Sophie prefería andar a pie en lugar de movilizarse en auto, en muchas ocasiones Adam la acompañaba en esas ideas, pero Julieta era del pensar que debería tener su propio chofer que la llevara a donde quisiera y que de paso la protegiera de cualquier loco que quisiera hacerle algo, aunque jamás le había pasado nada extraño con ningún fan, pero si se había ahorrado que, como en horas antes, chicas le saltaran encima y que la fueran a lastimar por la misma emoción de encontrarse con la persona que admiraban. Al llegar a la cafetería ambas entraron y buscaron la mesa del fondo para poder estar tranquilas, Sophie saco el celular de su bolsillo y entonces se sintió doblemente decepcionada al no ver su mensaje del medio día saludándola como siempre.
– Todo está listo para el viernes de la otra semana... – comento Julieta revisando su agenda – Para el jueves tienes una junta y el viernes esta la prueba de vestuario para el concierto. – anoto la dirección de la tienda que Johann le dio.
– El sábado por la noche voy a salir a una fiesta. – comento Sophie alzando la vista.
– ¿Richard ya lo sabe? ¿Te dio permiso? – pregunto viéndola.
– Si lo sabe y nunca he tenido necesidad de pedirle permiso para salir a ningún evento social sin él, es mi esposo no mi padre. – vio a un hombre acercarse.
– Disculpen... señorita Marshall. – se dirigió hacia ella como artista, porque usaba su apellido de soltera en los discos como un homenaje a su padre.
– Es su hora de descanso, si quiere un autógrafo será después. – dijo Julieta con un tono de molestia viendo al hombre.
– Por favor... – Sophie se levantó – Disculpe a mi asistente ¿En qué puedo ayudarlo? – pregunto con amabilidad.
– Mi jefe ama su música, iba pasando y la vi, me gustaría que me regale su autógrafo en este disco para mi jefe, me mando a comprarlo hoy precisamente porque el primero que consiguió sufrió un accidente gracias a su gato. – le mostro el disco que saco el año pasado.
– Con gusto lo firmo ¿Cómo se llama su jefe? – saco una pluma de su cartera.
– Se llama James, le encantara tener un disco firmado por usted, los tiene todos, pero ninguno firmado y este lo va a volver loco. – el hombre metió las manos en su bolsillo esperando a que terminara.
Sophie sonrió de lado viendo al hombre porque se veía muy emocionado y después volvió la vista a la caja del disco para firmarlo con una bonita dedicatoria para el hombre; se le hizo muy llamativo el cabello rubio tan claro que el hombre tenía y con el resaltaban unos iris de color azul muy intenso, le daba la sensación de que tenía una parte de albinismo porque sus cejas también eran claras. Las primeras veces que las personas la detenían en la calle para pedirle una foto o a que les diera su autógrafo lo sintió bastante abrumador y también sentía que su espacio personal era intervenido, ahora ya era una costumbre que le encantaba porque sentia que las personas realmente amaban su música, lo vio sacar una pequeña libreta para que también le regalara un autógrafo a él.
– ¿A nombre de quién? – pregunto Sophie devolviéndole la caja del disco.
– A nombre de Víctor Biel, es un verdadero placer poder encontrarla y lamento llegar de la nada a interrumpir su comida. – le dedico una gran sonrisa.
– No se disculpe, es un gusto tomar el tiempo para complacer a las personas que me regalan su apoyo. – termino de firmar y le devolvió la libreta.
– ¿Me permitiría tomarme una foto con usted? – el hombre era muy respetuoso y en pocas ocasiones podía toparse con personas que mantenían tanto la calma, la mayor parte del tiempo eran intensos.
– Claro, Julieta por favor tómanos la foto. – llamo a su asistente.
