PRÓLOGO
—¡Estoy embarazada! Necesito hablar con mi esposo.
—¿No quieres esperar a que él llegue a casa? No recomiendo ir a hablar con él, ahora —advierte.
—¿Por qué no puedo ir a hablar con él? —pregunto irritada.
La mujer respira profundamente.
—Él está con ella.
En el momento en que las palabras salen de su boca, mi corazón se acelera y una vez más siento como si se rompiera en mil pedazos.
(...)
Tayná Melo
—No somos ricos para contratar a un abogado, tía, pero sé que las cosas saldrán bien y encontraré a alguien competente para defender a mi padre —hablo irritada.
—Tayná, hija, por favor, tu padre te pidió que no te metas en esto, él ya ha confesado el robo —mi tía habla, pero no acepto eso.
—No lo creo, mi padre siempre me enseñó lo correcto. Sé que, incluso pasando por una difícil situación financiera, nunca robaría nada —hablo incrédula.
Mi tía me mira, suspira y veo que está cansada. Ella sabe que no va a poder convencerme de que mi padre es un criminal. Mi papá nunca haría algo así y sé que fue obligado a confesar el robo.
—Está bien, Tayná, eres muy terca. Escucha lo que te estoy diciendo, esta terquedad tuya solo te traerá grandes problemas. Tu padre te pidió que olvidaras esta historia de que él es inocente, pero tú sigues insistiendo. Solo te pido una cosa, no hagas una locura buscando a un abogado —ella habla y sale de la habitación dejándome sola con mis pensamientos.
Mi padre fue arrestado después de ser acusado de robo, él era el director financiero de una empresa y se descubrió un desfalco en la caja.
Mi padre firmó algunos contratos que estaban, desafortunadamente, alterados y él no se dio cuenta, como consecuencia recibió una condena de nueve años de prisión, a pesar de ser su primer delito.
Al principio, mi padre intentó probar su inocencia, pero de un día para otro decidió confesar.
Sin embargo, mi padre estaba tan nervioso al confesar que sabía que no tenía forma de haber cometido ese desfalco millonario.
¿A dónde fue a parar ese dinero, si estábamos pasando por un gran problema financiero?
Mi papá siempre me dio lo básico y me enseñó a nunca tomar nada de nadie. Además, nunca fue adicto a nada, ni cigarrillos, ni juegos, etc.
Entonces, ¿dónde están los millones que dicen que él robó?
No tiene lógica alguna esa información.
Pero creo que conseguiré un buen abogado y sacaré a mi padre de esta. De cualquier manera, encontraré un abogado.
***
Días después...
Hoy no voy al hospital, ya que necesito ir al tribunal para intentar encontrar otro abogado para mi padre porque el último abandonó el caso. Alegó que mi padre era culpable.
¡Imposible! Mi padre nunca haría eso, lo sé.
No tengo dinero para contratar a un abogado privado y los públicos siempre abandonan, creo que debido a que la empresa Holter es muy poderosa y nadie quiere enfrentarlos.
Pero sé que encontraré a alguien y sacaré a mi padre de esto.
—¡Felicidades, hija mía! —Mi tía me abraza feliz de que haya obtenido mi licencia recientemente.
Algo que no fue fácil, pero lo logré. Trabajé bastante en una gasolinera cercana, además de vender empanadas en la universidad para pagar mi licencia.
Mi tía vive de su jubilación y me ayuda a pagar parte de mis estudios, pero ya le he dicho que cuando sea contratada en el hospital como enfermera fija, devolveré cada centavo que gastó en mí. No por orgullo, sino porque sé que ella lo necesita.
—Gracias, tía. No voy al hospital hoy, tengo que ir al tribunal a resolver la situación de papá.
Mi tía, como siempre, me mira irritada. No quiere que me preocupe por esto, dice que soy terca y debo seguir adelante. El problema es que no puedo.
Cuando me gradúe, lo cual sucederá en unos días, y consiga un puesto fijo en el hospital, contrataré a un abogado y mi padre resolverá su situación.
—Tayná, no hagas ninguna locura —ella pide.
Sonrío, intentando tranquilizarla.
—Nunca lo haré —respondo con firmeza.
—Ahora, ¿cómo te sientes con la licencia? ¿Crees que nuestro Monza resistirá mientras andas por ahí toda hermosa, plena y maravillosa?
Sonrío en respuesta. Mi tía siempre dice que el amor propio lo es todo y estoy totalmente de acuerdo con ella.
—Iré allá con el Monza de papá y estoy segura de que seré genial. —Salgo moviendo las caderas para ducharme e ir al tribunal en la ciudad.
