Durante los siguientes días, se habló sólo de la presentación que habría en la manada, muchos se preguntaban quién llegaría o por qué el Alfa hacía este tipo de presentaciones. Sin embargo, para Dahlia era estar bajo presión, toda la manada la conocería como una Gilmore y ya no como una Booker. Esto le daba un poco de cólera, no estaba a gusto de pertenecer a la misma familia de Kendall. Desde aquel día que le había disparado, ninguna de las dos se había topado, una por orgullo y la otra por ira contenida.
—¿Qué opinas?
Dahlia salió de sus pensamientos al ver a Gabriela escogiendo un vestido para ella, al enterarse que la presentación iba a ser formal tuvo que salir de compras con Gabriela y su madre, acompañados del pequeño Anthony, quien se entretenía con el celular de la castaña. Hizo una leve mueca al ver el vestido verde esmeralda, no es que no le gustara los vestidos, el problema era que no podía movilizarse bien con ellos.
—Se ve bien, a menos que quieras que todos vean mi marca.
El vestido era largo pero con los hombros descubiertos, usarlo significaba mostrar el tatuaje del cazador. Gabriela hizo una mueca al recordar aquel detalle, por lo que se dispuso a guardarlo en uno de los colgadores. Por otro lado, Camila miraba incómoda los vestidos largos en los escaparates, le habían invitado para que asistiera a la ceremonia, pero no deseaba que nadie la volviera ver.
—¿Por qué no irás mamá? —preguntó Dahlia al observar su semblante afligido.
—Este tipo de ceremonias me recuerdan cuando estaba con tu padre, no gracias, no quiero volver a ese tipo de época.
Ella asintió comprendiendo por lo que pasaba, al igual que ella también deseaba salir de aquel lugar, pero con el tiempo eso parecía muy lejano. Gabriela, llegó con diez vestidos en mano y lo colocó en frente de ella.
—Ya busqué en toda la tienda, vestidos con manga larga o que lleguen a cubrirse los hombros. —la rubia parecía muy satisfecha con su elección de ropa, tanto que Camila se rió por lo bajo.— No se que colores te gustan, así que te traje varios.
—Pruébalos y dinos si te quedan.
La castaña agarró uno de los vestidos y caminó hacia los probadores, Camila se sentó al lado de Gabriela y aguardaron hasta que ella saliera.
—¿Estás segura que no deseas ir?
—¿Dejar que me humillen en ese lugar? No gracias, lo único que vería sería la cara de satisfacción de Regina por conseguir el lugar que ella tanto anhelaba.
—Bueno, Regina no estará muy contenta cuando se haga la presentación de Dahlia.
Camila iba a preguntar, pero Dahlia salió del probador con un vestido dorado con detalles blancos. Anthony alzó su vista para ver a la joven y ladeó la cabeza.
—¿Te vas a casar?
—Esa es mi señal para cambiarme de vestido.
Cogió otro vestido y caminó nuevamente al probador, Camila otra vez miró a Gabriela para que le explicara mejor la situación.
—Según entendí por Myles, tanto Regina y Kendall creen que esta presentación es para mostrar que Dahlia es la única para el cargo de Alfa.
—Pero Dahlia no quiere ese cargo. —Gabriela se encogió de hombros, sin saber que contestarle. — Creo que mejor iré, Regina es capaz de hacer cualquier cosa con tal de hacer pasar vergüenza a mi hija y que la suya quede como una princesa.
—Entonces, ¿Escogemos vestido?
—No, vestidos largos no, mejor algo diferente.
Dijo al ver otro tipo de ropa en la tienda, tanto ella como Gabriela compartieron una sonrisa y se dispusieron a ver la ropa para Camila. La joven Booker salió del probador y se dio cuenta que no estaba su madre y Gabriela, solo se encontraba el pequeño Anthony. Él al ver el vestido hizo una mueca, ya que no le gustaba el color morado. Entonces tuvo que cambiarlo, por otro de color n***o.
Esta vez, Dahlia al salir se sorprendió del estilo del vestido, pero quedó más sorprendida al ver a su madre salir del probador con un conjunto muy elegante. Camila esbozó una sonrisa al verse en el espejo, le gustaba lo que traía puesto.
—Creo que iré contigo.
