Sophie nació un caluroso día de febrero en un hospital público donde sus padres estaban felices de por fin tenerla en sus brazos y la llenarían de amor incondicional por el resto de sus vidas, o eso pensaban hasta que Ivonne, su madre, se vio envuelta un mundo de malas amistades y de malas decisiones que la llevaron al lado de las drogas; Julián, su esposo, trataba de ser un buen hombre y un buen proveedor, un excelente padre y marido aun cuando la relación con su esposa se iba facturando poco a poco hasta llegar al punto que un buen día cuando llegó del trabajo encontró a Sophie sentada en el sofá de la sala comiendo una bolsa de palomitas, el vestido sucio y sangre seca de su nariz en la tela dejando en evidencia la paliza que su madre le había dado antes de abandonarla quien sabe desde que hora.
Sophie solo tenía cinco años cuando Ivonne decidió marcharse para nunca más volver a verla, pero no pudo irse sin antes desquitar sus frustraciones con la pequeña hija que un día espero con tanta ilusión y que en esos momentos solo la veía como un estorbo; Julián asumió todas las responsabilidades de un padre soltero e hizo lo que tenía que hacer para proteger a su hija de una mala madre que prefirió el vicio a un hogar estable. Con quince años eran Sophie y Julián contra el mundo entero, ambos un apoyo entre sí y no dejaban que nadie más interviniera en la relación padre e hija tan sublime que tenían, Julián nunca quiso ponerle una madrastra porque no quería que sufriera algún maltrato de nuevo, Sophie desde pequeña desarrollo una habilidad y pasión por la música, como buen padre que se interesa porque su hija sea feliz Julián la inscribió en clases de música desde los seis años y de paso le servía para que cuidarán bien de ella mientras trabajaba.
Siendo adolescente no tenía vergüenza de salir después del colegio e ir a los parques a tocar el violín esperando que los turistas le dieran unas cuantas monedas para ella, odiaba tener que pedirle a su padre dinero porque el hombre se esforzaba demasiado por ella y no era justo molestarlo con caprichos de una blusa nueva o un par de zapatos caros, por eso prefería ganarse el dinero por su cuenta y ahorrar para pagarse los lujos que quería. Cuando tenía dieciséis años Julián comenzó con una tos incontrolable y al visitar a un médico les dieron la terrible noticia de que era un cáncer muy avanzado que debía tratarse con urgencia, el mundo se le derrumbó a Sophie porque su padre era lo más importante para ella y si faltaba no sabía muy bien que haría; Julián perdió el trabajo, pero por ser un excelente empleado su jefe no le quitó el seguro médico para que pudiera estar bien el tiempo que duraba el tratamiento, Sophie no dejo la escuela y se esforzó el triple para mantener la casa con un trabajo de medio tiempo en un restaurante pequeño, pero no pudo hacer mucho porque la hipoteca era muy alta y el banco termino quitándole la casa dejándolos en un pequeño apartamento que era suficiente para ambos, los fines de semana iba a los lugares turísticos para tocar el violín y llevaba un poco de bisutería que ella misma hacía para poder venderla, por las noches trabajaba como niñera para unas cuantas familias pudientes y todo lo que ganaba iba para la renta, la comida y la parte del tratamiento de su padre que el seguro no cubría.
Un año entero estuvo en esa situación, el cáncer de Julián era tan agresivo que se expandió a otros órganos y los doctores no le daban mucho tiempo de vida; agotada mentalmente, cansada y maltratada por el esfuerzo extra que estaba haciendo, Sophie no podía dar más de sí e incluso llegó a pensar en decisiones drásticas muy malas, pero que veía como su única salida si llegaba a perder al ser que más amaba.
Como sacado de una película un día caminando por el centro de Los Ángeles buscando un buen lugar para tocar su violín y ganar unas monedas chocó con un hombre derramándole el café que llevaba en la mano sobre su traje, que se veía muy costoso; casi le da un infarto pensando en que se había metido en tremendo lío por descuidada, pero aquel hombre solo se rio dulcemente al ver su nerviosismo y muy amablemente la invitó a tomar un café en demostración de que no estaba molesto con ella por el accidente. Sophie acepto porque no había podido comer nada la noche anterior ni esa mañana pues se gastó los pocos ahorros que tenía en medicinas para su padre, en todo el camino a la cafetería no dejo de disculparse, de rogarle porque no la metiera en problemas; el hombre se presentó ante ella como Richard Roper, un empresario de treinta y dos años, de cabello castaño oscuro con sus ondas, un semblante serio, pero una sonrisa encantadoramente coqueta, iris azules y una complexión delgada, unos centímetros más alto que Sophie, estaba en la ciudad por temas de trabajo, eso solo empeoró la vergüenza en Sophie y se disculpó con más insistencia.