Gracias a Dios, recibí mi sueldo del internado ayer y por eso llené el tanque del carro.
Me ducho y cuando termino de secarme me pongo un vestido social n***o y sandalias.
Siempre estoy muy bien arreglada y maquillada. Mis ojos son azules y mi cabello es liso y n***o. Soy una morena divina, como dice mi tía.
Creo que los ojos los heredé de mi madre. Ella se fue cuando yo tenía solo cinco años, pero recuerdo la escena como si fuera hoy.
Inicio de Flashback
—Sonia, ¿cómo puedes querer irte? —papá preguntó alterado.
—Sabes que nunca quise tener hijos, pero tú querías y te los di. Ya es suficiente, Marcos, no soy capaz de ser la madre que ella necesita, así que me voy. Soy joven y quiero disfrutar mi vida, no estar atrapada siempre en esto —ella dijo sin vacilar.
Yo era apenas una niña de cinco años, pero ver a tu madre parada frente a una puerta con algunas maletas a su lado, discutiendo con tu padre mientras te escondes en un rincón, presenciando todo, es bastante complicado.
—Tayná te ama —él dijo.
—Yo no la amo. Tayná fue planeada por ti, no por mí —ella respondió.
Mamá agarró las maletas y abrió la puerta, en ese momento corrí hacia ella.
—Mamá, no te vayas, prometo ser buena. —Me aferré a las piernas de mi madre y lloré pidiéndole que se quedara.
Sabía qué mamá estaba enojada porque peleé con una amiguita en la escuela que me llamó llorona y pobre, lo cual no me gustó y terminé tirándole del cabello.
—¡Tayná, suéltame! Tu papá va a quedarse contigo, mamá viajará y volverá pronto. —Me apartó de sus piernas y me miró a los ojos. —Yo voy a viajar y tú te quedarás con tu papá. Sé que él será bueno contigo.
—No quiero solo a papá, todo el mundo tiene una mamá —dije con lágrimas en los ojos.
Ella miró a mi papá, que vino hacia mí, me sostuvo en sus brazos y sonrió.
—Hija, no te preocupes, papá cuidará de ti.
En segundos, escuché el sonido de la puerta cerrándose, señal de que mi madre se había ido sin regresar nunca más.
Fin del Flashback
A partir de entonces, mi papá luchó por cuidarme, con la ayuda de mi tía. Era él quien asistía a las reuniones escolares y las fiestas.
En todo momento, fue mi papá quien siempre estuvo allí, desviviéndose por darme atención y trabajar. Para mí, papá es increíble, mi héroe.
Todavía recuerdo que durante días le pregunté a mi papá por ella, pero no obtuve respuesta alguna. Hasta que, con el paso del tiempo, me di cuenta de que no valía la pena esperarla y dejé de preguntar dónde se encontraba.
Sufrí mucho bullying en la escuela por ser la única niña sin madre, normalmente los niños no tenían a sus padres presentes. Pero yo no soy como los demás, ¿verdad? Así que fui privilegiada al no tener la presencia de una madre.
Sé que mis ojos se parecen a los suyos, porque mi papá es rubio de ojos negros.
Termino de cambiarme y salgo de casa hacia el Monza antiguo de mi papá que está estacionado en la calle, ya que no tenemos garaje.
Vivimos en una casa alquilada en las afueras de la ciudad. Tiene dos habitaciones y es muy acogedora, pero al estar en un callejón, no hay espacio para tener un garaje.
El precio del alquiler de una casa con garaje en São Paulo es una locura, así que me conformo con el hermoso auto de mi papá estacionado en la calle.
—Tayná se sentirá la más rica del lugar ahora, porque me enteré de que es la más nueva en tener licencia de conducir —dice Brandon cuando me ve.
Brandon es mi amigo de la infancia, siempre ha estado a mi lado y me ayudó mucho para aprobar el examen de la universidad, donde obtuve una beca completa.
—Seguramente estaré genial con esta belleza. —Señalo el auto.
Brandon me abraza y sonríe.
—Me alegro por ti. Pronto estaremos en las pistas los dos. —Hace un gesto de alta velocidad con la mano mientras me echo a reír.
—¡Eres increíble!
—No más que tú. Ahora dime, ¿a dónde vas?
—Al juzgado.
Brandon sonríe de lado, porque también piensa que es una locura que defienda tanto a mi padre cuando él se declaró culpable.
—No me mires así, tú también sabes que no crees que él lo hizo y sabes que llego tarde.
Él levanta las manos en señal de rendición.
—Lo siento, realmente no creo que sea culpable, pero él lo admitió y pidió que no intentaras sacarlo de ahí.