Ambas madres e hijos, pasaron todo el día en las tiendas, hasta que a Anthony le atacó el hambre. Volvieron a la casa una vez que compraron todo lo necesario para al día siguiente. Por lo que Dahlia se quedó en su habitación dibujando con lápiz en un papel. Como siempre, tenía la música a todo volumen, pensando en solo dibujar.
Después de varios intentos por dibujar algo, se frustró y decidió dormir un rato para poder despejar su mente. El cansancio poco a poco se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño. Lo que no esperaba es que este podría convertirse en una pesadilla.
Miró a su alrededor intentando ubicarse, pero lo único que veía era hombres convirtiéndose en lobos y peleando algunos contra su misma especie. Dahlia no entendía lo que sucedía, miró sus manos y notó que en cada una tenía un arma. ¿Por qué peleaba?, se preguntó
A unos metros de ella, una figura masculina la llamó por su nombre, intentó enfocar su rostro, pero este se encontraba borroso. Intentó acercarse hacia él, cuando otra persona se había interpuesto en su camino y le había clavado algo en el estómago.
Se levantó sobresaltada al escuchar su nombre de manera insistente en el primer piso, se colocó sus zapatos y bajó rápidamente para saber quién era que la llamaba. Al estar a mitad de las escaleras, pudo ver tanto a Myles como a Anthony mirando fijamente al joven que había peleado en el campo de entrenamiento. Este se encontraba nervioso ante la atenta mirada de ambos.
—¿Sucede algo? —preguntó para romper el incómodo momento.
—Te busca. — el pequeño se cruzó de brazos y se apoyó al lado de su padre.
—H-Hola, soy Lucas. —ella asintió y esperó que dijera algo más, no obstante, se dio cuenta que él traía un ramo de flores en su mano. Entonces entendió porque las miradas fijas de padre e hijo. —Yo quería invitarte a salir. —alzó las flores en su dirección aunque no temblaba por la mirada del Beta de la manada.
—¿En serio? —no solo preguntó Dahlia sino que también el moreno.
—S-Sí...
—Claro, me gustaría.
Anthony miró a su papá, esperando que él hiciera algo al respecto. Él notó lo que su hijo le intentaba decir, por lo que decidió intervenir antes de Dahlia saliera con aquel chico.
—Dahlia, ¿Podemos hablar un momento? —preguntó Myles señalando al pasillo. Ella confundida asintió. — Anthony, vigilalo.
El niño asintió y miró con el ceño fruncido a Lucas, quien esta vez se sintió incómodo ante la mirada de un niño de cinco años. Dahlia y Myles entraron a una de las habitaciones para evitar que Lucas escuchara su conversación.
—¿Sucede algo?
—¿No crees que es extraño? —Dahlia miró confundida al moreno por su pregunta. — Venciste a ese chico en unos minutos en el campo delante de todos los licántropos, ¿Por qué te invitaría a salir?
—Lo sé, por eso acepté. —esta vez el confundido fue él. — Yo acepté porque no es normal ese comportamiento, de paso puedo sacar información sobre cómo son los licántropos de su edad. —Myles mostró una expresión de sorpresa, porque jamás pasó por su cabeza que ella haría algo así.
—De acuerdo, pero si tienes algún problema, no dudes en llamarme.
—Por mí está bien.
Ambos salieron de aquella habitación para volver al vestíbulo, pero se encontraron una escena muy graciosa, el pequeño Anthony tenía una pistola de Nerf en sus manos, apuntando al chico de nombre Lucas. Dahlia quiso reír al respecto mientras que Myles se sentía orgulloso de su hijo.
—¿Sucede algo? —preguntó él a Dahlia, la cual respondió negando con su cabeza.
—No, tranquilo, ¿Por qué no mejor salimos? —él asintió rápidamente y miró a padre e hijo.
—Muchas gracias por recibirme, Beta.
Myles asintió y dejó que ambos jóvenes salieran de sus casas, salvo que hizo una leve señal a Dahlia para que le llamara. Ella comprendió y despidiéndose con la mano salió del hogar. Lucas suspiró de alivio, pero recordó que la castaña había aceptado salir con él, y ahora su preocupación es que la pudiera aburrir en aquella cita.
—Jamás pensé que aceptarías salir conmigo...
—Bueno, es uno de los riesgos preguntar a la chica ¿No? —él asintió. —No te ofendas, pero pensé que después de lo que pasó en el campo de entrenamiento no creí que fueras hablarme.
