—¡Peter! ¡Baby, despierta! —me dice Carla, mientras sacude mi cuerpo.
—Amoooor… déjame descansar —le pido con voz cansada, pero ella empieza a hacer sonidos quejándose.
—Dijiste que hoy saldríamos y mira la hora que es —dice con voz consentida. Abro un poco mis ojos y la veo haciendo un puchero.
—Está bien… Ya voy —. Bostezo y me levanto lentamente, estirando mi cuerpo y alejando un poco el cansancio que me produce el haber estado despierto hasta la madrugada, haciendo el amor con ella.
Carla sale emocionada de la habitación, tanto así que ni se acerca a saludarme. Me levanto directo al baño a darme una ducha con agua fría y cuando siento los chorros como agujas, caer sobre mi piel, muevo mis músculos intentando reactivarlos.
Salgo y me visto con una camisa de rayas azul, un jean, zapatos y chaqueta de cuero. Cuando llego a la sala de mi apartamento, está Carla chateando en su celular y tal parece que no se ha dado cuenta de mi presencia, así que me acerco a saludarla, lo que provoca que pegue un salto en la silla y bloquea rápidamente su teléfono.
—¡Baby! Me asustaste —dice al tiempo que se pone la mano derecha sobre el pecho.
—Perdón… ¿Todo bien? —pregunto, ya que se me hizo un poco extraña la forma exagerada en la que reaccionó.
—Todo perfecto… Estaba revisando lo de tu mudanza —contesta sonriente, pero no me muestra nada, por lo que frunzo mi ceño, pero ante una tierna caricia que me hace, no puedo evitar sonreírle y todo se me olvida… supongo que después veremos bien todo eso.
—Aún no estoy seguro de si quiero volver… Sabes que perfectamente puedo montar un negocio y hacer mis propias cosas —le comento un poco cansado, porque esta discusión ya la hemos tenido antes y sé lo que me espera.
—¡Deja de decir eso! ¡Sabes que perfectamente puedes trabajar en el negocio de tu familia y no desgastarte empezando de cero, cuando lo tienes todo! —dice fastidiada ante mis palabras.
—Sabes que las cosas con mi papá están mal hace mucho tiempo —intento hacerla entrar en razón, pero ella voltea los ojos.
—Pues ya va siendo hora de que soluciones las cosas… Sabes que yo quiero lo mejor para ti y lo mejor siempre será estando en el negocio de tu familia, baby —. Se levanta de la silla y camina hacia mí como si fuera una gatita seductora.
La recibo con los brazos abiertos y atrapo su boca con la mía, besándola profundamente, haciendo que mi lengua repase cada uno de sus rincones. Nos separamos cuando nos falta el aire y mi entrepierna está un poco endurecida, lo que la hace reír un poco agudo.
Estoy a punto de atraerla hacia mí, cuando el sonido de su teléfono la distrae completamente y se devuelve a contestar… Es su mejor amiga, Tatiana, lo que me hace voltear los ojos, bufo y camino hacia la cocina, por un vaso de agua fría.
«¿En dónde quedó el afán que tenía de que saliéramos?», pienso al verla asomada en la terraza del apartamento, sonriente y hablando emocionada con su amiga. La verdad, no entiendo de dónde sacan tanto tema de conversación, siendo que se ven muy seguido, ambas trabajan juntas como modelos y se la pasan hablando por teléfono.
Carla es una chica hermosa, de 23 años, modela desde los 15, lo que la ha llevado a ser alguien muy reconocido en el país, además de tener contactos con varios de los mejores diseñadores y artistas del mundo, pero no todo ha sido color de rosas para mi bella, ya que la envidia siempre ha sido algo constante en su vida y de unos años para acá, los chismes y comentarios malintencionados han intentado hacerle la vida imposible, aunque ella es una mujer muy fuerte y no se deja vencer de nadie, antes como que cada comentario la hace más fuerte y eso es lo que me encanta de ella… sin embargo, el que estemos juntos hace dos años, me ha traído más problemas con mi familia, que alegrías. Mi madre no la soporta y mi padre no tiene un buen concepto de ella, ya que se ha dejado influenciar de los comentarios desagradables que hasta en medios de comunicación han dicho de ella.
