supone que cuando toda la manada se entere de ella, no le apartarán la mirada.
—Porque no quiero que nadie se entere, ¿No sería mejor cuando mi padre me presente? —preguntó con cautela, sabiendo que posiblemente esté atento a sus nervios, al parecer en aquel lugar debía mantener la calma para que no se dieran cuenta de sus emociones, todo porque eran licántropos.
—Sí, tienes razón... no queremos que una Kendall nos golpee. —él se rió por su chiste, pero Dahlia no le encontró divertido. —Como sea, qué tal si dejas esos libros y vamos a comer...
—Solo me faltan dos, no es necesario. Termino esto y podré salir.
—Tengo una mejor idea.
Iván agarró sus dos libros y esperó que ella se levantara, a la joven no le quedó de otra que seguirlo. Por un momento, ella pensó que dejaría los libros en su lugar, pero en su lugar se dirigió al mostrador, en donde se encontraba Mark. El cual alzó la cabeza y miró con mucha alegría al licántropo.
—Hola papá, ¿Qué tal te va? —La castaña se quedó muy quieta, sorprendida al saber que había hablado con el padre de Iván.
—Me sorprende verte aquí, pensé que entrenarías con Kendall. — Dijo con un tono jocoso pero inmediatamente su semblante se transformó al ver a Dahlia. — ¿Pudiste acabar los libros?
—Solo me faltan dos. —él frunció el ceño y revisó el reloj que estaba colgado en la pared detrás de él.
—Vaya... cuatro libros, nada mal. —ella musitó un leve 'Gracias'.
—Papá, ¿Podrías dejar que ella se lleve los libros? —ante la pregunta de su hijo hizo una leve mueca.
—Lo siento, pero no se puede, no me lo tomes a mal. —habló mirando a Dahlia. —Pero solo los miembros de esta manada pueden sacar los libros de la biblioteca.
—Técnicamente ella es m*****o de la manada, es hija del Alfa Silas. —Dahlia miró con reproche a Iván, puesto que hace rato habían acordado sobre guardar tal información y él ya la andaba divulgando.— Es mi padre, no puedo ocultarle información.
—¿Hija del Alfa? —preguntó Mark con clara confusión.— Pero Kendall...
—Yo soy hija de su anterior relación. —Si el padre de Iván estaba asombrado por tal información, ahora se encontraba impactado ante todo lo que se le había relatado.
—¿Hija de Camila Booker? —la castaña asintió con lentitud, sin saber cómo conocía a su madre. — ¿Ella está aquí?
—¿La conoce?
—Tu madre siempre venía a la biblioteca, es la única que me cuidaba los libros como si fueran tesoros. —dijo con alegría, hasta que se dio cuenta de un gran detalle.— Estoy seguro que tú llegada no le gustó para nada a Regina y Kendall.
—No tienes ni idea. —Iván soltó un suspiro cansino. — Entonces, ¿Dejarás que se lleve los libros?
—Prometo devolverlos mañana. —dijo ella con total seriedad.
—No hay problema, si algo llegase suceder, culparemos a Iván. —el mencionado frunció el ceño, indignado hacia su padre. —Solo pon tus datos en esta ficha y los nombres del libro.
Una vez que había llenado la pequeña ficha, se despidió de Mark y salió de la biblioteca, con los libros en mano y junto a Iván. El licántropo emocionado, la llevó hacia un puesto de hamburguesas que había a una cuadra. Dahlia dejó que pidiera la comida mientras ella buscaba algún lugar para sentarse. Aunque, aún así sintió la mirada de todos los licántropos, más aún cuando Iván se sentó delante de ella.
—Ignóralos, no están acostumbrados de ver a nuevos humanos aquí.
—O sea qué hay más humanos en este lugar...
—Sí, pero la mayoría se va a la ciudad a estudiar. —ella asintió y le dio una mordida a su hamburguesa. — Cuéntame de ti, ¿Extrañas tu hogar?
—Sí, pero aprendí que no debo apegarme mucho a lo material, lo único que extraño son a mis amistades. —cogió una papas fritas y las untó con el ketchup. — Lo único importante es mi madre, de ahí no hay otra cosa o alguien que me interese.
—Entiendo, has vivido con tu madre desde pequeña. —Ella quiso agregar que tuvo un padre, pero eso significaba hablar de más y no quería que todos se enteraran de su vida. — ¿Acaso no tuviste curiosidad por saber quién era tu padre?
—Una vez, pero luego al ver a mi madre muy feliz con su vida no quise traerle tales recuerdos. Mejor cambiemos de tema, —Iván asintió dispuesto a seguir con una conversación diferente — si Kendall fuera Alfa, tú serías su Beta, ¿No?