—¿Por qué creías eso? —preguntó confundido ante su comentario. —¿Es por que me venciste? —ella asintió a su pregunta.— Oh... no estoy enojado por eso, me siento muy feliz.
—¿Qué? —la estupefacción se notó en el rostro de Dahlia al escuchar sus palabras. Ambos se detuvieron y Lucas vio una banca por lo que le ofreció sentarse para que ambos pudieran hablar.
—Dahlia, llevo casi un año entrenando, mis padres son parte de la guardia y todo lo que yo se, lo debo a ellos. He podido vencer a casi todos los licántropos del entrenamiento porque ellos me enseñaron lo necesario. —la cara de Lucas era completo orgullo cuando se refería a sus padres, Dahlia entonces entendió esa expresión porque a veces ella era así cuando hablaba de su padrastro. — Cuando uno vence con facilidad a su contrincante se vuelve todo aburrido...
—Entiendo lo que deseas decir, no creíste que una humana como yo te pudiera vencer.
—En parte, buscaba emoción por una gran pelea y tú me lo diste. —ella alzó una ceja incrédula por sus palabras, él se dio cuenta de su error e intentó enmendarlo. — Estoy acostumbrado a los golpes pero tú cambiaste mi manera de ver una pelea.
—Según aprendí en estos días los licántropos se dejan llevar por su instinto de atacar, por lo que olvidan una buena defensa. —habló con tanta naturalidad dejando embelesado al licántropo.
—Entonces eres nueva aquí... —ella asintió. —¿Qué te trae a esta manada?
—Asuntos familiares, la verdad siento que todo se complica más.
—¿Tienes familia aquí? —Dahlia asintió dudosa, sabiendo cuál podría ser su segunda pregunta. — ¿Por eso te quedas en casa del Beta?
—¿Por qué no simplemente decirle Myles? —dijo esquivando su pregunta, intentando cambiar el rumbo de la conversión. Él negó efusivamente ante su pregunta.
—Aquí se respetan mucho los cargos en la manada, no puedo tomarme confianza con el Beta, sería muy irrespetuoso de mi parte.
—Ya veo... lo siento, es que soy nueva en todo esto. —señaló al pueblo, con fingido pesar, de tal modo que Lucas sintiera empatía y quisiera hablar de otra cosa.
—Si quieres yo te puedo enseñar, de seguro sabes lo básico, pero si deseas yo te puedo ayudar.
—¿En serio? Muchas gracias. —colocó una mano encima de la suya en señal de agradecimiento, él solo sonrió al ver que la cita iba bien. — Tengo una pregunta y espero que no te molestes. —él negó y permitió que ella continuase. —¿No se supone que los licántropos no deban salir con alguien hasta esperar a su compañero?
—Hay algunos que adoptan eso, pero la mayoría tiene ganas de experimentar lo que es tener una relación. —ella se acomodó en la banca para escucharlo atentamente. — Algunos deciden salir antes de encontrar a su mate, pero una vez que lo encuentran terminan sus relaciones para estar con su compañero de vida.
—¿No es doloroso terminar con la persona que creaste un vínculo sentimental?
—En algunos casos sí, pero los dos tienen que tener en claro que esa relación no podría llevar a nada.
—Me parece algo trágico. —él asintió concordando con ella. — Creo que más bien que eso es como una salida de amigos con beneficios.
—Sí, la mayoría de veces así es.
Ella iba a preguntar más cosas cuando a lo lejos vio dos figuras acercándose y al reconocer a una de las personas tuvo ganas de golpear un saco de box. Lucas notó su ceño fruncido y cuando dio la vuelta, también sintió los mismos deseos que Dahlia.
—Genial, los dos perdedores están saliendo.
—¿Estás segura que quieres hablar de perdedores, Kendall? — preguntó Dahlia con una sonrisa cínica, ocasionando que la castaña apretó su mandíbula en señal de enojo. — Hola Iván.
—Hola Dahlia, Lucas. —Saludó a ambos, puesto que a diferencia de su amiga no tenía motivos para enojarse con ellos.
—Veo que aún no puedes olvidarme, Lucas. —habló Kendall con voz altanera, él ante sus palabras solo rodó los ojos.
—Kendall...
