Capítulo 3: Go To The Hell

1344 Words
| Neley | —Hey, te necesito aquí, ¿Puedes venir? —pregunté después de que James descolgara el teléfono al tercer o cuarto tono. — ¿Tan temprano? Pensé que te ibas a quedar ma... —Ed. —Oh, estaré allí en cinco minutos. Estoy en la casa de Luke. —comento él, una puerta cerrándose se escuchó del otro lado. Yo, en cambio, salí de la casa apurada. Dándole la espalda a Harry, corriendo por mi vida. No tenía siete vidas como un gato, la primera caída no fue tan dolorosa, pero presentía que si volvía a mirar sus ojos, esta vez la caída iba drenar la última gota de mi cuerpo y absorbería el último latido de mi corazón. —Solo espérame. —Bien, estaré afuera. —Claro, —él no cortó la llamada. —Neley...—dice luego de unos varios minutos en silencio. —James, no. —digo recostada por una de las columnas de afuera. —Te veo luego. Corte la llamada sin antes tener respuesta de él, no, no y no. Iba a morir soltera, mucho dolor yacía en mi corazón, muchas lágrimas había absorbido mi cama, muchas pisadas tiene mi pasillo de mis tantos insomnios, muchas lágrimas se han camuflado con el agua en la ducha. Ya no iba a pasar por lo mismo, ya no iba a caer, aún estaba rota. Él me había quebrado en mil pedazos y verlo hacia que esos pedazos se volvieran a destruir en más pedazos pequeños, perdiendo algunos de ellos. Sin poder arreglarlos alguna vez. Pero mi única salvación es, fue y será; Ed. Él no tiene la culpa de mis errores, de los errores de dos jóvenes idiotas que alguna vez uno de ellos creyó estar enamorado del otro. Ed, él no iba a salir lastimado de esto, sin Harry, su padre era la amenaza para esto. Entonces, con mi vida lo iba a proteger. Porque, es verdad. La peor amenaza aquí era, fue y será; Harry. Le mande un mensaje a Alex, sobre porque me iba temprano, ella no tardó en responder que no había ningún problema. Y como lo había dicho James, cinco minutos después él estaba aparcando a unos metros de mí, su sonrisa me deslumbro, como lo hacía siempre. Le devolví la sonrisa. Me acerque y bese sus dos mejillas, él aprovechó y me estrecha en sus brazos unos segundos. —Gracias por venir. —Te saldrá caro. —responde con una sonrisa. —Bien, entonces ¿No te molestara pasar por una tienda a por helado?—pregunté con una sonrisa, guardando mi móvil en mi bolso. —Si. —susurró él con demasiada felicidad. —Sábado de helados. Gracias Ed. —Espera toda la semana para este día. —digo mientras nos acercamos a su auto. Miro al frente y por el rabillo del ojo veo que va a responder, lo miro y ya no está más. Su cuerpo esta tirado en el suelo. Harry agita la mano en el aire por el golpe, un segundo miro a James, él toma su mejilla con dolor, un segundo de nuevo a Harry, él clava su mirada en mí y luego en James. Mi respiración se corta. —Oh, pensé que golpearte iba a ser más satisfactorio. —dice Harry con arrogancia pura. Él es la arrogancia en persona. —Me he equivocado, pérdida de tiempo. —E-eres...tu, eres un... —Ahorra tus palabras, Neley. Tú eres la única a la que no puedo tocar por el daño que me has hecho. —vuelve a decir, tocándose la mano con la que había golpeado a James en el rostro. —Sabes, él que había imaginado este momento fui yo también. —habla ahora James, se levanta del suelo y se pone a mi lado, mueve la mandíbula y se la toca con las yemas de los dedos. —Me estaba esperando este golpe, pero no por parte de ti, pensé que iba a ser alguien...un asesino en serie pagado por ti, claro. —Si se trata de ti, amigo. Hago las cosas con mis propias manos y bueno, esta era mi oportunidad. —dice Harry con una sonrisa. Tiene la mirada fija en James. —No soy tu amigo. —Lo sé, fue sarcasmo. —Eres un hijo de perra, Harry. —digo por fin