—¿Te gusto? —le pregunto después de alejarme de su boca y volver a respirar. —Me encantas —contesta Juan con la respiración agitada. Me emociono tanto al escuchar esas palabras saliendo de su boca, que empiezo a llorar al tiempo que una sonrisa amplia se marca en mi rostro. Él se acerca lentamente hacia mí y con sus pulgares limpia suavemente mis mejillas. —No quiero despertar —comento en voz baja, estando plenamente convencida de que esto es un sueño del que no quiero despertar. —No estás durmiendo —dice Juan y se acerca nuevamente hacia mi rostro. Me deja un tierno beso sobre la punta de mi nariz, por lo que suelto un suspiro y sus labios nuevamente atrapan los míos en un beso ardiente y demandante. Empiezo a caminar, llevándolo empujado lento hasta la cama, sin separar nuestro