—Y tú, —señaló a Dahlia quien ni se inmutó ante su presencia. — Puedes quedarte con las sobras, de igual modo es lo que te toca.
—Ya te dije, Kendall, no me amenaces sabiendo que siempre tengo un arma. —esta vez su hermana se estremeció, al recordar la bala que había atravesado su pierna. Nunca le habían disparado, al ser la hija del Alfa, todos se aseguraban por su bienestar, pero nunca pensó que viviría una experiencia así. Dahlia sonrió de satisfacción al ver el pánico en sus ojos. —¿O quieres que te lo vuelva a recordar?
Kendall intentó ir hacia ella para poder golpearla, pero su amigo logró detenerla antes que hiciera una locura, sabiendo lo que había pasado entre ellas.
—Genial, eres masoquista. —comentó ella con tal de solo enfurecer a la castaña.
—Kendall, recuerda lo que te dijo tu papá.
Al escuchar las palabras de su amigo tuvo que relajarse para evitar ir a golpes con Dahlia. Obviamente, Silas se había enterado de lo que había ocurrido puesto que todo lo había contando Myles, su padre no se encontraba contento a su actitud, y sabía que Kendall estaba en riesgo de no ser Alfa.
—Yo seré la Alfa de esta manada y cuando eso suceda...
—¿Qué? ¿Me expulsaras? —preguntó con burla.— No es como si me interesa tu manada, Kendall. Eso ya es problema tuyo, solo cuida tus palabras.
Kendall se enderezó y miró con odio a su media hermana, para luego darse vuelta y caminar a otra parte. Iván soltó un suspiro cansino y sonrió apenado hacia los dos. Se despidió de ellos y siguió a su mejor amiga, dejando nuevamente solos a los dos en aquella plaza. Dahlia sonrió con autosuficiencia cuando la vio irse enfurruñada por lo que acaba de pasar, pero esa sonrisa cambió al ver el rostro confundido de Lucas.
—¿Por qué Kendall está enojada contigo?
—Ah... porque le disparé en la pierna. —dijo sin importancia mirando a otro lado como un niño corría hacia su madre, por lo que no pudo ver la cara de impresión del joven que era su cita.
—¡¿Qué tú hiciste qué?! —ante el exaltado Lucas, miró confundida al chico. — ¡¿Acaso no sabes qué es lo que hiciste?!
—Claro que sí, le disparé. ¿Acaso estás escuchando o tienes cera en tus oídos de licántropo?
—Dahlia, si haces daño a la hija del Alfa, estás desafiando a toda su familia, no importará si eres familia del Beta, acabas de llegar y probablemente te expulsen o peor, te ejecuten.
—Lo dudo mucho. — se encogió de hombros. — El Alfa no hará nada al respecto.
—Creo que no estás entendiendo...
—No te preocupes por mi, Lucas. Te aseguro que todo estará bien, ¿Por qué no mejor me enseñas algo de este lugar?
Lucas quiso hablar sobre las consecuencias que habría con el Alfa, pero cada cierto tiempo Dahlia lograba cambiarle de tema ocasionando que al final él dejara de insistir sobre el tema. La cazadora pudo darse cuenta en aquella salida, que él era un chico tierno, a su manera y se preocupaba por sus amigos, los cuales, según él, le presentaría.
La llevó a varios lugar hasta que la castaña se dio cuenta que era hora de volver, ya que probablemente estarían preguntando por ella, y él se ofreció acompañarla. Siguieron conversando hasta que él le pidió para salir mañana en la ceremonia que haría el Alfa, a lo que ella tuvo que negar por obvias razones, pero que la vería en aquel lugar. Él contento, se despidió de ella una vez que la había dejado en la puerta de su nuevo hogar.
Apenas entró, Myles y Anthony exigieron explicaciones con respecto a su cita mientras que ambas madres miraban con cansancio a los dos licántropos por su actitud. Cuando ella les confirmó que todo había salido bien, ambos se fueron hasta la sala con el ceño fruncido, ella confundida se fue donde las nuevas amigas para pedir explicación.
—Myles quería golpearle el rostro por si él se pasaba contigo. —dijo con tranquilidad Gabriela mientras bebía su té.
—Y Anthony quería ver como su padre golpeaba a otra persona. —completó su madre.
—¿Por qué? Digo, no es como si él le hubiera dado razones para hacer tal cosa.
