Maldito Joshua.
Llamé a su puerta repetidamente y no obtuve respuesta alguna, comencé a tocar frenéticamente hasta que me dolió la mano.
Son más de las siete y no hay ni rastro del maldito Joshua. Me detuve para revisar mi teléfono para ver si había visto mi último w******p, pero los dos pequeños marcadores aún estaban atenuados.
¿Dónde está ese idiota? En su habitación, no, porque si lo hubiera hecho, mis golpes lo habrían despertado a él ya los demás invitados que asomaban la cabeza por la puerta y me gritaban groseramente que detuviera el escándalo.
—Te maldigo Joshua Summer.—
Ayer le advertí que no bebiera demasiado en el bar, pero ya sabía que no era un hombre de confianza.
Supe que iba a pasar esto cuando lo vi a eso de las 10:30pm bailando muy fresco agarrando a una rubia tetona, debí suponer que no cumpliría su palabra de buen chico.
Estaba enojada, furiosa…
Odiaba que la empresa nos hubiera asignado a los dos para hacer la gira de presentación del Proyecto de Energía Sostenible en todas las delegaciones americanas y latinoamericanas.
Era un proyecto importante. ¡Qué digo importante! ¡Era el proyecto de mi vida! Y Joshua no podía estar más relajado.
Mientras yo me dedicaba a construir relaciones laborales, solo era una novata y me esmeraba, en hacerlo bien, todo tenia que salir perfecto, pero mi atractivo y descarado compañero, no me facilita el trabajo, se dedicaba a tratar con todo tipo de féminas y hacía alarde de sus habilidades masculinas frente al sexo opuesto como un casanova moderno.
Quería matarlo, resucitarlo y matarlo otra vez.
Algo bastante contagioso en este tipo de eventos, ya que la mayoría de los hombres se quitaban el anillo de bodas y se lo tragaban si era necesario, a riesgo de morir tontamente solo para echar una canita al aire.
No entendía, porque se esmeraban tanto en serles infiel a sus compañeras de vida.
Como animales en celo…
Pero Joshua era una bestia en celo.
A pesar de todos los sentimientos negativos que Joshua evocaba en mí, tuve miedo por un segundo.
¿Habría muerto? ¿Era la rubia tetona una asesina y escondía un arma mortal debajo de sus implantes (era el único lugar posible dadas las proporciones de su casi inexistente vestido de cóctel)¿Debo llamar a recepción y pedirles que me abran la puerta? Pensé por un segundo.
Con un nivel diez de abrumación en mi cuerpo, apoyé la frente en la madera y traté de calmarme mientras tomaba una decisión.
Si no salíamos del hotel ahora perderíamos el avión.
Finalmente fue una morena tetona que de repente abrió la puerta de par en par y caí de frente al irrumpir, dejando mi boca pegada al nivel de su generoso escote.
—¡Vaya, Dios mío!— exclamó, tirando hacia atrás y dejándome allí sin ningún apoyo por lo que de inmediato caí al suelo, aplastando mis rodillas por todo el dolor.
—Ahhhh, eso duele .— murmuré malhumorada mientras me ponía de pie.
El celular sonó en mi mano.
La aplicación de taxis me avisó por tercera vez que el conductor estaba impaciente en la puerta.
Molesta y sin ningún propósito real, le grité al teléfono:
—¡¡Ya voy, ya voy!!—
La exuberante morena se había posicionado al frente, bloqueando mi camino con sus enormes caderas, pero no era rival para mí.
La empujé y como un toro a punto de cornear me dirigí a la cama ignorando lo que estaba diciendo.
—¿Eres estúpido, o tienes mierda en la cabeza, Joshua?.—
Respondió tapado con una manta de algodón:
—No grites, mí cabeza está a punto de explotar.—
Sin pensarlo mucho, le quitó el edredón, dejando al descubierto su cuerpo por completo.
Estaba desnudo y aunque mencionó su cabeza, mis ojos no pudieron evitar enfocarse a su otra cabeza, que parecía controlar la mayoría de sus acciones.
No debí hacerlo, su pene estaba erguido grande y duro, sé que sería muy difícil sacarme está imagen de la cabeza .
Era grande, incluso más que el de mi novio.
—Te golpearé con una lámpara de noche si no mueves tu trasero.— Cogí la lámpara y la levanté en mis manos.
—El taxi nos espera y tú, tú…—Aproveché para mirar el resto de su cuerpo, ¡Lindos abdominales! Por Dios… pensé luego, dije,—levántate y vístete— señalé incómoda con una mano en su entrepierna.
Joshua, que todavía estaba somnoliento, perezosamente se negó a moverse de la cama.
Es increíblemente guapo incluso con su cabello desordenado por el revolcón de anoche.
Desinhibido y sin cubrirse, no sabe cuánto me impresionó su gran pene hinchado, el respondió pícaro.
—¿Te gusta lo que ves?—
Para qué era un hombre hermoso, guapo a rabiar y había que añadir que también era un cretino desvergonzado, y ser más tonto, no podía ser, de hecho no dudaba en dejárselo claro.
—No…He visto mejores.— dije— Ahora levántate.—grite escandalosa.
El solo soltó un gruñido con sus ojos adormilados y abrió uno de sus ojos.
—Atractivo y lindo como yo … Lo dudo.—bufo sinvergüenza
—Porque no ejercitas tu mente, si te tomara medio segundo para eso y no para… — hago una pausa para volver a revisar su cuerpo de modelo de Calvin Klein — … tú cuerpo, tus estúpidas neuronas no sé estarían muriendo y no estaríamos cerca de perder el vuelo—le grité.