—Lo sé, pero soy su hija y no dejaré a mi padre inocente tras las rejas. Ahora me voy y nos vemos más tarde. —Le doy un abrazo apretado y luego entro al auto de mi padre y me voy.
El antiguo Monza no está en las mejores condiciones, pero sirve para el propósito.
Creo que seré contratada en el hospital y pronto estaré en una situación mucho mejor que la actual, así que compraré un coche y viviré en una casa mejor.
Estoy camino al juzgado con la música encendida, pero prestando atención a todo, porque acabo de obtener mi licencia de conducir y no puedo recibir multas.
Escucho el teléfono sonar, pero no contesto. Creo que es mi amiga Lilian o Stefany para preguntar si iré a la práctica hoy.
Estar atento al volante es todo.
Estoy tranquila, conduciendo, cuando el coche de adelante reduce rápidamente la velocidad y, como estoy a una distancia corta, no puedo frenar a tiempo y golpeo la parte trasera del vehículo. Siento el impacto y me asusto.
—¡Maldición! —digo al salir del coche y ver el frente de mi auto roto.
La lámpara que ya estaba en mal estado termina de romperse y en el impacto se pinchó el neumático.
—¿No sabes conducir, verdad? —dice alguien.
Luego se acerca un hombre con brazos fuertes, pelo n***o, ojos azules, vestido con traje. Observo que está hablando por teléfono y le pide a la persona que espere.
¡Qué hombre tan guapo! Es encantador.
Por unos minutos, me quedo paralizada, olvidando incluso que choqué contra un coche.
—¿Estás ciega, chica? Chocaste tu coche viejo contra el mío —habla alterado. Salgo del trance en el que me encontraba y la rabia me sube.
—Espera ahí, ¡idiota! ¿Quién estaba hablando por maldito teléfono mientras conducía? ¿Quién redujo la velocidad del vehículo sin mirar a los que estaban detrás? Fuiste tú y no yo —le grito.
—Después te llamo —él cuelga la llamada. —Debes saber que quien golpea por detrás siempre está equivocado. Apuesto a que ni siquiera tienes licencia —acusa.
Sonrío sin ganas.
—¿Quién te crees que eres? —le pregunto acercándome, tocando su pecho con el dedo levantado. —Yo sí tengo licencia, mientras tú seguramente no la tienes. Yo no hablo por teléfono mientras conduzco como tú.
—Tú chocaste mi auto, loca, y no yo el tuyo, que debería ser prohibido circular por vías públicas. Sobre todo, teniendo una loca al volante —él grita.
Ahora él ha provocado una pelea.
—¿Quién te crees para llamar a mi auto chatarra? Solo porque tú conduces ese auto allá. —Señalo hacia el auto. —No te convierte en dueño del mundo. Quiero saber cómo vas a pagar mi daño, porque prácticamente arruinaste mi auto —hablo alterada.
—¿Arruiné tu auto? —pregunta él alterado, acercándose mucho a mí. —Eres tú quien no sabe conducir, chocaste la parte trasera de mi vehículo y aun así te sientes en lo correcto. Quien debería reclamar daños aquí soy yo, no tú.
Nos quedamos mirándonos por un momento y ninguno de los dos aparta la mirada.
—¿Necesita ayuda, señor? —alguien habla.
Miramos al mismo tiempo en dirección al sonido y veo a un policía acercarse.
Ahora sé que estoy en problemas, ya que acabo de obtener la licencia y me doy cuenta de que nos hemos detenido en una vía pública para pelear.
—Esta loca chocó mi auto —el niñito de mierda habla.
—Yo choqué porque estabas hablando por teléfono —le rebato.
—Necesito la documentación de la señora —habla el policía.
—¿Por qué necesita mis documentos y no los suyos? —pregunto.
—Porque usted chocó su auto y según la ley de tránsito, quien choca por detrás está equivocado. Necesita mantener una distancia suficiente y por lo que veo, usted no lo hizo. —habla el policía.
—¿No escuchó que él estaba hablando por teléfono? —pregunto.
—Alterada... —el idiota habla.
—Cállate, estoy en esta situación por tu culpa. ¿Te cuesta decir que te equivocaste al hablar por teléfono? Mira mi auto, imagínate cómo voy a arreglar eso. —Señalo mi vehículo. —Mientras tanto, tú puedes comprar un auto nuevo. ¡Mira lo que hiciste con mi auto, niñito rico de mierda! —grito.
Me mira y noto que está nervioso.
