Los padres de Kate la enviarían a Nueva York para que iniciara sus estudios universitarios, ya hasta le había comprado un departamento cerca del campus y así, no tardará mucho en transportase; su familia es de las más poderosas de Lane, pero eso a Kate nunca le afectó, ella era sencilla y humilde a pesar de todo. Cuando le conté mi decisión de irme del pueblo ella me invitó a irme con ella.
La decisión estaba tomada, me iría a New York. El día de mi graduación hablé con mis padres, estaba nerviosa, todo el evento ocurrió en la mañana y al no ser una escuela muy grande fue una entrega rápida, ese día me tomé muchas fotos con Kate, con Mark y hasta con Michael, mis hermanos no pudieron asistir por sus prácticas pero de todos modos mi mente solo estaba en la noticia que les daría a mis padres.
Durante la cena, les conté de mi decisión de irme del pueblo y de mi negativa a dejar de estudiar, la casa quedó sumida en un silencio tan intenso, que sentí la ira de mis padres vibrar por el espacio.
— Pensé que te había criado mejor, debes entender que lo que planeas hacer es un suicidio. Nunca has tenido habilidades, Natasha y soñar tan alto no es bueno para ti. Yo no seré el padre de una artista callejera, así que en el momento en que salgas por esa puerta dejas de ser mi hija— dijo mi padre mientras las primeras lágrimas salían por mis ojos.
— Calmante John, estás tomando una decisión precipitada— le dijo a mi padre — Natasha , hija, yo sé que tú quieres estudiar pero trata de entendernos, no poseemos muchos recursos y pagarte la universidad es algo que no nos podemos permitir, además al ver tu historial académico no sería una buena idea hacerlo, por favor trata de entendernos y recapacita hija— me dijo mi madre.
— ¿Por qué no confían en que podré hacerlo? Si me tuvieran la mitad de fe que les tienen a mis hermanos, verían que sí lo puedo lograr— dije explotando del mal genio que sentía, ellos sí podían costear mis estudios pero lo veían innecesario.
— ¿No entiendes que sería un desperdicio?— me preguntó mi madre ya con su mirada colérica, la cual siempre iba dirigida hacia mí.
— No, no lo entiendo— dije y me levanté pero la voz de mi madre me detuvo.
— Si sigues con esas ideas y te vas, no vuelvas a esta casa— me dijo ya estando fuera de sí y levantando la voz.
Mi propia familia me acababa de dar la espalda y aunque sabía que mi madre no me apoyaría, que mi padre me repudiara, me mató.
En menos de dos semanas cumpliría la mayoría de edad y ellos no podrían detenerme entonces hablé con Kate y empezamos a arreglar todo para el viaje; tenía miedo de lo que mis padre pudieran hacer, así que fui sacando las pertenencias que quería llevarme poco a poco; ellos pensaron que solo había sido una rabieta mía lo de escaparme, pero no, estaba más decidida que nunca.
Una tarde, mientras papá trabajaba y mi madre había salido, les escribí una nota donde les dije que mi decisión era innegociable, esperaba que algún día me entendieran y me perdonaran y que a pesar de todo los amaba. Dejé la nota y me fui a la casa de Kate, sus padres nos despidieron y nos fuimos en su auto nuevo, el que le regalaron por su graduación, manejaríamos el primer tramo ese día y descansaríamos en una posada para retomar el día siguiente.
La ciudad era un mundo totalmente distinto a Lane, ahí empezaría mi vida y aunque en un principio no encontraba trabajo, me contrataron
en el jardín botánico y así empecé a ahorrar para pagarme cursos de diseño.
Un día estaba cortando unas orquídeas cuando llegó la señora Lincoln, una clienta frecuente, me preguntó sobre qué sería lo mejor para su jardín ya que lo estaba remodelando, le di diversas opciones pero ninguna le pareció, entonces me dijo:
—Yo quiero algo hermoso pero que no ocupe mucho espacio, mi querida Natasha , que nadie más tenga.
Ahí vi muy oportunidad y le ofrecí un diseño de jardines verticales que había hecho tiempo atrás para un portafolio, a ella le encantó la idea y me preguntó que si lo podría realizar.
—Claro que sí, señora Lincoln, solo dígame para cuando lo quiere y su dirección, lo podría realizar en dos fines de semanas.
—Está bien hija, me alegraría mucho que lo puedas hacer a más tardar a final del mes. — me dijo.