—¿Qué estás haciendo todavía?.—
—Levántate ¡Joder! ¿Y quién es esta mujer?.—
La señalé a regañadientes con mi teléfono celular.
—¿Eso a ti no te importa?—
—Por supuesto que me importa.—
—Sin querer, le chupe media pechuga al entrar aquí— discutí, aunque realmente ella no me importaba, pero las circunstancias me volvieron loca.
Durante media hora teníamos que tomar el control del aeropuerto y nada me hace perder más el control que llegar tarde y más con tanta responsabilidad encima de nuestros hombros .
No quería defraudar a los directivos, estaba empeñada en dar lo mejor de mi.
Joshua extendió una sonrisa y yo añadí.
—¿Qué pasa si me contagia algo malo?— dije — Te haré pagar a ti Joshua Summer… escúchame.
—¿Estás celosa?—
—Celosa, ¿Yo? ¿de ti? —Me dan ganas de reírme a carcajadas.
—Ella es Jenny, inglesa, es muy caliente.—
—Si quieres, podemos hacer un trío— dijo, mirándose la entrepierna—Se me está bajando la moral, pero si me enseñas una tetita tardo medio segundo en recuperarme—comentó sinvergüenza.
—Deja de decir tonterías y sal de la cama .—grité endemoniada.
Fui a tomarlo de los brazos y sacarlo a rastras, pero tan pronto me acerqué Joshua se giró y agarré el extremo que estaba encajado entre sus piernas.
—Uy, perdona, te la he cogido sin querer —dije—me disculpé con una risita tonta imbécil de mí.
¿Cómo es posible que lo haya cogido del pitón que tiene en las piernas?.
Él sacudió su pene como una bienvenida formal.
Dijo sarcásticamente:
—El gusto es mío, señorita, veo que te gusta, dame un segundo, nena.—
Levantó las cejas con picardía.
Lo solté de inmediato (lo que debería haber hecho antes, tan pronto como me dí cuenta del error, pero mi cabeza claramente estaba tan saturada, como lo está el ambiente con la testosterona circundante) y luego froté mi mano sobre mi falda para eliminar cualquier materia orgánica.
O residuos olfativos .
—¡Pero estás loco!— ¡¿En qué estás pensando?! —grité.
Esta Jenny mirándonos sentada mientras se coloca sus medias de una manera sexy y sofisticada. Es una de esas mujeres que solo ves en las revistas con gafas de sol y paraguas en la mano, a menudo sonriendo a diestra y siniestra como una muñeca Barbie. Su presencia me molestaba.
Ella es tan grande y tan adorable y yo soy tan joven y tan poca cosa…
—Más rápido —date prisa.
—¡Es tarde, tarde, es demasiado tarde! Me puse histérica y corrí al guardarropa.
—¿Pero qué hora es ahora? —Preguntó, sentándose en el borde del colchón, frotándose los ojos.
—Siete y treinta . —Abrí el armario y con una mano saqué algunas de las prendas que estaban colgadas y las hice una bola, luego las dejé caer sin cuidado sobre la cama.
_¿Me ayudarás a vestirme? —preguntó mientras seguía sentado… ¡y desnudo!
— por el amor de Dios, vístete! — reproché—¿Dónde está tu bolso de viaje?
—Ya voy, ya voy, qué molesta eres —dijo por fin levantándose y dirigiéndose al escritorio, donde a un lado, sobre la estructura a propósito, estaba la maleta.
—¿Molesta? – Triste miré al cielo, rogando mucha paciencia, las próximas semanas serán difíciles
—¿Puedes taparte eso?— agregué
—¿Por qué? Si ya lo tocaste, ya son íntimos. — Se giró hacia mí y movió sus caderas en círculos, con su pene ahora relajado, balanceándose y golpeándose los muslos, antes de darse la vuelta y ofrecerme una vista formal de su trasero.
Un culo muy redondo y sexy.
Me senté en la cama mientras Joshua entraba al baño, tratando de no pensar qué tipo de cochinadas hicieron estas dos horas antes, revisé mi teléfono celular dos veces: vi el cuarto mensaje del taxi.
No hay nada en el mundo que odie más, a excepción de un estúpido compañero de trabajo, Y era llegar tarde en mi primer proyecto.
Como habíamos planeado en la cena habitual con la junta directiva de la delegación de Nueva York, asistiendo de mañana en la recepción a la hora estipulada seis y media de la mañana para administrar la salida del hotel, y por supuesto, mi maleta en la cajuela del Taxi.
Me cansé y miré alrededor de la habitación.
Una morena con grandes senos estaba apoyada en la pared observando.
La repasé brevemente.
¿Qué tipo de vestido era ese que no le cubría nada?
—¿Pasa algo? Le dije con exasperación, y noté que sus ojos todavía estaban en los míos.
—¿Tú me pagarás? —Me preguntó.
—¿Qué?— La miré con sorpresa.
—Mi servicio. —Sonrió perezosamente.
No puedo creer que….
Ella es una prostituta.
Dudé por unos segundos si pagarle o no, dejando que pague el caballo e inescrupuloso compañero que tengo por colega laboral.
Pero me incomodaba bastante su presencia y, además, no quería que perdiéramos más tiempo en gestiones monetarias cuando Joshua saliese del baño, así que eché mano al bolso.
—¿Cuánto?—
—Quinientos. —
—¿Estás loca?,por una cogida asquerosa.—
La morena sonrió con una mezcla de orgullo y desprecio y asintió, extendiendo su mano hacia mí.
—No estuvo mal — dijo.
—¿Esto es un abuso?— Murmuré.
Se encogió levemente de hombros y acentuó el movimiento de sus manos.
Le entregué el dinero y se marchó.