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—Ay, por Dios. ¿Qué hace alguien como tú en un vecindario como este? —pregunta confundida y suelto una carcajada.
—¿Alguien como yo? —pregunto irónico —¿Qué significa eso? ¿Acaso tengo dos cabezas y cinco colas? —inquiero mirándola divertido.
—Jajajaja, perdón, pero no es normal que alguien de una familia con tanto dinero ande con una chica como yo —me responde. Entrecierro los ojos y la hago incomodar un poco, cuando la observo por todo lado.
—¿Qué me miras?
—Estoy buscando la razón por la que dices “una chica como yo” y la verdad, es que te veo muy normal… No, de hecho, sí eres diferente —le digo y hace una cara de pánico disimulado, tan tierna, que me obligo a no reír y permanecer serio.
—¿Qué tengo?
—Eres una mujer peculiar… —hago una pausa y ella levanta una ceja —Bo