—Sí, solo los futuros Alfas puede decidir a su Beta. A Kendall la conozco desde la secundaria, fuimos amigos desde entonces. —Dahlia frunció el ceño, analizando tal información, ahora debía tener cuidado en hablar con él, al ser su amigo íntimo. Había gran probabilidad de que él le dijera todo a Kendall.
—Eso es genial, según entendí, es necesario que los Alfas deben tener una buena relación con sus Betas, ¿Tú te sientes preparado para tal cargo?
—Tengo que estarlo, ser un mal Beta no es solo fallarle a tu Alfa sino también a la manada. —La cara del ruloso pasó a una seriedad impresionante, al parecer todos tomaban muy en serio sus deberes. —Myles intenta enseñarme todo lo que sabe, hasta ahora es el mejor Beta que ha tenido esta manada.
—Sí, Myles es genial. —agarró su bebida y le dio un sorbo, sintiendo el sabor gaseoso en su paladar. Observó a su alrededor y detalló algunas chicas hablando en susurros a varios metros de ellos— Y dime Iván, ¿Ya encontraste a tu compañera?
—Aún no, pero no me preocupo mucho por eso. La diosa Luna, tiene planificado el destino de cada uno. —Ella asintió, más por obligación que por estar de acuerdo con él, muy poco le importaba los mates. A su madre, le engañó su compañero, ¿Por qué entonces debía ser importante para ella? — ¿Por qué las preguntas?
—Porque al parecer tienes admiradoras —señaló con indiferencia a las chicas, quienes al escuchar sus palabras se mantuvieron calladas y fingieron hablar de otra cosa. —¿Sabes? Incluso pensé que eras pareja de Kendall. —Esta vez Iván se atragantó con su hamburguesa ante tal información, Dahlia no hizo nada al respecto y solo lo observó cómo se calmaba mientras ella tomaba su refresco.
—¿Yo? ¿Pareja de Kendall? No, ella es mi amiga...
—¿Y cómo iba yo a saberlo? Apenas se de este mundo, y cuando ella me dijo que tú serás su Beta pensé que hablaba de que ambos son pareja o algo por estilo. —Él dejó su hamburguesa de lado y observó cómo con dos bocados más, Dahlia acababa lo que era su almuerzo. —La próxima deberían ser más específicos en lo que respecta a su relación.
—Entiendo, y... ¿Qué hay de ti? —ella ladeó la cabeza sin entender su pregunta. — ¿Tenías pareja antes de venir aquí?
—No, una pareja es dedicar mi tiempo a él o ella, cuando puedo hacer cosas más importantes. —él hizo una mueca, no conforme con lo que había dicho, pero no podía debatir ante tal opinión.
— De acuerdo, señorita de cosas importantes, ¿Entonces crees que puedas tener mate? Digo, por tu... situación. —dijo eso último intentando evitar decir en voz alta que ella hija de un licántropo, y no de cualquiera, sino de un Alfa.
—Lo dudo, con la suerte que tengo, lo más seguro es que deba conformarme con buscar mi pareja.
La conversación se detuvo cuando dos personas se pararon frente a ellos, Iván pudo reconocerlos como parte de la guardia del Alfa, por lo que se preocupó por un instante que algo hubiera pasado. Mientras que Dahlia se mantenía tranquila ante su presencia, puesto que no los conocía.
—¿Sucedió algo?
—El Alfa requiere su presencia, señorita. —los dos miraron a la castaña, quien bufó y maldijo mentalmente a su progenitor.
—¿Qué quiere él? —los dos se mantuvieron en silencio, ocasionando que ella se irritara. — Les agradezco por ser muy comunicativos. —dijo con total sarcasmo, ocasionando que algunos licántropos jadearon de sorpresa, no muchos se comportan de tal manera si quiera con la guardia del Alfa. — Creo que conversaremos otro día, al parecer tengo una conversación pendiente con Silas.
—¿No quieres que te acompañe? —preguntó entre la preocupación y la confusión, al ver que ella se levantaba con sus libros y de manera tranquila se iba con los dos licántropos.
—Sí... ¿Qué puede hacer él? ¿Castigarme? —ella se rió por su propia pregunta. —Te veré otro día
Iván observaba sentado como la primogénita de Silas iba con calma delante de los dos guardias, lo único que pasaba por su mente es que la chica poseía mucha inteligencia, lo que podría provocar que se enfrente con varias personas. Solo esperaba que no fuera Kendall tan impulsiva para enfrentarse a ella, porque estaba seguro que no era una simple humana.