La mujer no estaba muy contenta con esas interrupciones y en ocasiones se comportaba como una diva que no quería la interrupción de nadie, pero la verdad era que a Sophie no le importaba y muy quitada de la pena poso con Víctor para que les tomaran las fotos, después él le pidió una foto sola para enviárselo a su jefe presumiendo su encuentro tan inesperado.
– Le agradezco muchísimo por tomarse el tiempo de hablar conmigo, por las fotos y por los autógrafos, estoy emocionado por ver su concierto en el teatro la otra semana. – le tomo la mano y le dio un beso en el dorso.
– De nada, pase un lindo día señor Biel. – se inclinó un poco y sonrió con amabilidad.
Víctor se retiró de la cafetería con una gran sonrisa y Sophie se sentó, por suerte Richard no tenía ningún inconveniente con que las personas que se le acercaran por su fama, hubiera sido muy complicado si su esposo fuera celosos, pero quien si era bastante celosa con mantener sus tiempos era Julieta y en esos momentos tenía una expresión de molestia.
– Deberías poner límites, no puedo creer que ese tipo se acercara así de la nada a interrumpir. – comento Julieta suspirando de forma irritada.
– No me iba a quitar nada con firmarle las cosas y tomarme fotos con él. – respondió ella viendo el menú.
– Estas en un tiempo de descanso y es sagrado porque también vas a comer, no puedes andar por la vida siendo tan amable con todos. – rodo los ojos.
– Si fuera alguien indiferente las personas no me apreciarían tanto como lo hacen, no todo depende del talento, también hay que tener carisma para hacer las cosas y tratar con las personas, si no tuviera carisma no hubiera tenido excito en las r************* . – su personalidad era así, dulce y amable con todos, eso fue lo que enamoro a Richard desde un inicio.
– Yo comprendo eso, pero no me gusta que te interrumpan, me preocupo por ti. – Julieta se encogió en sí misma.
– Comprendo eso y lo aprecio mucho, pero no te molestes porque las personas se me acerquen a pedirme autógrafos, yo se los voy a dar sin importarme el momento, sin ellos no sería nada. – le tomo la mano y ambas sonrieron.
Mientras estaban comiendo Sophie se sintió observada y no quiso decirle nada a Julieta porque la mujer era una exagerada, sabía que iba a hacer un escándalo solo por una sensación que paso rápidamente pero que la hizo ver hacia todos lados de forma discreta, al terminar de comer decidió ir al baño pues necesitaba vaciar la vejiga y al levantarse vio que lo hizo al mismo tiempo una mujer de cabello castaño largo con mechitas rubias que se le veían muy bien, alta y muy esbelta, parecía una modelo, no le presto importancia más allá de que su vestuario no encajaba mucho para estar comiendo en una cafetería tan modesta como esa ya que todo era de marcas muy lujosas de diseñadores; la mujer la dejo pasar primero al baño y Sophie entro a uno de los cubículos rápidamente para hacer lo que tenía que hacer, cuando salió vio a la mujer recostada sobre el lavamanos y la mujer al verla sonrió ampliamente dejando ver sus blancos dientes.
– De cerca eres mucho más bonita señora... Roper. – dijo el apellido con una cierta burla y desdén.
– ¿En qué puedo ayudarla? – Sophie siguió siendo amable mientras se lavaba las manos.
– Es una mujer muy astuta y sagaz que no tuvo miedo de mezclar dos géneros musicales muy diferentes, eres exitosa y muy guapa... – Sophie sintió aquellos halagos como el preámbulo a algo malo – Por eso se me hace muy extraño que no sepas que es lo que tiene en casa, que te siegues tanto con el amor por un hombre que no vale mucho la pena. – la vio fijamente con sus grandes ojos marrón oscuro.
– ¿Puedo saber quién es usted? – dejo que el agua se escurriera de sus manos antes de tomar una toalla de papel para secarlas – O se va a negar a decirme su nombre y comenzara a decir cosas sobre mi matrimonio. – era dulce y amable, mas no estúpida.
