Rachel. Ver a mi hijo abrir los ojos tiene que ser de los mejores momentos de toda mi vida junto a él. Mi niño, con sus ojos gritándome a cada nada quién es el padre, me mira con una sonrisa abierta tras largas horas de recuperación. Luego de que el doctor lo revisara y también a la herida, llegó a la conclusión de que el órgano está funcionando perfectamente. El cuerpo de mi niño no lo ha rechazado y eso se nota pues en su rostro se puede ver el cambio. Su tez amarillenta está tomando el color normal de un niño sano, lo que tiene mi corazón dando brincos de felicidad. Ahora mismo está comiendo, lo que me tiene con lágrimas en los ojos a pesar de estar tan feliz pues no pensé que días antes hubiésemos estado a casi nada de perderlo. —Mami, no tienes que seguir llorando—se queja R