Salgo del banco sintiéndome humillada, burlada y terriblemente angustiada, porque la única oportunidad que tenía para salvar el edificio en donde está mi vida y recuerdos, era adquiriendo esa deuda con una entidad bancaria y quedar amarrada por muchos años de mi vida, pero era algo que estaba decidida a hacer, aunque ya no venía al caso.
Si así me había ido en el banco donde menos requisitos pedían, no quiero ni imaginar lo que habría sido ir a uno de los más exigentes.
Intento contener las lágrimas que descienden por mis mejillas, pero el sentir que le estoy fallando a mi abuela y a mi papá, que deben estar decepcionados de mí, ya que no solo la floristería había sido producto del trabajo y esfuerzo de mi abuela, sino que mi papá había trabajado ahí, desde que conoció a mi mamá.
No