—Ignoralo, se preocupa por ti, y le sale su instinto paternal a flote. —ella asintió aceptando el consejo de Gabriela. — ¿Estás lista para mañana?
—Es solo una ceremonia, no es nada importante.
—No será importante para ti pero lo será para toda la manada. — dijo la rubia ocasionando que ella hiciera una mueca.
—Sin contar que algunos Alfas vendrán. —dijo Myles entrando a la cocina, ante sus palabras Dahlia la miró confundida.
—¿Qué? ¿Alfas? —buscó una explicación ante lo dicho de Myles y las dos mujeres miraron con el ceño fruncido al Beta, quien se encogió de hombros pensando que ellas le habían dicho.— Nadie me dijo que vendrían Alfas.
—Solo algunos, no vendrán todos. —comenzó a explicar su madre para poder tranquilizarla. — Posiblemente solo vengan los amigos de tu padre.
—¿Silas tiene amigos? —preguntó con incredulidad la castaña ocasionando que su madre riera. — ¿Qué amigos?
—Solo son cuatro Alfas, por obligación tu padre invita a todos los Alfas pero solo sus amigos llegan a venir. —Ante tal explicación, ella pudo tranquilizarse, era obvio que iba a ver a todos los Alfas de las veinticuatro manadas en una semana, pero no era momento. — No te preocupes, yo también iré, si sucede cualquier cosa no dudes que estaré para ti.
—Igual yo. —Myles apoyó una mano en su padre, para darle su apoyo. — Como te dije una vez, tu madre siempre será como una hermana para mí, — Camila sonrió agradecida hacia el moreno.— así que puedes verme como un tío, de igual forma te protegeré, eres familia.
Dahlia agradeció a Myles, dándole un fuerte abrazo, el cual fue completamente correspondido. Tanto Gabriela y Camila estaban conmovidas por ver a los dos unidos. Después de aquella escena, estuvieron hablando por horas, a la vez que Myles intentaba sacarle información a la castaña sobre Lucas pero ella solo ignoraba el tema, asimismo, no le contó la confrontación de Kendall, ya muchos problemas tenía para agregarle una más.
Al día siguiente, para Dahlia fue una locura, salió en la mañana para comprar pan, pero lo único que escuchaba era sobre la ceremonia que habría en la noche, y eso lograba alterarla. No necesitaba de un oído licántropo para escuchar sus conversaciones, en todos abarcaban el porqué el Alfa hacía una reunión tan importante. Su mañana se complicó cuando fue al campo de entrenamiento y notó que casi no había nadie a excepción del entrenador y unos cuantos licántropos.
—No pensé que vendrías. —dijo Fran al verla llegar.— La mayoría ha preferido descansar este día para ir en la noche...
—Disculpe, pero no me importa mucho la ceremonia, prefiero concentrarme en otras cosas. ¿No importará si puedo entrar al campo dos?
—Adelante, yo quiero ver con qué vas a practicar.
Ambo se adentraron al segundo campo y lo que pudo ver Dahlia fue algo sorprendente, en varias paredes podías ver todo tipos de armas ya sea blancas o de fuego, y eso que no había visto la otra galería. Lo que aún le dejó más impresionada fue todo en lo que podía practicar aquellas armas, sentía que estaba en su lugar soñado.
—Veo que te fascina este lugar. — dijo el entrenador a sus espaldas, ocasionando que ella asintiera. — Mayormente los licántropos usamos espadas, o cuchillos, las pistolas o armas de fuego tienden aturdir los oídos pero practicamos para evitar que cazadores puedan atraparnos de esta manera.
—Es una buena idea, pero veamos que tan calibradas están.
Durante toda su tarde estuvo probando toda arma de fuego y Fran observaba como ella llegaba a darle a las dianas. Hasta que acabó con el último cargador de su rifle de asalto, bajó el arma y colocó en su lugar para ir a revisar la diana en donde había disparado.
—Nunca había visto una puntería tan perfecta. —Dijo Fran a su lado, al ver la diana que solo había un gran agujero en el punto rojo, a causa del insistente disparo en el lugar.
—Tuve un buen entrenamiento.
—Sí... pero te vi tan concentrada en todo esto, que ya casi es la hora del almuerzo.