Desde ese momento y por primera vez todo empezó a ir mejor, la señora Lincoln quedó feliz con mi trabajo y me recomendó con sus amistades, todos los trabajos que fui realizando los fotografié para mi portafolio.
Tres meses después, Kate prácticamente me obligó a ir a una entrevista en Publicity Harrison, yo tenía miedo, era solo una joven con sueños de diseñadora, apenas iban seis meses desde que me había ido de Lane y ahí estaba, sentada en el vestíbulo principal de una de las compañías publicitarias más grandes del país.
Estaba tan nerviosa que casi no escuché cuando me invitaron a pasar a una de las oficinas, me entrevistó una mujer en sus 40 y pocos, me dijo que su nombre es Jennifer Cox, es agradable pero seria y cuando
la entrevista terminó, me dijo que si llegaba a ser escogida me notificaría.
Estaba segura que nunca me llamarían, competía el puesto con más de cien aspirantes con estudios superiores a mí, yo solo había remodelado salones y uno que otro jardín.
Una semana después, tuve una sorpresa enorme cuando me llamaron de Publicity Harrison, me ofrecieron un puesto como diseñadora en prueba, gracias a que la señorita Jennifer Cox vio algo en mí y me quería contratar para probar mis habilidades en campo. Kate estaba tan orgullosa de mí como yo agradecida con ella por obligarme a ir a esa entrevista.
Dos años después, ya era la supervisora de diseño y publicidad de la empresa, me costó demostrar mi talento pero con dedicación y el apoyo de Kate, lo logré.
Jennifer Cox, es la supervisora de obras directas, mientras que yo me encargo de la parte de dibujo y diseño, la empresa es tan grande que está dividida en muchas secciones; para las juntas con la cooperativa, solo el personal superior puede asistir, por eso, desde mi ascenso, me he visto en vuelta ya en varias juntas.
Pero de lo que más me incomoda de esas juntas es mi jefe, el gran Alejandro Benedetti, dueño total de Publicity Harrison, es un hombre frío e imponente que no acepta errores, le gusta el control hasta el punto de ser desalmado.
Kate cursaba su tercer año de negocios internacionales en la universidad, cuando conoció a Dave Simons, un hombre guapo, castaño y de ojos azules de quien quedó enamorada en corto tiempo, después de tres meses de relación Kate empezó con vómitos y mareos, así que decidió hacerse una prueba de embarazo, ambas estábamos muy asustadas por que no sabíamos que pasaría después.
Nunca pensé que la palabra positivo te pudiese cambiar la vida totalmente; cuando Kate se lo dijo a Dave, él reaccionó de la peor manera y dijo que no se haría cargo, que todavía tenía mucho que hacer con su vida.
Desde entonces no volvimos a saber de él; Kate le dijo a sus padres pero ellos, y por increíble que parezca, la repudiaron y le dijeron que los había decepcionado echando a perder su vida y desde entonces no volvieron a contestar sus llamadas, así que Kate dejó la universidad y empezó a trabajar para poder mantener a su bebé.
Y como el departamento era de sus padres, nosotras decidimos mudarnos.
Yo la ayudaba en todo lo que podía, mi sueldo era generoso pero no alcanzaba a cubrir todos los gastos; fueron tiempos difíciles pero logramos adaptar nuestro departamento para recibir a un bebé y estábamos muy emocionadas, aunque la familia de Kate no había vuelto a hablar con ella durante su embarazo, igual que yo he tratado de comunicarme con mi familia más de una vez, pero nunca me contestan.
Un día estábamos en nuestro departamento cuando de repente Kate se quedó estática, los dolores empezaron, meses atrás habíamos vendido su auto para comprar uno que se adaptara a nuestras necesidades, así que llevé a Kate al hospital donde teníamos programado el parto.
Horas después, la doctora me notificó de algunas complicaciones que hubo durante el parto y que por eso Kate y la pequeña Mely debían permanecer una noche entera en observación, cuando me permitieron pasar a la habitación a verlas, Kate estaba muy pálida mientras acariciaba a su hija como solo una madre lo puede hacer. Con Amor.
Cuando me vio, me sonrió de manera triste y me pidió que le cuidara a su hija en lo que descansaba. Y esas fueron las últimas palabras de mi mejor amiga.
Un golpe en mi escritorio me despierta de mis recuerdos. Cuando levanto la mirada me encuentro con los negros y fríos ojos de mi jefe.
Hasta ahora.
La señorita Jhonson le estaba sirviendo la oportunidad en bandeja de plata, ahora la elección estaba en él.
—Así que, ¿es cierto el compromiso?