– Mi nombre es Beatriz Caruso ¿Quieres ver mi identificación? – saco de su cartera una billetera.
– No hace falta. – Sophie le creyó, pero aun así vio la identificación de la mujer, su foto mas que todo porque no se fijo en el nombre.
– Este día celebras tu quinto aniversario de bodas ¿Verdad? – la vio asentir – Esta noche tu esposo no va a llegar temprano a casa, deberías tener mucho cuidado con las personas que te rodean. – dijo Beatriz guardando su billetera.
– ¿Se quedará contigo? – alzo una ceja cruzándose de brazos.
– No querida, a mí no me gusta meterme entre los matrimonios... – se encogió de hombros – Si vine contigo es porque no me gustaría que mueras de decepciones, no es justo que seas un amor de persona y te engañen de esa manera tan descarada, vil y asquerosa. – la vio a los ojos.
– Dime quien es la persona que me engaña. – quito su postura desafiante.
– Es tu esposo... el empresario Richard Roper, el hombre más imbécil que he conocido porque está cambiando el oro por una simple baratija. – dijo Beatriz muy segura de sus palabras.
– ¿Con quién? – pregunto sintiendo como esa espinita se le clavaba en el pecho.
– Descúbrelo por tu cuenta, lamentablemente no tengo evidencia para que lo puedas ver con tus propios ojos. – se puso de lado para verse en el espejo sobre el lavabo.
– Al menos dime su nombre para comenzar a investigar. – Sophie la vio retocarse el labial.
– Déjame presentarte pruebas, dame hasta el viernes de la otra semana para eso, porque sé que eres capaz de enfrentarla y ella te lo va a negar todo. – arreglo sus pestañas y volteo a verla.
– Estas muy segura de lo que dices, si eres tú me gustaría que me lo dijeras de frente, con el mismo valor con el que has venido aquí a decirme todas esas cosas y a generar duda en mi mente. – la vio acercarse a ella.
– Yo no soy la amante de tu esposo y solo tengo mi palabra para decírtelo... – saco la brocha de su labial y la paso por los labios de Sophie – Pero como consejo de amiga, no confíes en nadie y menos en las mujeres que están más cerca de ti. – los maquillo de un tono rosa mate.
– Esto parece una mala broma. – desvió la vista para ver sus labios en el espejo y quito lo poco del pigmento se salió de sus labios.
– Pero no lo es, es la cruda realidad y quiero que te vayas preparando para cuando te de las pruebas de que mis palabras son reales. – guardo su labial en la cartera.
– Señorita Caruso, si esto es verdad quiero pruebas, cinco años de matrimonio no se dicen fáciles, Richard y yo tenemos una historia juntos, no puedo desechar ese tiempo solo por rumores. – se dejó el labial porque era un bonito tono.
– El viernes de la próxima semana tendrás tu prueba querida, cuídate mucho y no olvides que no debes confiar en nadie. – Beatriz se dio la vuelta y salió.
Se quedó de pie con la vista clavada en la puerta mientras su cabeza comenzaba a pensar en las palabras que acababa de decirle aquella mujer tan elegante y que parecía no estar jugando, nunca fue una mujer celosa y confiaba ciegamente en Richard por toda la historia que tenían además de que lo amaba con locura, pero también surgió una inquietud en su pecho porque habían ciertas cosas que no estaban del todo bien y su mente comenzó a llenarse de ideas locas, saco el celular de su bolsillo y lo volvió a encender viendo que su mensaje seguía sin tener respuesta haciendo que las preguntas brotaran como una cascada en su cabeza, tomo la decisión de llamarle y en la primera no respondió, lo hizo hasta el segundo intento.
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– Hola Sophie ¿Paso algo? – escucho decir a Richard.
– No, solo tenía ganas de hablar contigo. – comento viéndose en el espejo.
– Perdón que no te llamara, estoy lleno de trabajo. – se escuchaba agobiado.