Respiro profundo cuando la veo colgar la llamada y voltea a verme con una sonrisa un poco avergonzada. Entra al apartamento y va a recoger su bolso, gafas, pañoleta y abrigo, para que finalmente salgamos.
(…)
Caminamos por la calle y Carla despierta miradas, aunque no porque la reconozcan, sino que precisamente todos los accesorios que lleva encima son para ocultar su identidad, ya que no queremos andar por ahí con paparazzi detrás o gente pidiéndole autógrafos, además, que cualquier situación en la que seamos fotografiados juntos, siempre termina convertida en una discusión con mis padres.
Mi celular empieza a sonar en mi bolsillo, mientras ella está en una boutique, midiéndose la mitad del local. Me alejo un poco, para poder contestar la llamada y cuando veo en pantalla el nombre de mi amigo Chase, entrecierro los ojos y tengo una leve sospecha del motivo.
—¿A qué debo el gusto de que el veterano de guerra Chase Moore me esté llamando en pleno domingo a las tres de la tarde? —contesto haciéndolo soltar una carcajada.
—Wow… resumiste media vida en una pregunta —comenta irónico y me río —. Pues tu amigo te está llamando para hacerte una invitación especial —comenta mi amigo.
—¿Por fin te decidiste a pedirle matrimonio a Fernanda? —pregunto esperando una respuesta afirmativa, ya que llevaban juntos más de cinco años en su idilio de amor, pero nada que tomaban la decisión de casarse.
—Pfff. Todos me han dicho lo mismo —dice fastidiado y suelto una carcajada.
—Bueno, bueno… ¿pero tengo o no razón? —pregunto insistente y me lo puedo imaginar volteando los ojos.
—Sí. Le propuse matrimonio la semana pasada y ahora estoy llamando para invitarte a una reunión de compromiso con nuestras familias y amigos —comenta emocionado.
—Cuenta conmigo. Envíame todos los datos y allá estaré —le pido rápidamente y me despido, porque Carla acaba de salir del vestier y mira para todos lados, buscándome.
(…)
Después de haber comprado ropa por montones para mi chica, estoy agotado y sin ganas de hacer nada más, que volver al apartamento, darme una ducha y acostarme a dormir.
Con Carla no nos veíamos seguido, así que cuando lo hacíamos, yo intentaba darle gusto en todo lo que ella quisiera y, aunque al inicio había intentado varias veces en convencerla de hacer un plan diferente, como salir de campamento, una caminata o cualquier cosa relacionada más con la naturaleza y mi espíritu aventurero, siempre terminábamos yendo de compras o a fiestas con sus amigos, ya que ella no se hallaba en situaciones donde no tuviera todas las comodidades a las que estaba acostumbrada… Dejé de insistir, pues al final lo que me importaba era compartir tiempo con ella.
Había recibido la invitación de Chase y Nana. La reunión la harían en su casa a las afueras de New York, la vestimenta era casual y la hora a la que nos esperaban era el mediodía, por lo que me podía imaginar que sería una asado o parrillada, como tanto les gustaba a ellos, de hecho, ambos eran personas muy sencillas, sin importar que Chase destilaba dinero por cada poro de su cuerpo… Empresa que quedaba a su cargo, empresa que se volvía un eslabón de gran importancia internacional.
Creí haber escapado de una discusión con mi novia, acerca de la empresa de mi familia, pero estaba lejos de eso, ya que últimamente estaba más insistente con el asunto de tener que volver a hacer parte de los negocios de mi padre.
«¿Acaso ella no se da cuenta de que, si regreso, lo nuestro sería prácticamente imposible, ya que mis padres estarían todo el tiempo pendientes?», pensaba siempre que teníamos la misma discusión.
—Mis padres nos van a querer separar —le digo serio, esperando que entienda mi principal motivo, para no querer regresar.
—Yo no pienso dejarte, pero también debes entender que quiero lo mejor para ti —responde con voz suave y hace un puchero, que me llena de ternura.
—Tampoco quiero dejarte —. Beso su frente y la abrazo fuerte contra mi pecho.
