Emily salió saltando de su dormitorio; sus rizos castaños rojizos hacían un delicioso contraste con su uniforme azul real de la escuela. —¿Quieres ayudarme a cuidar de Polkadot? —Emily le preguntó a Pippa. Pippa sonrió. —Por supuesto. Nunca había visto una niña tan feliz ante la perspectiva de palear estiércol. Bueno, excepto yo cuando tenía esa edad, y todos los otros niños locos por los caballos que había conocido antes de que llegaran a tener un caballo y tuvieran que hacerlo todos los días. —¡Una hora! —Julie dijo a Emily— ¡Tienes una hora, señorita! Y luego será mejor que traigan sus colillas de nuevo acá para que hagan tareas. —Pero, ma-a... —se quejó Emily. Le dio a su madre un giro de ojos. Pippa hizo una aproximación torpe del mismo gesto. Aplaudí mi mano sobre mi boca y fi