La castaña frunció el ceño y miró el reloj de su muñeca para notar que eran las dos de la tarde, probablemente su madre estaría preguntando por ella. Soltó un suspiró para calmar su estrés de aquel día y se decidió que era momento de volver. Agradeció a Fran por permitirle entrar al campo dos y usar todas las armas y él la dejó ir, mirando con maravilla aún la diana.
Apenas llegó a su hogar, su madre y Gabriela comenzaron a decir que era muy tarde para alistarse, a lo que ella no entendía porque para ella era temprano, pero conociendo principalmente a su mamá, era mejor no llevarle la contraria. Por otro lado, en la casa del Alfa, el mismo se encontraba revisando unos papeles antes de ir arreglarse, cuando alguien llamó a su puerta.
—¿Me llamaste, papá?
—Siéntate, por favor.
Kendall asintió y se sentó frente al escritorio, esperando que su padre le dirigiera nuevamente la palabra, pero esto no sucedió hasta que Silas dejó los papeles a un lado y se cruzó de manos mirando con seriedad a su hija.
—Nuevamente peleaste con Dahlia.
—Papá yo... — él alzó su mano para que ella guardara silencio. Kendall frunció los labios y se contuvo para no decir alguna grosería. — ¿Cómo te enteraste?
—Es mi manada, todo lo que suceda contigo, me voy a enterar al final. —La castaña hizo una mueca, porque odiaba las tácticas de su padre. — Entonces, ¿Por qué intentaste pelear con ella?
—Porque ella se pasea como si fuera la dueña del mundo, como si ella al final quisiera ser...
—La Alfa. —completó su padre dejando a su hija algo enojada por tal afirmación.— ¿Crees que ella quiere el puesto?
—¡Sí! Me lo dijo mi madre. —Silas alzó las cejas de incredulidad ante tal confesión, entonces Kendall se dio cuenta que por la furia había delatado a su mamá.
—Creí que yo te había educado para ser una gran líder y no para ser influenciada por todos.
—Pero es mamá...
—¿Y acaso porque es tu madre dejarás que tome las decisiones por ti? —Kendall iba a replicar porque decía tales cosas cuando él continuó. — Sí Kendall, dejas que tu madre tome tus decisiones al dejarte influenciar con ella.
—Eso no es cierto.
—¿Segura? ¿Qué te dijo específicamente tu madre? ¿Que ella está aquí para poder tener poder? —preguntó viendo la expresión de su hija, Kendall agachó la mirada al ver que su padre había acertado. — Y cuando exigiste respuestas con Dahlia, ¿Qué te dijo?
—Que no le interesa ser Alfa. —Silas miró el rostro de su hija, sabiendo que ella había cometido errores. — Pero papá si no le interesaba ser la Alfa, ¿Por qué la has traído?
—Porque si tú asumes el cargo de Alfa, ¿Sabes a quién estarías faltando el respeto? —Ella negó sin saber a quién se refería. — A la Diosa Luna. —Ante la mención de la deidad, ella palideció. No era mentira cuando a los hombres lobos lo único importante era aquella deidad. — Y no sé qué podría hacer si algo te llegara a suceder.
—Lo siento, papá.
Ella agachó la mirada apenada por todo lo que había hecho a Dahlia y su padre notó su arrepentimiento. Se levantó de su asiento y se acercó a su hija para poder apoyarla.
—Escucha cariño, no debes creer en todo lo que te diga tu madre, a veces es mejor investigar por tu cuenta y recolectar información verídica, para evitar que pases por estos tipos de problemas. —Dijo con total calma para que su hija le prestara atención, y al parecer había logrado su cometido. Kendall, le tenía un total respeto a su padre y tendía a escucharlo atentamente cuando se trataba para ser Alfa.— ¿En serio sientes odio por Dahlia?
—No, estaba enojada porque pensé que ella había llegado porque deseaba el mando del Alfa.
—En parte fue mi culpa.— La castaña alzó la mirada, al no creer que su padre había confesado su culpa.— Debí informarte el porqué ella se encontraba aquí y así hubiera evitado varios inconvenientes.
—Papá, en serio lo siento por todo lo que ha pasado...
—Ya pasó Kendall, pero eso no significa que no estás castigada. — ella soltó un bufido al ver que su padre no se había despistado.— Esta noche espero que te comportes, no quiero ningún tipo de inconveniente.
—De acuerdo.