—Tus padres tendrán que entender que nos amamos, pero debes darles su tiempo —. Suelto el aire de forma sonora y asiento lentamente… Una gran sonrisa se marca en su rostro y se gira sobre mi cuerpo, quedando a horcajadas mías y ataca mi boca con deseo.
(…)
Convencer a Carla, para que viniera conmigo a la reunión de Chase y Nana, había sido una tarea titánica, ya que en sus planes estaba pasar un fin de semana en un spa junto a Tatiana, pero finalmente había accedido a ir conmigo al decirle que no iban a asistir muchas personas y que podía estar tranquila sin estar pensando en ser fotografiada o salir en chismes.
—Baby, ve adelante y ya te alcanzo, que olvidé llamar a Tati para avisarle que no me vería con ella —comenta avergonzada y se aleja caminando por el andén un poco.
—¿Segura? Te puedo esperar acá y llegamos juntos —le digo, pero rápidamente niega y me hace un ademán para que avance hacia la puerta de la casa de mis amigos.
Camino hacia la puerta emocionado y llevando en mi mano el sobre con el regalo de compromiso que me había sacado canas, no más pensando en qué darles. Timbro y escucho como alguien viene caminando hacia la puerta.
Abre la puerta Mirta, la mujer que desde hace dos años les ayuda en casa y que según dicen, ha sido un tesoro encontrado en el mejor momento y al que no piensan renunciar nunca, ya que es muy buena trabajadora, además de que parece una mamá gallina, pendiente de sus polluelos.
—Joven Peter, qué gusto verlo. Por favor siga… Todos están en el jardín —comenta sonriente.
—Mirta, también es un gusto verte —la saludo sonriente y sigo.
Atravieso la casa para llegar a la puerta que da al jardín y quedo asombrado por lo bonito que todo está decorado. Fernanda o Nana, la novia de mi amigo, es colombiana y siempre intenta ponerles su toque colorido y alegre a las cosas, por lo que los colores en la decoración, especialmente de las flores, el olor de la comida y la música de fondo hace que nos transportemos a un lugar lejos de la convulsionada New York.
—¡Llegaste! —grita Chase apenas me ve y se acerca a saludarme. Nana lo escucha y también empieza a caminar hacia donde me encuentro.
—¡Felicitaciones, tortolitos! — Los abrazo a los dos —. Ya era hora… —comento sabiendo que ese tipo de comentarios tienen a mi amigo aburrido y veo a Nana conteniendo una risa. Los suelto y ambos me miran.
—Pues afán de casarnos no tenemos… Aunque poderme vestir de princesa un día en la vida y ser el centro de atención, definitivamente no me incomoda —dice bromeando.
—Tú siempre serás mi princesa, sin importar lo que lleves puesto —comenta Chase, la atrae hacia su cuerpo y se besan. Arrugo la nariz al verlos con sus cursilerías.
Cuando se separan, noto que Nana se tensa un poco y su mirada se queda fija en la puerta que da al interior de la casa. Volteo y veo a Carla, que viene caminando incómoda y frunciendo el ceño, cada vez que da un paso y sus tacones se hunden en el pasto.
—¡Baby! Mis zapatos se arruinaron —dice caprichosa y Nana voltea los ojos.
—Carla… No sabía que estabas en Estados Unidos, te imaginaba en Europa, en alguno de los desfiles en los que frecuentas participar y por eso no estabas dentro de los invitados —comenta Nana, seria y ni la saluda.
—Tranquila… Supongo que una hamburguesa más no descuadra sus planes —comenta Carla y en este preciso momento me arrepiento de haberla traído, ya que Nana no la soporta y cada una saca lo peor de la otra.
Fernanda mira a mi novia con ganas de saltarle encima y ahorcarla, por lo que Chase le dice algo al oído, mientras Carla parece ni prestarles atención, sino que está concentrada en revisar sus zapatos e intentar quitar la tierra que quedó pegada a los tacones.
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¿Quieren conocer la historia de Nana y Chase? La encuentran en mi perfil, con el nombre "Sin tiempo para el adiós" .
Besos ♥