Entre susurros y miradas

1330 Words
Sofía acababa de mudarse a su pequeño apartamento cerca de la universidad. Era su primer año viviendo sola y la verdad, a sus 17 años nunca había tenido tanta libertad, sus padres la habían tenido en una burbuja que se vieron obligados a romper, aunque estaba emocionada por la independencia, la soledad a veces le pesaba. Cada mañana, mientras caminaba hacia el aula, pensaba en las miles de cosas que le gustaban de su nueva vida, pero había algo, o más bien alguien, que hacía que su corazón se acelerara más de lo normal. Él, Marcos, Un compañero de curso que parecía tenerlo todo: carisma, confianza y una belleza abrumadora. Cada vez que entraba al salón, Sofía sentía que el aire se espesaba dificultando su respiración, sentía que Marcos tenia tanta luz que era como si todo lo que girara a su alrededor se iluminaba. Las primeras veces que lo vio, no pudo evitar apartar la mirada rápidamente, tratando de ocultar el rubor que inundaba sus mejillas. Era innegable: el simple hecho de tenerlo cerca hacía que su corazón latiera con fuerza y su imaginación volara, en su mente ya estaban casados con dos hijos y un perrito chiguagua. Este era el segundo trimestre que le tocaba tomar clases con él, al parecer él no sabía de su existencia, y bueno ella nunca se había atrevido a acercársele, la timidez no se lo permitía. -Hola, te molestaría ayudarme con este problema, es que no logro entenderlo-, dijo una voz varonil y muy conocida. Sofia lo miro y con un gesto de cabeza afirmó, mientras Marcos con una sonrisa nerviosa en los labios no dejaba de mirarla. Sofía apenas podía hablar. Su mente estaba en blanco. Con manos temblorosas, le tomó el cuaderno y se centró. "Es solo una pregunta", se repetía, "solo tengo que explicarle el ejercicio". Mientras trataba de mantener su compostura, su mirada se posaba en los números y fórmulas que tenía delante, pero su corazón seguía latiendo desenfrenadamente. Con la voz entrecortada, comenzó a explicarle el problema, señalando el punto exacto donde él debía aplicar una fórmula. Sin embargo, sentía que sus palabras salían torpes, como si estuviera hablando un idioma desconocido. Mientras hablaba, sintió que los ojos de Marcos estaban observando cada gesto que hacia, debe ser mi imaginación, pensó-, sacudiendo la cabeza, trato de enfocarse en el cuaderno. —Entonces... solo tienes que reemplazar este valor y... —Sofía se interrumpió cuando sintió que la miraba fijamente, trago fuerte sintiendo que se le caería el lápiz por los nervios. ¿Estás nerviosa? —le preguntó él con un tono pícaro, con una sonrisa que le hacía ver peligroso. Sofía sintió cómo el calor subía a sus mejillas. —No... es solo que... —intentó decir, pero se detuvo cuando sintió su mirada más intensa —No tienes que estar nerviosa —dijo Marcos, inclinándose un poco más hacia ella—. Me parece encantador el rubor en tus mejillas, susurro en su oído. La palabra "encantador" hacia eco en su cabeza, Sofía no sabía cómo reaccionar, había sido criada en un hogar muy conservador, su mayor contacto humano eran sus hermanos y primos, a la verdad es que, a sus diecisiete años, los viajes a la universidad, eran los primeros viajes a un lugar sola que hacía en su vida, aun sentía que no estaba preparada para muchas cosas y la verdad no sabía cómo actuar en esas situaciones. La cercanía, el aroma de su perfume varonil pero discreto que desprendía, la envolvía en un torbellino de emociones que la desconcertaban por completo. Era como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos, y el salón, normalmente bullicioso, se hubiera sumido en silencio. Justo en ese instante, una voz conocida. —¡Sofi! —llamó Clara, su mejor amigas, acercándose rápidamente—. ¡Te estaba buscando por todos lados! Sofía dio un ligero respingo, volviendo a la realidad. Se apartó ligeramente