Richard era un hombre bastante elocuente y divertido, muy carismático y bastante conversador, tanto así que consiguió que Sophie le contara sobre las penas que estaba pasando y hacia donde iba cuando ocurrió el accidente haciendo que el hombre sintiera pena por ella, por su situación más que todo, después del café le dio su tarjeta para que ella pudiera contactarlo cuando necesitará hablar con alguien y de paso le dio unos billetes por la mañana de trabajo pérdida, Sophie se moría de la vergüenza y se negaba a aceptar, sin embargo, Richard insistió tanto que se quedara con el dinero que termino aceptándolo.
Un día en el hospital de pura casualidad se topó nuevamente con Richard y fue ahí cuando el hombre conoció a Julián, los tres se mantuvieron conversando hasta que una enfermera tuvo que sacarlos porque la hora de visita ya había pasado y Richard la invitó a almorzar, ese segundo encuentro sirvió para que ambos comenzarán una amistad y Sophie se enamoró de un hombre quince años mayor que ella. En uno de esos días malos que tenía y donde el agobio la consumía comenzó una discusión tonta con Richard, entre los dimes y diretes confesó sus sentimientos hacia él imaginando que esté la rechazaría al mismo instante, de paso perdería su linda amistad, pero el hombre fue muy dulce con ella y le explicó que su enamoramiento podría ser causado solo porque se sentía sola, como él era su único amigo podía deberse a eso, consoló su llanto imparable con un cálido abrazo y le aseguro que no perdería su amistad por eso.
El día que Sophie no quería que llegara, llegó, Julián no pudo más con su enfermedad y terminó perdiendo la vida dejando a su hija completamente devastada; Richard se hizo cargo de todos los servicios fúnebres del hombre porque ambos se hicieron muy buenos amigos en el poco tiempo que convivieron. Para la graduación de Sophie de la secundaria quien estuvo presente fue Richard, como un padre y como un amigo posó junto a ella en las fotos, pero algo había cambiado en el corazón de Richard pues también se enamoró de la dulce persona que era Sophie y aunque eso lo conflictuaba mucho no era capaz de abandonarla. Al término de la graduación ambos fueron al cementerio y después de que Sophie hablara con su padre, Richard se puso en cuclillas y comenzó a hablarle a la tumba también, pero él estaba pidiendo la aprobación de Julián para estar con Sophie porque estaba enamorado sinceramente de ella, semejante confesión la dejo incrédula y aun cuando Richard le dio un beso en los labios, no se lo podía creer.
Richard se negó a que ella dejará los estudios y aunque no logro convencerla de que fuera a la universidad si consigo que Sophie aceptará que él le pagará un curso para ser estilista, un año de estudios y trabajo acompañada de un hombre tan respetuoso que no se había atrevido a tocarla aun cuando ya tenían una relación formal, además que prácticamente vivían juntos. Al cumplir los diecinueve años, Richard le propuso matrimonio pues el amor seguía en pie después de un año de noviazgo; Sophie contrajo matrimonio en la hermosa ciudad de Paris, Francia, de donde era él y dónde estaba toda su familia, amistades y socios, lució un pomposo vestido blanco que la hizo sentirse como una princesa de cuento y Sophie fue feliz de nuevo, aunque le hubiese encantado compartir ese momento tan especial con su padre.
No tenía nada que la mantuviera atada al continente americano y su esposo tenía toda su vida en Francia, él le propuso que se mudará y le dio la ciudadanía francesa para que ambos pudieran vivir plenamente tranquilos, disfrutar de la fortuna que él tenía y que quería compartir con su amada; Sophie comenzó a sentir que las puertas del paraíso se le estaban abriendo en ese país porque consiguió un trabajo como violinista para una pequeña orquesta, de ahí la reconoció un productor que la ánimo a seguir una carrera en la música y con veinte años presentó al mundo su primer disco como violinista; Richard estaba feliz porque su joven esposa estuviera teniendo el éxito que se merecía y fuera plenamente feliz, pero no todo era trabajo y viajes, un matrimonio debía mantenerse en un equilibrio dónde ambas partes se sientan bien y estén felices.