– Esta bien, no te quito más tiempo nos vemos en la noche. – sonrió sintiendo un poco de tranquilidad.
– Es posible que llegue pasadas las siete, tengo tantas cosas que revisar y me tomara más tiempo del que había previsto. – dijo el hombre.
– Te espero para cenar entonces... – volvió a ver el labial – Te amo. – susurro bajando la cabeza.
– Te quiero bonita, nos vemos en la noche. – sin más palabras colgó la llamada.
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Guardo el celular y salió del baño antes de que Julieta fuera a buscarla porque se estaba tardando demasiado, p**o el almuerzo de ambas y mientras esperaba a que la mesera volviera con su tarjeta y la comida que pidió para llevarle a Adam vio hacia la mesa de la mujer, estaba sola y se preguntó quién realmente era ella, vio que alguien se acercaba y sonrió porque era Adam ya con el auto revisado. En todo el camino hacia el teatro Sophie se mantuvo en silencio dándole vueltas una y otra vez a las palabras de Beatriz, sabía que eso solo le estaba dañando la mente y generando muchas inseguridades que no iban a terminar en nada bueno porque no tenía pruebas, todo eran simples especulaciones que encajaban malditamente bien en ese momento, fue recibida por Mariano Bonnet, un hombre risueño que se encarga de organizar los conciertos y coordinar a las bailarinas, el hombre le dio un fuerte abrazo con su cotidiana sonrisa.
– Julieta, creo que no va a ser necesario que te quedes conmigo acompañándome. – Sophie saco su violín del estuche, siempre lo cargaba en el auto a todos lados.
– ¿Quieres que me vaya? – pregunto confundida.
– Sé que ayer estuviste cuidando a tu madre y creo que debes descansar un poco, sé que lidiar con un familiar enfermo no es cosa fácil. – comento sonriendo.
– ¿Segura que ya no me necesitas? – le ilusionaba el salir antes de su hora, porque trabajaba desde las siete hasta las cinco por petición de Sophie.
– Estoy segura, aquí solo tengo ensayo y ya después vuelvo a casa, además Adam se va a quedar conmigo y cuando los ensayos terminen me va a llevar a casa. – le guiño un ojo divertida.
– Muchas gracias. – la abrazo y le dio un beso en la mejilla emocionada.
– Disfruta tu tarde, nos vemos mañana. – Sophie sonrió de lado.
Saco una goma para el cabello de su cartera y mientras se hacía una coleta vio a una figura esbelta acercarse entre las butacas del teatro, en sus labios se dibujó una sonrisa al igual que en los de Sophie y ambas se dieron un fuerte abrazo, Liz sabia siempre donde estaba su mejor amiga, no necesitaba mensajes o llamadas para eso porque sabía que Sophie tenía una rutina monótona y cuando tenía concierto, lo era mucho más.
– Que gusto que hayas venido al ensayo. – Adam la saludo con un beso en la mejilla.
– Me encanta verla ensayar, dar saltitos de un lado a otro mientras toca... – Liz sonrió divertida quedándose abrazada a Adam – Además de eso le hable a Johann de la colaboración con la tienda de ropa y quería hablar contigo de eso, saber si estabas de acuerdo en hacer una pequeña sesión de fotos y promocionar su tienda en tus r************* . – explico viendo a su amiga afinar el instrumento.
– Claro que me encanta colaborar con tiendas ¿Cuál tienda es? – vio como Adam veía a Liz y supo porque su amigo estaba tan melancólico.
– "B D Mode"...– le entrego la tarjeta – Es una nueva tienda que han abierto en Paris, todas sus prendas son de alta costura y diseñadores franceses e italianos reconocidos. – se quitó el saco que usaba y lo dejo junto a su cartera en una de las butacas de la primera fila.
– Querida, el ensayo comienza en diez minutos. – dijo Mariano desde el escenario.
