Prólogo
Las velas del candelabro se consumieron con el pasar de la hora, la comida que estaba en la mesa para dos personas, se había enfriado. El reloj, que antes marcaba la una de la tarde, ahora marcaba las dos y treinta. Se supone que iba a ser una velada para ambos, ella quería darle una noticia muy importante pero en vez de verlo a él, la dejó plantada. La marca que tenía en el cuello le comenzó a arder levemente. Con lágrimas en sus ojos se levantó y caminó hacia su habitación, ya no podía seguir con ese tipo de vida. Agarró un pequeño bolso con lo importante y salió de aquella casa hacia la de su mejor amigo.
Luego de quince minutos de viaje llegó a la casa de aquel que consideraba su hermano. Tocó el timbre dos veces esperando que él apareciera. Fueron cuestión de segundos cuando él abrió la puerta y se llevó la sorpresa de verla llorando en el umbral de su puerta.
―Camila...
―¿Pu-Puedo pasar? ―el moreno quería preguntarle porque lloraba, pero al darse cuenta que le bloqueaba el paso, se hizo a un lado para dejarla entrar.―Gracias...
―¿Qué es lo que pasó?―cerró la puerta y se acercó a ella quien nuevamente volvió a llorar.― ¿Por qué lloras?
―Él no vino, se suponía que vendría para que yo le de la noticia... pero nunca vino. ―Se llevo por instinto su mano al cuello en donde aún sentía el picor de la marca, él al notar tal acción intentó nuevamente acercarse a ver qué es lo que pasaba.
―¿Qué sucede?
―Sé que soy humana, pero hasta yo puedo sentir que él me engaña. ―Dejo un poco al descubierto su marca, estaba levemente rojo por la presión― No le quise decir nada...
―Es un Alfa, como tal debería dar el ejemplo a los demás, respetarte. ―exclamó con ira, jamás dejaría que su amiga sufriera y menos por culpa de un amigo suyo.
―Quiero irme... ya no quiero vivir con él. ―La joven de cabello castaño empezó a llorar más.
―Nos vamos, no voy a permitir que siga haciendo tales cosas.
Myles actuó rápido, sacó su billetera y llaves del auto para poder salir, Camila solo dejó que su mejor amigo tomara la decisión para seguirle. Durante el recorrido ninguno habló, Camila se dedicó a observar el paisaje, pensando en el futuro que le deparará.
—Ya llegamos. —avisó Myles una vez que había estacionado, Camila miró el lugar campestre que estaba frente a ella.
—¿Dónde estamos? —miró a su amigo a los ojos directamente, si bien estaba dolida por lo que había pasado, quería saber en dónde se encontraban.— No me digas que esto es tuyo...
—Nah... Es de mis tíos, pero ellos se encuentran de viaje y me dejaron las llaves. —alzó el objeto, dejando impresionada a la pelinegra. — Ahora, entremos.
Bajaron del auto y entraron a aquella casa, era rústica, perfecto para pasar un buen fin de semana con los amigos o la familia. Camila al entrar, miró fascinada el lugar, su amigo al ver que estaba maravillada por el lugar decidió darle un pequeño tour. Al final, ambos terminaron en el patio haciendo una pequeña fogata para pasar el rato.
Durante horas, ambos estuvieron hablando sobre la vida de ambos, desde hace meses que no se veían y era bonito para ellos conversar de todo, aunque fueran por otras circunstancias por las que hablaban.
―¿Qué es lo que harás ahora?
―No lo sé... ― respondió con cierta duda, sin saber que decir al respecto.― pero de algo si estoy segura, y es que me tengo que ir a otro lado. Ya no puedo dejar que él me siga engañando.
―¿No crees que deberías hablar con él? ―preguntó con duda, la decisión era de ella, pero aún así le dolía saber que ella quería irse.
―No, no creo conveniente, sé que si sigo con él, vamos a sufrir.
―Entiendo, pero... espera. ¿Vamos?
Camila frunció sus labios, ya no había vuelta atrás.
―Estoy embarazada.
Myles no supo por un momento que decir, estaba feliz de que este milagro le ocurriera a su amiga, pero al recordar por lo que ella estaba pasando, se quedó pensativo.
―Eso era lo que querías contarle... ―ella asintió levemente. Entonces él entendió porque a ella le afectaba mucho la traición de su esposo.― ¿Tienes tus documentos?
―Sí, pero... ― quedó confundida con aquella pregunta.
―Nada, nos vamos.
―¿Nos vamos? ¿A dónde?
―Primero, desvincularte de él, ya no vas a sufrir más. ― llevó su mano al cuello de su amiga y pasó sus dedos por la marca, señal de que le pertenecía solo a su esposo.― Segundo, irnos de este lugar, si se entera que te desvinculamos querrá buscarte por cualquier medio.
―¿Cómo me desvinculare? Eso es...
―Difícil, pero no imposible.
Ante la idea de desvincularse de su esposo, no le pareció una buena idea. Sin embargo, si quería escapar con su hijo nonato, tendría que irse de aquel lugar sin dejar ningún rastro. No dejaría que ese pequeño ser viviera en un lugar lleno de tensión y guerra, puesto que ese era la naturaleza de un hombre lobo.
Aceptando la idea de Myles, ambos salieron de aquel lugar para ir donde una bruja a desvincurlarse. Una vez hecho, Myles escuchó el aullido de su Alfa llamándolo, sabiendo que aquello significaba problemas.
―Myles, tienes que quedarte, si te vas conmigo se considerará traición y no puedo permitir que mueras.
―Estoy ayudando a una amiga, ya no importa nada...
―A mi si me importa, por favor, hazlo por mi. No quiero que te pase algo. ―rogó su mejor amiga sosteniendo sus manos, para que comprendiera su situación. El moreno, no tuvo de otra, asintió y aceptó su idea.
―Prometeme que te cuidaras.
―Igual tú.
Ambos se fundieron en un abrazo, sabiendo que este sería un adiós hasta que el destino quisiera volverlos a encontrar. Myles vio como su mejor amiga huía en un auto, lejos de la manada y rogó a la diosa Luna, que no le pasara nada durante su trayecto.