de Marcos, como si la presencia de su amiga fuera la bocanada de aire que necesitaba para recuperar el control. Clara, ajena al intenso momento que había interrumpido, lanzó una rápida mirada a Marcos, y luego a Sofía, con una sonrisa curiosa **** El bullicio del campus quedó atrás mientras Sofía y Clara caminaban hacia el café que solían frecuentar. El aire fresco de la tarde apenas ayudaba a calmar los nervios que aún recorrían el cuerpo de Sofía, mientras su mente seguía atrapada en la imagen de Marcos. La mirada, la sonrisa, la forma en que la había desarmado con tan solo unas palabras... Al llegar al café, Clara no perdió tiempo en pedir su café con leche habitual, mientras Sofía, aún distraída, pidió lo mismo sin siquiera pensarlo. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, y Sofía apenas había tomado un sorbo cuando Clara, con ojos brillantes y una expresión de picardía, soltó la primera de muchas preguntas que sabía que estaban por venir. —¡A ver, Sofi! Cuéntame todo, no te hagas la misteriosa. ¿Qué te dijo exactamente Marcos? —Clara la miraba fijamente, esperando cada detalle como si fuera el capítulo más emocionante de su novela favorita. Sofía dejó la taza de café sobre la mesa y suspiro, intentando ordenar sus pensamientos. -Es solo un compañero de curso al que le estaba explicando un problema que no entendía, Sofia, tono la expresión de su amiga, la misma le decía que no era eso que estaba preguntando. —pero está fuera de mi alcance así que no me ilusiono. —¡Eso es lo que te hace diferente, Sofi! Tú no intentas impresionarlo, no te ilusionas con él, no le saltaste encima, como cualquier otra hubiese hecho. y eso probablemente lo trae de cabeza. ¿Quién sabe? Quizás eso sea lo que le llamó la atención. Además, seguro que le gusta verte nerviosa... los chicos son así, les gusta tener el control —añadió con una sonrisa traviesa. Sofía sintió un ligero escalofrío al escuchar eso. Era cierto que Marcos parecía tener un aire de confianza inquebrantable, como si supiera que les gustaba a todas, pero lo que le gustaba a Sofia, es que era un chico risueño dispuesto a ayudar a todo el que se le acercaba, siempre estaba rodeado de mujeres, que aprovechaban este lado de él, para siempre pedir algún favor, una vil excusa para acercarse. Pero esa idea de que podía estar disfrutando de verla nerviosa, la inquietaba, aunque también despertaba una curiosidad y le daba una pizca de esperanza que no podía negar. —Tal vez tienes razón —dijo Sofía finalmente, pensativa—. Pero no sé si quiero involucrarme en algo con él. Me parece... Clara la miró con los ojos abiertos, como si la simple idea de rechazar una oportunidad así fuera absurda —Sofi, no digo que tengas que enamorarte ni nada de eso. Solo que disfrutes. Marcos es atractivo, divertido y claramente hay química entre ustedes. Solo vive el momento, ¿no crees? Sofía se estaba irritando, la insinuación de su amiga era muy atrevida para ella, además nunca había estado con un hombre, apenas si empezaba a tener contacto 'humano', de alguien que no fuese un familiar. Tal vez Clara tenía razón, tal vez Marcos había visto algo en ella que lo había intrigado. Y aunque el miedo la seguía invadiendo, no podía evitar sentirse atraída por la idea de descubrir qué pasaría si seguía adelante. —con mucho esfuerzo mis padres me han enviado acá, ellos confían en mí, sabes? —añadió Sofia, en tono pensante. —no sabes lo que les costo aceptar que me viniera a vivir sola, mis padres estaban dispuestos a viajar cinco horas diarias para traerme y llevarme, se que les importo demasiado, no puedo decepcionarlos así, debo concentrarme en mis estudios. —hay amiga— suspiro claro, viendo que aun Sofia pensaba como niña y que, si ella quería ayudarla, le quedaba mucho trabajo por hacer. 
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