– Ya subo, dame quince por favor. – pidió Sophie con una sonrisa y el asintió – Creí que era una tienda exclusivamente italiana, nunca había escuchado de ella en esta parte de Francia. – le entrego su cartera a Adam.
– Estuve hablando con la dueña y parece que decidieron expandir sus horizontes, al ser nuevos quieren que una figura pública reconocida sea su imagen de promoción, la oferta por el momento es que ellos te dan los vestidos para el concierto y tu subes fotos a tus r************* mencionando a la marca, nada complicado. – explico de mejor manera.
– ¿Crees que sea buena idea que pongan ese cargo en mis manos? – Sophie no estaba muy convencida porque era una tienda nueva – No creo que sea buena idea ¿Qué pasa si no tienen el efecto que desean? – pecaba por insegura.
– No dudes tanto de tus capacidades, tienes casi cinco millones de seguidores solo en tu cuenta de i********:, muchas mujeres que te siguen son esposas, novias, hijas o amantes de hombres ricos, otra parte son ricas por su cuenta y no sería la primera vez que creas tendencias en las r************* . – Liz le guiño un ojo mientras sonreía.
– Liz tiene razón, eres la indicada para el trabajo y si ellos te buscaron es porque también lo piensan, eres una gran creadora de contenido y si no fueras violinista podrías mantenerte solamente con las r************* . – Adam también le dio ánimos.
– Ya veremos si no lo arruino. – inflo las mejillas mientras hacia un puchero.
– El viernes hay una prueba de vestuario, te vamos a acompañar a la tienda y de paso hacemos una sesión de fotos, ella me pidió que te llevara para eso. – Liz puso su mano en el hombro de Adam.
– Claro, comprare una nueva tarjeta de memoria para la cámara y te sacare las mejores fotos para que las subas. – Adam era un fotógrafo aficionado y era quien se encargaba muchas veces de ayudarla con esas cosas.
– ¡Nena, el ensayo! – dijo Mariano viendo su reloj.
– Hablamos después de las fotos. – Sophie tomo su violín y subió corriendo al escenario.
Comenzó a ensayar con las bailarinas porque le gustaba que las cosas fueran coordinadas aunque ellas habían estado ensayando por horas y días, por suerte Sophie aprendía rápido los pasos, las luces del techo la iluminaron de frente y escucho las primeras notas del piano que debían acompañar esa melodía, giro el arco en su mano derecha y lo subió para comenzar a pasarlo sobre las cuerdas mientras los dedos de su mano izquierda comenzaron a presionarlas sacando las notas musicales que se sabía de memoria, dejo que la música borrara todos los malos pensamientos y disfruto de su momento especial; se dio la vuelta para ver a las bailarinas y comenzó a bailar con ellas buscando memorizarse los pasos aunque la verdad era que tenía toda la libertad de moverse como quisiera mientras tocaba en los conciertos, vio la primera fila de butacas donde estaban sentados Liz y Adam moviendo la cabeza con el ritmo mientras sonreían encantados de verla, al fondo alcanzo a ver a Mariano acompañado de otra persona que no sabía quién era y la luz no le daba lo suficiente para poder distinguir algún rasgo facial.
– Me encanta la fluidez con la que toca y la forma en que se mueve por el escenario, luce como una de las bailarinas del lago de los cisnes. – comento Mariano.
– Debo admitir Mariano que es muy talentosa y además hermosa, ahora veo porque mi hermana la escogió para representar la tienda. – respondió el hombre sentado a su lado.
– Lo es... todos dicen que Richard se sacó la lotería con una mujer como ella; joven, talentosa y preciosa, ya quisiera yo que mi esposa se viera como ella... – sonrió sin apartar los ojos del escenario – ¿Te imaginas salir con una mujer así? – pregunto antes de verlo.