—Y espero que te disculpes con ella. —Kendall iba objetar ante ello pero él levantó su mano, haciéndola callar. — Es lo mínimo que puedes hacer, un Alfa incluso debe admitir sus errores.
Cuando Silas le dio permiso de retirarse, Kendall se fue de la casa para buscar a su mejor amigo y contarle que es lo que había pasado. Sin embargo, su madre al verla salir no dudó en ir a la oficina de su padre para averiguar qué es lo que había dicho a su hija. Era curioso, Kendall por más que le tuviera confianza a su madre, no le era capaz de contar todo lo que hablaba con su padre.
—Adelante. —dijo Silas sin mirar la puerta al haber sido tocada. Regina entró a la oficina y él al reconocerla, soltó un suspiro cansino, porque sabía que posiblemente acabe con una discusión — ¿Se te ofrece algo, Regina?
—Cariño, solo quería asegurarme de que todo estuviera bien entre Kendall y tú.
—Diciéndole a tu hija que Dahlia se quiere robar el puesto de Alfa, ocasionando que ambas tuvieran que enfrentarse. —respondió con claro enojo hacia Regina, quien frunció los labios al haber sido descubierta. — Y no me vengas con que no es cierto, Regina.
—¡Pero es totalmente obvio que ella se quiere robar su puesto! ¡Solo mírala como se pavonea por toda la manada! —gritó con clara molestia hacia la hija de Camila Booker. — Estoy segura que todo lo que dice sobre no querer el cargo del Alfa es mentira, sino mírala pidiendo para que todos la reconozcan como tu hija.
—Una vez más estás muy equivocada. —Ella hizo una mueca fingiendo creerle a su marido. — Yo quise hacer esta ceremonia para presentarla ante todos.
Regina quedó helada al escuchar lo que había dicho Silas. No supo cómo reaccionar, lo único que pasaba en su mente era que creía que Silas podía ser tan idiota como lo pensaba, porque para ella, tenía miedo de que él fuera corriendo hacia los brazos de Camila.
—Dahlia tiene el mismo derecho que Kendall en ser presentada hacia la manada como una de mis hijas. —Silas se cruzó de brazos y se apoyó en su asiento, mirando con severidad a su esposa. — Tú escuchaste la primera reunión que tuvimos con ella, sabías de la intención de alejarse de este lugar...
—¿Y si es solo una vil mentira? ¿Quién me asegura que esa maldita cazadora no quiere el poder?
—¡Déjala de llamarla así! —gritó Silas parándose de un golpe para imponer respeto.
—¡Eso es lo que es! ¡Un humano que dispara hacia un licántropo es un cazador!
—¿Acaso la has visto con la marca? —Regina negó inmediatamente, eso le dio a Silas tranquilidad, el secreto aún seguía oculto, y lo único que podía hacer era continuar aquella falsa. —Entonces jamás vuelvas a llamarla cazadora, eso es un insulto en nuestra especie.
—¿Y acaso no se lo merece? —preguntó de manera retadora. Silas harto de esta pelea gruñó ocasionando que ella retrocediera un paso, había hecho enojar al Alfa, y él estaba afirmando su autoridad. — No me gruñas, Silas.
—Es eso o que use mi voz de Alfa para que de una vez te controles, Regina. —ella abrió la boca sorprendida por sus palabras, Silas jamás usó su voz de Alfa con ella pero había visto como lo usaba con los demás y eso era de temer porque cuando lo usas sometes completamente a tu manada con esta. — Hoy se hará la ceremonia y espero que puedas comportarte, del mismo modo, no quiero que sigas llenando de ideas estúpidas a Kendall.
—No me puedes decir que debo enseñar a...
—Sí lo haré. —interrumpió él. — Porque no solo soy el Alfa, soy su padre, y yo veré que es lo que conveniente para mis hijas, ¿Entendiste?
La licántropa no supo qué más decir, estaba tan enojada que apenas terminó de hablar decidió salir de aquella oficina, dando terminada la discusión de ambos. Silas hizo una mueca y ordenó los papeles que tenía en el escritorio, ya no deseaba continuar su trabajo tras esa discusión. Por lo que, guardó todo y se dirigió a su habitación para poder arreglarse para la ceremonia, rogando mentalmente a la diosa Luna, de que no hubiera algún inconveniente.