—Si no puedes comprar un maldito auto decente, eso no es problema mío, pero sabes que quien golpea por detrás está equivocado. Tú, loca, si estuvieras prestando atención, habrías visto cuando puse la señalización, porque iba a detenerme en el jardín —habla nervioso.
—Creo que ambos están alterados —habla el policía.
Gruñimos el uno al otro.
—Exijo que pagues la reparación de mi auto, ya que prácticamente lo destruiste, mientras que el tuyo sigue intacto —hablo.
Mi auto tiene el parachoques prácticamente destrozado, mientras que el auto importado de este idiota solo tiene un rasguño.
—No voy a pagar mierda alguna, puesto que tú chocaste mi auto. Mira lo que le hiciste a mi bebé, ahora está herido.
—¿Herido? Mira la situación de mi auto, ¡estás loco!
—Necesito que ustedes saquen sus autos del medio de la calle —habla el policía. —Les llegará una multa si la CET pasa. Sugiero que lo resuelvan tranquilamente, o ambos irán a la comisaría.
Me asusto.
—Dios mío, acabo de obtener la licencia y no puedo recibir una multa —hablo.
—Ahí tienes la explicación de por qué chocaste mi auto —el idiota rezonga.
—Lamentablemente, debemos conducir por nosotros mismos y por los irresponsables que conducen hablando por teléfono. —Miro fijamente al hombre, quien bufa.
Corro hasta mi auto, lo muevo hacia un lado, veo al idiota hacer lo mismo con el suyo y liberamos la vía.
—Creo que pueden resolver esto, ¿o debo llevarlos a la comisaría? —el policía pregunta acercándose.
—No es necesario, oficial, llamaré a una grúa para llevarme mi auto, me cansé de discutir con esta loca que estaba completamente equivocada —el idiota habla.
—¿Y usted, señora? —pregunta el policía.
—No hace falta, me las arreglaré para irme —respondo.
El policía asiente y se retira.
Estoy irritada mirando el estado de mi auto.
—¡Mierda! —Abro el maletero del auto y saco una llanta de repuesto, mientras el idiota habla por teléfono. —¡Idiota! —hablo en voz alta y recibo una mirada de furia de él.
—Una loca recién licenciada chocó mi auto por detrás y aún cree que está en lo correcto —él grita por el teléfono para que yo escuche.
—Si el idiota no hubiera reducido bruscamente la velocidad, esto no habría pasado —le retruco.
Cojo el gato del maletero e intento cambiar la rueda, pero lamentablemente no consigo levantar el auto. Intento varias veces, pero nada. Creo que este mono está roto, seguro.
—¡Maldita sea! —grito de rabia.
Miro hacia un lado y veo al niñito parado con los brazos cruzados, mirándome y sonriendo ante mi desespero.
—¿Qué estás mirando? —pregunto irritada.
—No sabes cambiar un neumático y aun así sales a la vía pública —dice sonriendo irónicamente.
—Escucha, idiota, tú provocaste este maldito accidente, lo mínimo que podrías hacer es cambiar este neumático aquí, ya que no vas a pagar los daños de mi coche.
El idiota se ríe y se queda en el mismo lugar.
—Sabes qué, me voy así mismo. —Tiro el mono en el maletero y luego cojo la rueda de repuesto para guardarla.
Me detengo cuando siento manos fuertes y calientes, tocar mi mano y coger la rueda de repuesto.
Me pongo toda erizada. Miro hacia un lado y veo al idiota que chocó con mi coche. Me mira intensamente, lo que me pone incómoda.
—Voy a cambiarlo, pero no porque te lo merezcas o estés en lo correcto, sino porque vas a provocar otro accidente. Eres una loca conduciendo con los neumáticos intactos, imagínate con uno desinflado.
Me enfado, pero decido callarme, ya que realmente necesito que él cambie la rueda.
El idiota no tarda más de diez minutos en cambiar el neumático y pronto todo está resuelto.
Bueno, no todo, porque mi faro se rompió y mi parachoques está destrozado.
—¿No me vas a agradecer? —pregunta cuando entro en mi vehículo.
Sonrío mirando sus hermosos ojos azules.
—Eso es tu obligación, ya que me hiciste chocar contra tu trasero. ¡Hasta nunca más, idiota! —digo y me voy del lugar con el vehículo.
Paso el camino pensando en aquel idiota y en lo guapo y fuerte que era.
Pero trato de expulsar esos pensamientos, porque lo que tiene de guapo lo tiene de idiota.
Solo le pido a Dios que nunca más me lo encuentre, porque si eso sucede seré capaz de cometer un asesinato.
Ese idiota rompió mi coche. Eso es lo que es, un idiota.