– Una mujer con Sophie le invierte mucho dinero a su cuerpo para verse bien, quizás si tú le inviertes más dinero a tu esposa podría verse como ella... Si ella fuera mi esposa no la dejaría sola ni un solo segundo y aprovecharía cada uno de esos segundos para presumirle al mundo lo afortunado que soy. – el hombre sonrió.
– Cuando la conozcas personalmente te va a encantar, es un amor de persona y es tan atenta que hasta te puede incomodar al principio. – Ambos mantuvieron su vista al frente.
– Me encantaría conocerla hoy, pero cuando los ensayos terminen yo posiblemente ya me abre marchado, el trabajo que tengo que hacer es muy importante y tú lo sabes. – el hombre se recostó sobre el asiento un poco más.
– Podrías esperarte un par de horas, estoy seguro que ella también estará encantada de conocerte. – Mariano se acomodó en el asiento también.
– No, otro día será. – apoyo el brazo en la madera de la butaca y paso los dedos por sus labios con la vista fija sobre el escenario.
Sophie continúo tocando ignorando a todos a su alrededor centrando la atención absoluta en su música, era su pasión desde que era una niña y cada vez que toca también recordaba a su padre con todos los bellos momentos que pasaron juntos antes de que falleciera, solía tocar para las enfermeras que lo cuidaban y para los pacientes también, disfrutaba alegrarles el día de alguna manera. Dio un giro y termino la melodía escuchando los aplausos de las bailarinas tras ellas que estaban celebrando que había sido un excelente ensayo, acababan de terminarlos y aunque estaba agotada, también estaba feliz porque todo salió perfectamente bien.
– Excelente trabajo chicas, muchas gracias por acompañarme. – sonrió Sophie encantada.
– Gracias Sophie... – las bailarinas la abrazaron celebrando – Mañana vamos a volver a ensayar, espero que nos acompañes. – se llevaba bien con todas.
– Muy bien señoritas, damos por finalizados los ensayos por hoy. – dijo Mariano acercándose a ellas.
– Nos vemos mañana. – Sophie se despidió de todas ya que iba ir a guardar su violín.
– Estuviste increíble, estoy ansiosa porque llegue el viernes para ver tu concierto en la primera fila como siempre. – Liz la abrazo con fuerza haciéndola reír.
– Me hubiese gustado que aceptaras el pase que te ofrecí, sabes que no me gusta que gastes tu dinero comprándolo en taquilla. – levanto la vista para poder verla a los ojos.
– Oye, las amigas se apoyan en sus proyectos y como tu amiga voy a apoyarte comprando un boleto en primera fila para escucharte tocar, lo compraría una y mil veces más. – le tomo las mejillas y se las apretó.
– ¡Oye, no me estrujes! – Sophie se quejó intentando alejarse.
– Me encantan lo redonditas que son tus mejillas y los hoyitos que se te hacen cada vez que sonríes ¿Te puedo morder un cachete? – se acercó a ella con una gran sonrisa.
– Ahí tienes a Adam, muérdelo a él. – se alejó rápidamente y vio al hombre atragantarse con el agua que bebía porque ella si lo mordió.
– ¡Dios, que manía con morder a las personas! – se sobo el brazo.
– Tus brazos también me gustan, son acolchonados. – dijo mientras le apretaba el bíceps derecho.
– Adam hace mucho ejercicio, parece una roca con todos esos músculos duros. – Sophie sonrió divertida al verlos.
– Lo hago por costumbre, pero ya deja de estarme manoseando que no soy fruta de mercado. – el hombre alejo a la rubia.
– Volviendo al tema de antes, ve pensando en el estilo de vestuario que vas a usar para la noche del concierto, aunque conociéndote sé que serán vestidos amplios y de tul. – los tres rieron con el comentario de Liz.
– Puede ser. – se encogió de hombros.
