Mi mente aún daba vueltas, no había dormido en lo que quedaba de noche, solamente me senté en una silla y encendí varios cigarrillos a la par de los minutos que avanzaban. Había dejado de fumar varios años atrás, cuando note las alergias de Kikky, y es que aunque era una ternura verla con su nariz roja, sabía que no podría hacerle daño. «Vaya hipócrita que era yo» La ansiedad me estaba matando, el deseo me estaba consumiendo vivo y los sentimientos me estaban ahogando en un mar oscuro. Había tenido que usar todo mi autocontrol para no correrme en el instante mismo en el que la penetre. Durante la noche tuve todas las oportunidades para callar sus palabras y dejarla en blanco, callar sus dudas o pensamientos sobre nosotros, sobre mi. Pude decirle lo que siento, que la amo y que por e