con la boca seca, sin creer o saber a quién tenía frente a mí. —Eres un maldito desgraciado. —Debes agregar nuevos insultos a tu diccionario de insultos sucios, Neley. Siempre la mismas palabras, siempre la misma mierda saliendo de tu boca. —Ya es suficiente, no la trates así. —James se coloca dándome la espalda, protegiéndome de Harry. Pero yo podía con él, no me iba a quebrar si se trataba de defenderme, de descargarme con él. La almohada había sufrido muchos golpes, que debían de ser para él. —Ya has tenido lo que quería, tu regalo de navidad ha llegado antes. Disfruta de la mierda dentro de tu cabeza o ve y compra un nuevo móvil o lo que sea. —Descuida, tengo mucho tiempo para eso. —Lo había olvidado. Tus empleados hacen el trabajo sucio. —Ya lo he dicho, si se trata de ti. No me importaría ensuciarme las manos. — ¿No te cansas?—hable tan perdida, James se gira un momento. Mi respiración se hace difícil, el nudo que fue mi amigo un largo rato en las noches solitarias, vuelve. —Ya tuviste lo que querías, ¿Porque has vuelto? ¿Qué quieres de esto? ¿Qué consigues haciendo esto? Ya has hecho mucho daño, esto es agotadora para todos. — ¿O para ti?—mis ojos están cubiertos por unas bolsas de agua, unos segundos y reventaran, resbalaran por mi rostro y se perderán en la barbilla. — ¿No te has puesto a pensar que esto es por tu culpa? Si no fuera por lo zorra que has sido, por la maldita bastarda que has llegado a ser con la persona que te amaba, todo esto no estaría sucediendo. Todo esto es por ti, por tu culpa, y no sabes cómo te odio por hacerme sentir tanta mierda. — ¡Porque eres una maldita mierda!—grita James. — ¡Tú te callas, idiota! O harás que reciba el regalo del día de pascuas. Y no será algo bonito. Ya, esto es todo. No las puedo detener más, las lágrimas caen. Caen y se pierden, mis rodillas caen de nuevo. Mi cuerpo falla, muero por dentro. Y esto no se está sintiendo nada bien. James, me sostiene, no caeré me dije, pero lo estoy haciendo ahora. —Vamos. —es lo único que dice James. No respondí, tengo la mirada perdida. —Ed te espera. Quiero salir de este agujero n***o, he vuelto a casa, la casa oscura. Maldito bastardo. Mis pensamientos se entrevieran y me veo en alerta. Un pestañeo lento y largo. Cuando abro los ojos James está aparcando en frente de mi apartamento. Me seco las pocas lágrimas que se secaron en mi rostro. Respiro hondo, me saco el cinturón de seguridad y estoy decidida a hablar seriamente con mi almohada de nuevo. De nuevo en los viejos y dolorosos tiempos. —Neley, sabes que eso no es verdad. —dice él sintiendo mi dolor. Pero no es así, él no sabe cómo me siento. Nadie lo hace y lo hará. —Te veo luego, James. Estoy cansada. —Neley. —Olvídalo, James. —aclaro mi garganta. —Buenas noches. Y sin mirarlo, bajo del coche. Subo las escaleras corriendo, sin tropezar. Tratando de que el nudo desaparezca, cinco pisos y ni siquiera he mirado al ascensor abajo, solo fui directo a las escaleras. Oh, dios. ¡No te rompas más! ¡No te rompas más! Al llegar abro la puerta y Daisy, está mirando la tele. Le sonrió, pasando saliva, ella me explica que Ed se ha dormido y está en su habitación. Pero no escucho, solo quiero estar sola. Era como una maldita adolescente luego de que le rompieron su corazón por primera vez, pero no era mi primera vez. —G-gracias, Daisy. —tartamudeo cerrando la puerta. Me recuesto por la puerta y caigo. Mi trasero toca el suelo, levanto mis rodillas y escondo mi rostro en ese pequeño espacio. Sollozo en silencio, trato de parar pero no puedo. Tal vez él si tenía razón, yo era la mierda. —Mami, ¿Por qué lloras? —su voz me saca de mi miseria, despertándome.
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