Solía ser Richard quien compraba los cambios de ropa que usaba durante los conciertos en teatro, pero no era extraño que algunas marcas quisieran usarla como modelo para sus productos y es que el mes pasado había sido la cara para un perfume que tuvo bastante popularidad por su olor tan fino, elegante y con notas que lo hacían perfecto para usarse a diario sin importar la estación del año; acompaño a su amiga al estacionamiento ya que la mujer andaba su propio auto y se despidieron de ella para seguir caminos separados, Adam abrió la puerta delantera del auto para dejarla subir primero ya que no le gustaba ir atrás, en lo que el hombre dio la vuelta ella reviso su celular esperanzada de tener algún mensaje de su esposo, pero en lugar de eso vio que su mensaje de la mañana solo se había quedado en visto.
– ¿Te llevo a casa o quieres ir a otro lado? – pregunto Adam después de encender el auto.
– No, vamos a casa y terminamos el día de trabajo por hoy. – suspiro de forma pesada.
– Esta bien, vamos a casa entonces. – movió el volante y comenzó a conducir.
– Es Liz de quien estás enamorado ¿Verdad? – fue directa y lo vio sonrojarse.
– ¿Que? no, no es ella. – trato de aparentar tranquilidad.
– No mientas, cuando Liz llego te brillaron los ojos y sonreíste como no sueles hacerlo. – Sophie sonrió.
– Creo que tengo que comenzar a disimular mejor. – hizo una mueca con sus labios.
– Conmigo no vas a poder disimular nunca, los amigos se conocen muy bien y saben cuándo los otros están mal... – le dio unos golpecitos en el brazo – Deberías invitarla a cenar y ser más directo con ella. – sonrió animosa.
– Como te dije antes, es una estrella que está muy lejos de mi alcance y sé que jamás se fijaría en mi porque ella lo tiene todo, yo no puedo darle nada. – ladeo la cabeza sin apartar los ojos de la carretera.
– Tienes ojos y no ves, ella también está muy interesada en ti y no se si no lo notas o te haces el tonto con eso. – suspiro profundo.
– ¿De verdad crees que ella sienta algo por mí? – el semblante de Adam cambio completamente.
– Estoy muy segura de que, si la invitas a cenar un día de estos no se va a negar a acompañarte, estaría encantada... – agrando su sonrisa – El amor es algo muy lindo y creo que debes darte la oportunidad con ella porque todos merecemos ser felices. – dejo su vista clavada en la carretera.
– Hablando de que los amigos saben cuándo pasa algo malo ¿Qué pasa contigo? – fue directo con su pregunta al igual que ella.
– ¿Sobre qué? – Sophie volteo a verlo.
– Espere encontrar la casa llena de flores esta mañana y en lugar de eso, no había nada ¿Richard se olvidó de su aniversario? – sabia las fecha porque era con quien más convivían.
– Si, lo olvido... – se arregló el flequillo – Adam ¿Crees que Richard sea capaz de engañarme? – su pregunta hizo que el hombre perdiera el control por un momento.
– ¿Engañarte? no creo que sea capaz de algo como eso, te ama mucho y te lo ha demostrado en muchas ocasiones... – giro en una curva – Sé que puedes pensar eso porque se le olvido el aniversario, pero piensa que también tiene mucho trabajo que hacer y es humano. – trato de animarla con el mismo ímpetu que ella lo hacía.
– Tienes razón, estoy pensando tonteras porque me molesta que haya olvidado nuestro aniversario. – suspiro profundo.
Adam la llevo a la casa y estaciono el auto frente a la casa de Sophie, la vio dudar un poco a la hora de bajar, pero con una sonrisa abrió la puerta y bajo de un salto despidiéndose de él con la mano; Richard le había dado el auto para que pudiera moverse con mayor libertad a la hora que tuviera que atender el llamado de Sophie sin importar las horas que fueran, ella no entro hasta que vio el auto perderse por la calle de la residencial en la que vivía y después se dio la vuelta para abrir la puerta de las rejas.